LA «MANO INVISIBLE» VENEZOLANA ES MILITAR Y NO ASCIENDE

Por Alexander Gamero Garrido

 

Los juveniles milicianos enfranelados y emboinados de rojo se dedicaron desde su balcón a gritar las consignas aprendidas para impresionar y agasajar al visitante: nada de <<¡Viva la revolución bolivariana!>> … nada tampoco de <<¡Viva Simón Bolívar!>>. De aquellas bien entrenadas gargantas juveniles sólo salía un grito: <<¡Ordene, comandante!>>.

                               La Peste Militar. Manuel Caballero.

 

 

Caracterizar desde un punto de vista político al venezolano de hoy puede ser una tarea difícil, si se desea avanzar más lejos de aquella frase lapidaria <<bochinche, bochinche, a esta gente lo que le gusta es el bochinche>> atribuida a Francisco de Miranda.

Intentaremos, sin embargo, trazar algunas líneas comunes sobre nuestro pensamiento político – y también sobre el pensamiento de los políticos.

 

<<El mayor – y casi único – mal de Venezuela es la corrupción, este es un país rico>>

granadaAchacar todos nuestros males únicamente a la corrupción, o más bien a una forma particular de corrupción: la administrativa – la que cometen los gobernantes usando el dinero público, es un tanto ingenuo. Veamos, «…Todo eso no niega la realidad fáctica de la corrupción. En 1973 los precios del petróleo se fueron a las nubes, y un diluvio de dólares empapó a los venezolanos (…) La mesa estaba servida: la corrupción hizo metástasis e invadió el cuerpo entero de la sociedad (…) Porque el súbito enriquecimiento dio origen a la democratización de la corrupción a través del clientelismo.» (Caballero, 2007). Al parecer, se piensa que una administración más eficiente y efectiva (eje central de la campaña opositora en las presidenciales de 2012) podría ser suficiente para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos. Lo que se omite es que es necesaria una reforma completa del Estado, ese que ha llegado a invadir todos los espacios – casi sin excepción – de la economía y de la vida pública, y más recientemente de la privada.

 

Es irreal asumir que la riqueza que generamos es suficiente, que es sólo su distribución la que es corrupta y daña el perfecto sistema de no hacer nada y ganarnos la vida.  Una consecuencia perversa de este paradigma es la creencia de que el éxito individual, o incluso objetivos más pedestres como el progreso material inmediato, dependen de la benevolencia de los administradores de la riqueza petrolera. Es así como vemos el desdén hacia el trabajo – el ausentismo se ha incrementado considerablemente según varios analistas -, la insistente petición – aun cuando la mayoría de las veces legítima – a los gobernantes a que resuelvan cierta problemática, y por sobre todas las cosas la división y el resentimiento entre ciudadanos que otrora vivían en aparente armonía.

 

Hay alguna conexión entre la creencia de «Venezuela es un país rico», «si a ellos les va bien es porque se llevaron lo que me tocaba» y «a aquellos no les gusta trabajar sino que les regalen todo, son conformistas», creencias por supuesto falsas o en el mejor de los casos medias verdades. Consideraremos solamente el primero – los otros dos requieren análisis aparte: ver por ejemplo, con el perdón de citarnos a nosotros mismos, «Comuna Feliz de Individuos Infelices «.

 

Seamos claros: Venezuela no es un país rico. En ingreso per cápita está en la categoría «medio-alto», pero esto es dado que tiene una inmensa cantidad de recursos naturales, particularmente hidrocarburos. Debido a la coyuntura en la que China, India y otras potencias emergentes requieren enormes cantidades de éstos, tales commodities han disparado su precio en los últimos 12 años – el precio de la cesta OPEP en 2001 era de 23 dólares por barril de petróleo crudo, el 13 de febrero de 2013 cerró en 115 (se multiplicó por 5). Esto se traduce en un gobierno rico en ingresos petroleros, no necesariamente en un país rico. Mire a su alrededor en cualquiera que sea la ciudad venezolana dónde se encuentre: ¿Le parece que sus habitantes son ricos?

 

La «Mano Invisible» en su versión venezolana es militar…

A diferencia de la metáfora de Adam Smith, en la que los actores del mercado buscando su propio beneficio actúan como por obra de una <<mano invisible>> que se traduce en el beneficio de toda la sociedad, en Venezuela esa mano es bien visible: es el dominio militar de la sociedad. En varios países de América Latina hay un resurgimiento de movimientos militaristas, los cuales habían pasado al segundo plano luego de la caída de las últimas dictaduras de la región. Empecemos por mencionar a qué cosa nos referimos con militarismo: la intención de dominar a la sociedad entera como un todo, yendo incluso más allá que las dictaduras militares; el objetivo final no es un control férreo en lo político, aunque este es indispensable. Lo que se persigue es la instauración de una maquinaria estatal que controle incluso lo que sus ciudadanos – o más bien sus «soldados» – piensan. (Caballero, 2007)

 

El locus de control externo – colocar el volante del destino de nuestras vidas en agentes externos, sea una persona, grupo, gobierno u otra organización – es una semilla muy próspera para las ambiciones militaristas: durante 450 años, de los 500 de nuestra historia como venezolanos, el régimen existente ha sido autoritario – monárquico, caudillista o militarista (Caballero, 2007).

