EL 10 DE ENERO DE 2013

Por Eleazar Rodríguez

 

Hacer un análisis del 10 de enero desde lo legal, sin tomar en cuenta lo simbólico, sin considerar a la gente que estuvo en la calle juramentándose, y sin dar cuenta de su potencial, es, desde mi punto de vista, de un simplismo cerrado y fuera de los tiempos que nos atraviesan y nos desbordan ideológicamente.

 

Artículos que hablan de inconstitucionalidad, golpe de Estado, abuso de Derechos Humanos, y que buscan “despertar” a la gente, o incluso los que sádicamente gritan preguntando y esperando de respuesta un “el Presidente se murió”. Son indicios de que no se habla de lo mismo a nivel político en Venezuela. Con esto no estoy diciendo que hay dos ideas de país, o que hay dos maneras de ver una misma cuestión. No, lo que digo es que se hablan idiomas distintos, con la peculiaridad que esos idiomas comparten las mismas palabras, pero estas tienen otro significado.

 

(Estos puntos no son separados, van todos de la mano, pero por comodidad de exposición los coloco de esta forma:)

 

Lo Simbólico

Yosoychavez1#YoSoyChávez es una frase hermosa. No como una campaña política -que también-, sino como herramienta para acercar el chavismo al pueblo. Es una manera concreta para que las personas se hagan cargo del proyecto por sus propios medios. Es ahí donde pensar un chavismo sin Chávez -ya sea pensando que esto lo haría desaparecer, tambalear, fracasar, o mutar hasta un extremo stalinista, por ejemplo- deja de ser una pregunta. Se ha creado la figura que va más allá de la persona Chávez y se ha hecho pueblo al hacerse presente en cada persona, con lo cual no pierde vigencia porque el pueblo es -más que- la suma de las personas, que es a su vez algo que va transformando y adaptándose a los tiempos de las nuevas sociedades, que se conforman por las nuevas personas que tienen también la opción de ser Chávez. Así, ganamos con esta frase nuestro Perón o nuestro Ché, la bandera ideológica de Venezuela. Porque, independientemente de la tendencia política que se quiera tener, ser venezolan@ implica definirse desde la Revolución Bolivariana, sea por aproximarse a esta o alejarse, es la manera en que las demás personas -dentro o fuera del país- pueden hacerse una imagen sencilla y concreta de quien uno es.

 

La Juramentación

¿Cuántos Presidentes han dado a las personas la oportunidad de juramentarse? Esa entrega de poder al pueblo, el hecho de que las personas se colocaron la bandana tricolor y se hicieron Presidente ese día, o que con Chávez en el pecho -de la franela-, pudieran sentir que para llevar a cabo las responsabilidades de la Revolución no es imprescindible una persona, o mejor dicho que esa persona que se piensa imprescindible para el proceso, somos tod@s nosotr@s, en forma de pueblo, y que por tanto, en esta idea de que todas las personas somos el pueblo, se lucha contra el individualismo, ese individualismo propio de una forma de gobierno que ya fue, que ya debe quedar enterrado en el pasado, al menos para poder pensar en la Patria Grande.

 

Su Potencialidad

Yosoychavez2Este evento puede ser el primer último paso para que en Venezuela terminemos de entender la diferencia entre democracia participativa y democracia representativa. El 7-O se ejerció la democracia representativa -la democracia débil, vieja y con capacidad de despotismo- que en el imaginario de muchas personas es la única democracia que conciben, desgraciadamente. Pero el 10 de enero se ejerció la democracia participativa, esa que le da a cada una de las personas la responsabilidad y la posibilidad de construir sociedad, mundo y civilización, la nueva civilización. No son los únicos tipos de democracia que se conciben en este socialismo del siglo XXI, pero la participativa es la que puede ser más llevadera en el proceso del cambio al nuevo modelo partiendo del viejo, de lo que ya hay. ¿Cómo se logra esto? Si, como país, no vemos el 10 de enero como un reclamo por la vuelta del Presidente, ni como un ritual de salvación, ni como una fiesta democrática, y mucho menos como un acto de manipulación del pueblo, ni como una violación de la ley, sino que lo veamos y hagamos consciente que podemos convertirlo en el mayor acto de distribución del poder entre las personas, que el gobierno no es cosa de políticos, o que tod@s somos seres políticos, que el proyecto de país no depende de una persona -por más que se le deba reconocer todo lo que ha hecho-, sino que somos todas y todos responsables de que el país que está bajo nuestro zapateo diario, sea el país que queremos. 

 

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