TIEMPOS DE DICTADURA
Por María José Castro
Al momento de escribir esta nota, Tiempos de dictadura posee 130.587 espectadores. El documental dirigido por Carlos Oteyza se posiciona como el sexto film venezolano más taquillero del año.
Los venezolanos, tradicionalmente, somos acusados de no tener memoria histórica, de gozar con la desinformación. Sin embargo, el éxito de esta cinta puede demostrar que estamos sedientos por conocer nuestro pasado. Para mí, la caída de Marcos Pérez Jiménez, es el relato de familiares y conocidos, un amanecer tan exaltado que el pueblo salió a la calle a celebrar con gritos de júbilo y cohetes. Es la construcción de una Venezuela democrática, es la historia que en algún momento cuando estudiaba en el colegio me tocó aprender.
Sin embargo, es un pasado reciente. El Perezjimenismo fue una época tenebrosa e intimidante. También caracterizada por un afán de modernización, principalmente urbana, que hizo que Caracas dejara de ser la ciudad de los techos rojos, para convertirse en una de las ciudades más modernas de Latinoamérica. Por lo que la democracia se inicia como un proceso de descontextualización, que como niña chiquita va adquiriendo su madurez. Los demócratas, al principio de esta historia, intentaron valorizar al pueblo y concientizarlo sobre el bien común, lucharon con enemigos de adentro y de afuera.
Carlos Oteyza presenta un equilibrio digno de respeto, describe un ciclo de horror iniciado con el derrocamiento de Gallegos y concluido el 23 de enero de 1958. Tiempos de dictadura es el relato de nuestra historia sin alardes, que transcurre principalmente a través de quienes describen sus hazañas sin exageración ni vanagloria.
Dos aspectos que rescato de esta cinta: la narrativa simple y digerible, que con la utilización de los interlocutores que hablan en presente sobre la época, generan dinamismo y que durante noventa y cuatro minutos hace a un lado los convencionalismos que caracterizan los documentales, haciéndolos tediosos.
En segundo lugar, en una época dominada por la animación digital, este documental pudiera estar confinado a las aulas de clase, sin embargo, el uso de este recurso le agrega una bella simple y conceptual.
La oscuridad de la sala y la cinta finalizó con una ovación. La sala estaba llena. Para mí, no hay nada que decir, tampoco reflexiones entre líneas. Sólo me queda por agregar:
¡Libertad es vivir!
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