MARÍA CORINA MACHADO: “HAY TRES OPCIONES DE VIDA: HUIR, SUCUMBIR O INSURGIR.” POR FABIANA CRISCI Y MIGUEL VELARDE
Por Fabiana Crisci y Miguel Velarde
La diputada y ex precandidata presidencial, María Corina Machado, nos recibe en un ambiente que se caracteriza por su ritmo frenético. Muchas personas de su equipo se desplazan de una oficina a otra con tareas que no pueden esperar, incluida ella. Mientras intentamos iniciar la conversación, sus teléfonos suenan incesantemente, por la puerta de su pequeña oficina desfila un incontable número de personas con temas que requieren atención inmediata. Sin embargo, cuando se menciona el Estado Comunal, un tema que ella considera vital para el futuro de Venezuela, todos sus sentidos se concentran en éste. Y, como ya es una característica muy conocida en ella, responde a nuestras preguntas de manera clara y contundente.
Guayoyo en Letras: ¿Qué es, en tu opinión, el Estado Comunal?
María Corina Machado: El Estado Comunal es la denominación del proyecto totalitario que Hugo Chávez ha estado instaurando desde hace muchos años en Venezuela y que se materializa con un conjunto de leyes aprobadas aceleradamente por la Asamblea Nacional anterior, o por el mismo presidente por vía de la Ley Habilitante, y así mismo en una serie de acciones inconstitucionales de los entes públicos para socavar todas las bases democráticas de nuestra sociedad y poder controlar al individuo. Refleja, desde el punto de vista ideológico, lo que nosotros hemos insistido que es la imposición del comunismo en Venezuela. Por eso decimos que comunas es comunismo.
G.L.: ¿Por qué es inconstitucional?
M.C.M.: Porque la Constitución venezolana es clarísima en sus primeros artículos acerca de la existencia de una sociedad “abierta, libre y plural”. El Estado Comunal, en su definición, busca imponer una visión propia y única de la ideología que ellos denominan “socialismo” y nosotros “comunismo”.
Es decir, si no eres “socialista-chavista” no tienes vigencia, no eres ciudadano, no eres escuchado. La comuna lo establece, solamente forman parte de ella los que tienen la misma visión con el fin de imponer el Estado socialista. Puede explicarse desde un punto de vista tan sencillo como la ubicación geográfica: si vives en una zona donde tu casa está dentro de una comuna, que es una división político-territorial, y no compartes la visión socialista, no eres parte de esa comuna. Peor aún, ellos pueden decir que eres parte de la misma aunque no quieras”. El objetivo de la comuna es imponer el socialismo chavista.
G.L.: ¿Hoy en día, cómo crees que el venezolano percibe al Estado Comunal?
M.C.M: Con una gran confusión. No es fácil comprender la magnitud y la profundidad del cambio que se busca. Hasta ahora nosotros hemos visto de manera clara como este modelo busca controlar los poderes y espacios públicos. Lo que pasa es que un régimen totalitario no se contenta con eso, también quiere controlar los espacios privados e íntimos: desde tu casa hasta tu pensamiento. Ya no se trata de definir como actúas por la vía del miedo, del chantaje, de la dependencia y de otros mecanismos como la propaganda y la manipulación, que sin duda saben hacer, sino también quieren controlar la manera en que sientes y piensas.
A muchos venezolanos no les cabe en la cabeza que esto pueda ocurrir y el mensaje es: eso está pasando y está pasando hoy. Lo vemos con los consejos educativos, los consejos de trabajadores, las comunas y otros mecanismos de dominación.
G.L.: Existen dos visiones dentro de la oposición para oponerse a esto: unos dicen que lo mejor es participar y luchar desde adentro, otros sugieren que hay que resistir y luchar de frente. ¿Qué piensas?
M.C.M.: En primer lugar hay una sola visión en términos de calificarlo como un mecanismo dañino y perverso, creo que eso es importante.
A nivel de estrategia hay diferencias y eso es natural, porque esto que los teóricos califican como regímenes híbridos, que tienen una fachada democrática para esconder regímenes totalitarios —que yo llamo neo-dictaduras, porque creo que las cosas hay que llamarlas por su nombre—, generan una tensión cuando se analiza cómo enfrentarlos. Hay algunos que dicen que si parece democrático, hay que hacerlo por las vías de una democracia convencional, es decir, elecciones. Quienes te dicen que por detrás hay un régimen totalitario, afirman que por esa vía no lo vamos a lograr, que hay que resistir. Creo que el gran aprendizaje de estos 14 años es que tenemos que hacer las dos cosas con mucha inteligencia y, sobre todo, con la precisión y la contundencia de no otorgarle lo que es prioritario para el régimen: la legitimación. Estos sistemas buscan permanentemente tener legitimidad. La legitimidad que pierden en el desempeño, la ganan por vía de las elecciones. Así mismo, buscan tener un sector económico que los legitime, un sector internacional que los legitime, un sector social que los legitime, un sector de los medios de comunicación que los legitime e incluso un sector de la oposición que los legitime. Por eso, siento que debemos enfrentar al Estado Comunal con firmeza pero, además, con la adecuada estrategia política para que cada venezolano entienda de qué se trata, sin legitimar el modelo.
