EL PRESENTE
Por Juan Rondón
“Mi brazo orbita tu nuca, relleno de almohada para recostar tu cabeza. Me acerco suavemente para susurrarte, el eco en tu oído me responde, vuelvo a cerrar los ojos; y es tan temprano en la mañana, la gente hace su vida y nosotros, aún ni pensamos en acomodar la cama.
Es tu rostro que acorrala mi mirada, el baile simultáneo del cabello, la andanza desprovista de párpados, la clarividencia del incienso que encendiste anoche. Juego a despertarte, a asustarme en mis sueños, que mi mano caiga sobre la tuya como un reflejo improbable en los que están dormidos.
Siento el peso de tu sombra en mi pecho, el ligero recostar de tu perfil, la pausa de tu mano en mi rostro. Son las bruscas curvaturas de tu cintura, la tibia eternidad en la cobija, la pequeña muerte que nos invoca y la cama, sin vestirse, tan des-angustiada.
Y el sol se arraiga en el cuarto, zigzagueando entre la cortina y ventana, recogiendo en cada rincón la penumbra. Noto el ímpetu de tus labios, la metamorfosis en tus ojos al abrirse. Me tientas a achicar ese espacio entre quién soy y quién creo ser.
Ahora son las preguntas y hace tiempo fueron las respuestas, mientras la luz de a poco se esconde, seguimos jugando a los dados y a los dioses.
El sol baja como ancla en el horizonte, en tu cuerpo converge la noche sin estrellas. Y es tan tarde en la madrugada, la gente ya hizo su vida y nosotros, aún ni pensamos en acomodar la cama.”
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