CARACAS Y SUS BURBUJAS AISLADAS
Por Mariana Areyan
Hace unos meses leí un artículo escrito por un querido amigo donde expresaba su impresión de la Venezuela actual, su relato comienza con una anécdota donde él se encontraba con unos amigos, cuando de repente entró un chico vestido con una combinación particular de colores, al verlo, los presentes comenzaron a burlarse diciendo: “mira, el guasón, jajaja…”, en ese momento mi amigo pregunta: ¿cuál es el problema?, cada quién puede vestirse como quiera. La respuesta de uno de los burlistas fue: podrá vestirse como quiera en otro sitio, pero en Venezuela no.
Creo que muchos hemos estado en situaciones similares, unos en el papel del burlista, otros en el papel del burlado, otros en el papel de espectadores, porque este es un país de gente prejuiciosa, donde la herramienta más usada por los individuos para esconder el ruido que les hace ver que existen seres diferentes a los de su tribu, gueto o burbuja correspondiente, es la burla.
En estas líneas me voy a centrar en Caracas, la capital, la supuesta única ciudad “cosmopolita” de Venezuela, la que cuenta con mayor cantidad y variedad de población. Irónicamente la mentalidad de los caraqueños no va acorde con ese título.
Existe un historia de autoengaño donde todos se repiten a sí mismos que los venezolanos o en este caso los caraqueños “somos abiertos”…
¿Abiertos? Me parece una falsedad absoluta, podemos ser alegres, divertidos, joviales, simpáticos, pero abiertos, jamás, obviamente en Caracas si existe mucha gente de pensamiento expansivo, curiosa y tolerante, pero estamos claros que esa no es la mayoría de la población.
La mayoría de la población pareciera que se limitó a aprender obedientemente lo que su burbuja correspondiente le enseñó, y cualquier otro pensamiento, estilo de vestir, género musical, hábitos alimenticios, destinos turísticos, entre otras situaciones cotidianas que se salgan de lo establecido, será motivo de burla, crítica, ironía o sarcasmo. Es en ese encuentro “con lo diferente” o “lo desconocido” donde se manifiestan nuestros complejos, miedos e inseguridades.
Las burbujas donde viven los caraqueños no son espacios físicos delimitados, ni zonas de la ciudad. En realidad estas burbujas se encuentran en el pensamiento de cada individuo y lo acompañan a donde quiera que vaya, no importa cuánto se haya leído, viajado, ni “conocido mundo”, la burbuja de códigos aprendidos siempre será parte de esa persona.
Pienso que la diferencia de clases sociales juega un papel fundamental en esto de las “burbujas aisladas”. Sé que hoy en día es muy delicado hablar sobre los habitantes de los barrios, especialmente si no eres de ahí y si no estás consciente de las duras situaciones que estos seres humanos viven, si bien no crecí ahí, tengo amigos y seres queridos que sí, por sus historias y algunos videos de Youtube, hechos por la misma gente del barrio he podido constatar el nivel de predisposición que tienen ante “lo no conocido o no cotidiano”. Tienen muchos prejuicios hacia “los sifrinos” muchos los ven como drogadictos, se burlan de sus gustos, formas de hablar, ser, y vestir, sin ni siquiera permitirse conocer a esas personas “diferentes”. Evidentemente no toda la gente del barrio es así, pero muchos al leer esto sabrán muy bien a lo que me refiero.
Ni hablar de los prejuicios de la clase media, media alta y alta, con respecto al barrio es comprensible, por la dificultad que estas personas tienen para viajar, conocer otros lugares y otras formas pensar, por otro lado a la gente del barrio se le hace más difícil estudiar, en algunos casos los estudios pudieran ser una herramienta de expansión de pensamiento, en otros casos los estudios son puro adoctrinamiento y reforzamiento de “la burbuja”.
A pesar de tener más posibilidades económicas, a las clases media y alta, también les hace ruido todo lo que salga de sus parámetros aprendidos, les hace ruido “las tribus urbanas”, que sus integrantes se junten con gente del barrio o de estratos sociales más bajos, o simplemente escuchar a quienes cuestionan sus parámetros.
Dejando de un lado el punto de las clases sociales, podemos mencionar miles de historias de discriminación y prejuicios. Un buen ejemplo es la discriminación chavismo/oposición. Los chavistas radicales, no pueden tolerar escuchar alguna crítica a su bando, la reacción resulta en insultos o burlas a quién se exprese en oposición a su líder o su grupo, igualmente pasa al revés, los opositores radicales no son capaces de escuchar y reconocer las buenas obras de este gobierno, siempre buscarán aplacar o ridiculizar al que opine distinto a ellos, todos metidos dentro sus burbujas, inflándose su ego y negándose otras realidades.
Cada burbuja caraqueña tiene sus gustos, sus valores, sus principios y todos ven raro al que no comparta sus códigos. Las burbujas no solo se encuentran en las clases sociales ni en los bandos políticos, también las encontramos en colectivos grandes como las religiones, y en colectivos pequeños como los científicos, los artistas, los deportistas, los emos, los tukkis, los homosexuales, los intelectuales, los capitalistas, los socialistas, los humanistas, los superficiales, los intensos, los bohemios, los ecologistas, los conservadores, los liberales, los vegetarianos, los carnívoros, los reggaetoneros, “los normales” (pregunta: ¿Qué es normal?).
En realidad la mayoría de la población del planeta es así, prejuiciosa y limitada, por eso muchas personas se mueven hacia las grandes ciudades, donde pueden sentirse más libres. En ese sentido no veo a Caracas como una gran capital, a pesar de tener muchas más posibilidades que las otras ciudades del país, y de contar con más variedad de población en comparación con algunas capitales de Latinoamérica.
Mi querida Caracas, fue un verdadero placer conocer parte de la variedad de tus burbujas. Estás llena de historias fascinantes, espero que cada día más caraqueños se animen a explotar su burbujita, para que puedan salir al encuentro con la magia y el color que tienes en cada esquina.
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