El presidente de la República ha dicho que este “proceso constituyente” que se ha generado, fue llamado así por la oposición. El primero que utilizó este término fue Nicolás Maduro, y no me digan que no está cerca al presidente, que él no sabía que Maduro iba a llamar las cosas con ese nombre, y que todo el mundo iba a salir a repetirlo. Esas son asambleas del PSUV, no es un proceso constituyente. Los venezolanos sabemos claramente cómo se modifica la Constitución y lo que se requiere para hacerlo: tres elecciones si vamos a una Asamblea Constituyente. Mucho cuidado con querer darle una legitimidad por el Poder Constituyente para cambiar la Constitución, sin la necesidad de llevar este proceso adelante. Por eso considero que el tema aquí no es participar en los espacios que el chavismo nos deje para legitimarse, sino luchar y defender los espacios que nos corresponden.
G.L.: ¿Cómo enfrentar este proceso como un ciudadano más?
M.C.M.: Hay tres opciones de vida: huir, sucumbir o insurgir. Huir no es solamente irse del país, sino también esconder la cabeza y decir “esto no está pasando”. Sucumbir es creer que “yo no puedo, es demasiado fuerte, por lo tanto me acomodo, bajo la cabeza”. La tercera es insurgir, es levantar la cabeza. Estar dispuesto a dar la lucha por lo que creemos y, en términos ciudadanos, tiene expresiones muy concretas.
Hay tres herramientas poderosas, la primera es el voto. Pero no un voto ingenuo, diciendo que “todo está bien, lo vamos a lograr simplemente votando”. Debemos votar luchando y luchar votando.
La segunda es la protesta y la denuncia ciudadana, hacer propia la denuncia de otro. Hay que acompañar las protestas de sectores diferentes al de uno, a título individual, nadie tiene que convocarnos. En la medida que asumamos esto, cuando los estudiantes salgan a protestar, saldrán los sindicatos, y cuando salgan los sindicatos saldrán los periodistas, y cuando salgan los periodistas irán los motorizados, y convertiremos esto en una gran demanda nacional que tiene que tener, además, una interpretación política. Soy de las que pienso que hay que socializar la protesta política y politizar la protesta social sin ningún tipo de prejuicio.
La tercera herramienta es la resistencia ciudadana. ¿Sabes cuáles son tus derechos de manera individual? Ejércelos, defiéndelos. Desde tu derecho a la libre expresión hasta tu derecho al voto, a que no te pongan obstáculos para votar. Por ejemplo, la Estación 1, que es ilegal y que la propia rectora que dijo que era obligatoria fue quien la suspendió a las dos de la tarde en la pasada elección. Nuestra obligación es informarnos sobre cuáles son nuestros derechos constitucionales y ejercerlos.
G.L.: ¿Por qué del lado opositor es tan difícil hablar claro? ¿Por qué para muchos de sus líderes es tan difícil hablar de “comunismo”?
M.C.M.: Una de las razones es que asumir la naturaleza de este régimen tiene consecuencias enormes para cada uno de nosotros en el plano individual, familiar y comunitario. Es entender de qué orden es la lucha y que no es una lucha sencilla ni corta. Claro que tenemos una visión y un proyecto de país, queremos un país de superación donde los valores como el respeto, la solidaridad, el trabajo, el esfuerzo, la confianza, la dignidad y la libertad sean las bases de esa sociedad. Para eso necesitamos recuperar la narrativa de nuestra historia ciudadana y el autoestima como venezolanos. Teniendo esto claro podremos enfrentar este modelo que es totalmente contrario a nuestra esencia y a nuestros valores. Hay que llamar las cosas por su nombre, mucho más fácil es decir “todo va a estar bien”, pero eso, a mi modo de ver, no va a resolver la necesidad profunda que tiene Venezuela. Tenemos la obligación moral de enfrentar este modelo y la obligación histórica de derrotarlo.
Quizás hace veinte o treinta años, lo que estamos planteando no era posible. Hoy es un momento maravilloso en términos de la construcción del país que queremos y merecemos.
G.L.: Acabando un año que no ha sido fácil y casi comenzando otro que promete ser complejo, ¿qué mensaje puedes dar a los venezolanos?
M.C.M.: El otro día, saliendo de un acto en Nueva Esparta, con más de ochocientas mujeres de todas las generaciones, de todos los sectores de la sociedad; tuve una entrevista con una periodista, Rayza, que me preguntó: “María Corina, ¿cuáles son esas voces en la dirigencia del país que tú quisieras escuchar acompañándote en esta lucha?” Le dije: “Yo quiero escuchar una voz Rayza: la tuya.”
Ese es el mensaje que quiero darle a cada ciudadano. No podemos esperar a ver quién nos da las instrucciones de lo que tenemos que hacer. Tenemos que mirar hacia adentro, comprender que esa fuerza está en el corazón y en las convicciones de cada uno de nosotros. La capacidad de transformación está allí, trabajando juntos seremos invencibles.
Todo régimen autoritario lo que busca es convencer a quienes se le oponen que son minoría, que son frágiles, que además no tienen ni razón ni razones, ni valor ni valores. Nosotros las tenemos todas, y sobre todo tenemos la autoridad moral de haber actuado con coherencia en lo que decimos, pensamos y hacemos. Venezuela, por encima de todo, necesita referentes éticos en todos los sectores, en quien confiar. Yo tengo profunda fe en la capacidad que cada uno de los venezolanos tenemos para transformar este país y en el valor que necesitamos. Es momento de construir juntos este gran movimiento que permita que tantos otros millones se sumen y nos acompañen.
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