¿EXISTE LA CARIDAD?
Por Leandro Buzón
«Queridos filósofos,
queridos sociólogos progresistas,
queridos psicólogos sociales:
no jodan tanto con la enajenación
aquí donde lo más jodido
es la nación ajena.»
Roque Dalton, Poemas Clandestinos
¿Un joven hablando de caridad?- Intentado dialogar con Mario Briceño Iragorry.
Confieso que escribir sobre la caridad me resulta en primer plano algo extraño. Y por lo extraño de su comprensión me parece retador a la vez. ¿Por qué me resulta difícil escribir sobre este tema?. Haciendo una revisión a mí mismo, creo que ha de ser porque el concepto mismo de caridad, entra en un plano de juzgar, categorizar y revestir valores humanos. No pretendo tener una visión profética sobre la caridad, y tampoco me siento en la autoridad moral para hacerlo. En consecuencia, prefiero optar por la posibilidad de tomar postura sobre la experiencia de la caridad que he ido construyendo en mi juventud.
“Arrojados ahí, sin memoria histórica ni proyecto de vida, se diría que a los pueblos latinoamericanos no les queda más perspectiva que la aceptación fatal de sus destinos”. (Martín-Baró, I, p. 135)
Parece que el síndrome del fatalismo está anclado en el pensamiento, la forma de actuar y sentir de muchos latinoamericanos. En Venezuela se hace cada vez más visible, como muchos de los espacios donde hacemos vida están soterrados por esa sensación de fracaso, por esa sensación de lo que no hemos sido, y que en cierta medida soñamos con ser.
Unos dominan, y otros son dominados. Paulo Freire (1970) ha mostrado el papel que desempeña el fatalismo como parte de la ideología del oprimido. El oprimido se encuentra inmerso en una realidad de despojo e impotencia, que se le presenta como una situación límite que no puede superar. Entonces, ¿Quién ha sembrado esa sensación fatalista de nosotros?, ¿Por qué actuamos como actuamos?
El remordimiento es la necesidad imperiosa de juzgarnos por el pasado. Es el escape fugaz a la indiferencia, a la ignorancia y hasta en cierta medida a la ordenación jerárquica de los valores que conducen nuestra vida. ¿Existe la caridad? ¿Qué es lo que es?, ¿Quién la impone?
La crisis de la caridad no es dar lo que sobra, sino compartir lo que se tiene aquí y ahora, porque la caridad para Mario Briceño Iragorry es la existencia misma de Dios, que pone a prueba el lado misericordioso del hombre.
Entonces, le pregunto a Iragorry ¿si la caridad no es dar lo que sobra?. Cómo entender otra construcción de esto, sí es lo que veo a diario, en el metro, calles, avenidas, iglesias de mi conmocionada ciudad. Mi experiencia me trasmite lo contrario. Siento la caridad como esa sensación de remordimiento por nuestras acciones del pasado. Es ver como una mayoría inerte pretende justificar su pasado turbulento, en acciones que no se sienten genuinamente. Percibo la experiencia de la caridad como una presión que reclama piedad ante los menos afortunados en la vida.
Por consiguiente la construcción que un joven como yo hace de la caridad, es que entre el fatalismo y esa sensación de remordimiento hacemos de la caridad algo simple y fugaz, “dar lo que sobra”, porque no hallamos otra manera de escapar al pasado que nos aturde en algún momento de nuestras vidas.
Con dar lo que nos sobra, intentamos ser misericordiosos con “otros”, pero ¿hemos llegado a la madurez, de ser misericordiosos con nosotros mismos?
Entre el ensayo y el error intentamos construir una experiencia que nos haga creer que somos mejores personas. Pero, como hacemos para lidiar con lo que titula Silvio Rodríguez en su canción “La Angustia es el precio de ser uno mismo”. Será ¿que intentamos ser “otros” al dar lo que sobra?, ¿ante quién queremos sentirnos bien?.
Entre mi palabra la de otros y la misma sociedad no siento aún un engranaje articulado que permita entablar formas de solidaridad genuinas que muestren lo contrario.
Nos unimos en la desgracia, pero no hacemos de esta humanidad que nos une en un determinado momento una praxis cotidiana de nuestras vidas.
Quizás hasta yo mismo carezca de eso que Iragorry llama caridad, pero, ¿Cómo entender otra praxis, otra forma de representar y encarnar la existencia misma de Dios, si no he tenido otra experiencia?
Entonces así como la caridad hay otras expresiones que obviamos y las reconstruimos de acuerdo a un momento histórico. Y en este mismo proceso me pregunto, será que ¿la modernidad ha influido en que conceptos como la caridad, solidaridad sean ajenos a mí generación? ¿La política es capaz de revestir nuevos valores en la sociedad?
Empecemos a pensar críticamente y evaluar cómo se han ido configurando los nuevos valores de Venezuela, y a pensar si la caridad tiene relevancia en mi generación.
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