EDITORIAL #143: HOY LO ES TODO
Cada día que pasa son más los conflictos en Venezuela. Desde fines del año pasado, incluso solo un par días después de las elecciones presidenciales de octubre, comenzaron a tomar las páginas de la prensa los titulares sobre marchas, bloqueos, huelgas y otro tipo de protestas ciudadanas. Los últimos tres meses se han vivido en una permanente “tensa calma” en “uno de los países más felices del mundo”.
Las autoridades del gobierno han visto su tiempo consumido por la lamentable enfermedad del presidente Chávez y la inestabilidad política que ésta origina, lo que hace imposible que quienes deben atender las demandas de la población cumplan con sus responsabilidades.
Otro tema que parece ser una “bomba de tiempo” es el de la economía. Los signos de su deterioro son inocultables, tanto que incluso algunas agencias calificadoras de riesgo ya empezaron a publicar reportes en los que Venezuela empeora su evaluación. La última de ellas fue la agencia Moody´s, que cambió a negativo el panorama no solamente del país, sino también de Pdvsa. Una devaluación del bolívar pareciera ser inminente más temprano que tarde.
Añadido a todo esto, lo que más controversia causa en Venezuela es el accionar de ciertas instituciones con actos que traspasan el marco constitucional del país. Concretamente, la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de darle “continuidad” a una gestión gubernamental que terminó el pasado 10 de enero unió la voz de protesta y rechazo absoluto de diferentes sectores, desde los partidos políticos, los sindicatos, la academia, hasta los universitarios. Cabe destacar una excepción: la de un sector al que claramente le preocupan más sus intereses electorales que los de los ciudadanos en general. No reparan en que lo que se vive hoy no es una “fiesta democrática”, ni siquiera es una batalla por la Democracia; hoy encaramos una lucha crucial por la subsistencia de la República.
Muchas protestas, aunque todas ellas sean contra un mismo actor, no serán efectivas si no logran unificar su voz. La decisión del oficialismo de aferrarse a una estrategia de “forzar” la Constitución para ganar tiempo –imaginamos que contra su propio pronóstico- le está saliendo muy cara. Del lado opositor, quienes no sean capaces de posponer sus ambiciones electorales y con esa actitud debiliten la lucha ciudadana, no merecen ser reconocidos como sus líderes.
Hoy no es mucho lo que está en juego… lo es todo.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
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