 

LA MANO INVISIBLELa premisa por la cual el actual gobierno fue electo por primera vez – seguridad nacional y combate de la corrupción – ha resultado ser un tremendo fracaso (Venezuela ocupa el final de la lista de Transparencia Internacional en materia de corrupción, y está a la cabeza de la región en los índices de criminalidad). Sin embargo su propuesta ha sido validada y relegitimada con un componente distinto: el Socialismo del Siglo XXI; más que ser una ideología abstracta, es una especie de relación utilitaria ejecutada a través de las misiones. No estamos desdeñando el componente emocional – que no necesariamente irracional – que pueda tener la conexión del gobierno, muy particularmente el Presidente Chávez, con el electorado. Sin embargo, es difícil ignorar que la resolución de las necesidades de la gente – salud, educación y hasta entregas en efectivo de un «sueldo» o «beca» – es el componente central de su campaña, y se pudiera afirmar que es parte fundamental de la motivación de los chavistas para ser chavistas.

 

…es militar, pero no asciende.

Si bien las intenciones y la percepción son fundamentales en política, es muy fácil contrastar lo inadecuado de esta respuesta ante los principales problemas (según los estudios de opinión) que azotan a la sociedad venezolana: inseguridad y vivienda. El primero ha sido discutido hasta la saciedad en todo medio venezolano, incluyendo esta columna. En el caso de la vivienda, pilar principal de la campaña chavista de 2012 (Gran Misión Vivienda Venezuela o GMVV), es útil revisar el informe de Transparencia Venezuela al respecto (Enero 2013). Citamos aquí algunos fragmentos:

      • Con el lanzamiento de la Gran Misión Vivienda Venezuela se puso en marcha el Registro Nacional de Vivienda (RNV), que culminó en 2012 y fue realizado en 3 oleadas, allí 3.711.265 jefes de familias en todo el país formalizaron su inscripción. De ese total 3.000.000 necesitan una vivienda.
      • … se crea principalmente con la intención de responder a las familias que quedaron damnificadas a causa de la vaguada del último trimestre del año 2010. Sumando los afectados de los temporales del año 2011, la cantidad de damnificados asciende a 131.063 en todo el país. Como el balance de los años 2011 y 2012 indica que se construyeron 346.798 no deberían quedar damnificados en los refugios.
      • … el presupuesto total de ejecución de la GMVV es mayor al presupuesto nacional de Guatemala, en la misión se han invertido $ 13.743 millones, y presupuesto del país suramericano en 2012 fue de $ 7.509,12 millones
      • … el sentido propagandístico que se la ha dado a la entrega de casas, y la dependencia política que genera el plan hacia los beneficiarios.

Dejando de lado el hecho de que un programa de emergencia (como es la GMVV) es totalmente válido, su alcance no puede, por definición, ser la solución definitiva al problema, sino que en el mejor de los casos puede mitigar la crisis existente. Ahora bien, la línea comunicacional del gobierno ha hecho ver estas misiones como la solución permanente de las dolencias sociales referidas; es evidente que este no es el caso, basta ver los refugios que aún se encuentran repletos de familias en espera de una solución definitiva.

Esta alternativa se podría enmarcar dentro de otro paradigma venezolano: el inmediatismo, la idea de que la solución de los problemas puede ser casi instantánea (YO decreto que se expropie y se construya YA). Todo esto, claro está, sin la debida caracterización de la problemática, ni la planificación urbana siguiendo las recomendaciones de los expertos en el tema (entre ellos el Colegio de Ingenieros, universidades y academias), y sin una gestión transparente – o mejor dicho, casi sin rendir cuentas.

 

…es militar, no asciende, ni parece querer ascender pronto.

El militarismo paternalista (el gran Militar Caudillo o Comandante Presidente quien, cual mesías castrense o semidiós, llegará a resolver todos nuestros problemas), aun cuando encuentra sus raíces en ciertos paradigmas arraigados en el venezolano (país rico, distribución injusta, solución inmediata, estado benefactor), se ha encontrado con un reforzamiento político por parte de la dirigencia – la de ahora y la de antes también.

 

Quizás deberíamos, en cambio, comunicar un discurso que premie el esfuerzo individual, refuerce la cultura emprendedora del venezolano, que coloque menos énfasis en la justa distribución de los recursos y más en la capacitación – usando la educación formal pero también otros mecanismos – que nos permita una distribución menos injusta de las competencias. Porque son las competencias – y no los bienes – las que le pueden permitir a cada ciudadano venezolano progresar de forma independiente, sin depender de las «ayudas» o «misiones» del gobierno (o cualquier otro actor de la sociedad).

 

ensenar-pescarPuede ser aterrador abandonar el subsidio como bandera. Pero, considerando que Venezuela – y por supuesto los venezolanos – se está quedando atrás en la región (y en el mundo) con respecto al crecimiento real del ingreso per cápita (basta ir a comprar comida para comprobarlo), devaluación, criminalidad, libertad económica y corrupción administrativa (en la cola del planeta), calidad de la educación a todos los niveles – independientemente del «número de estudiantes inscritos», (…), considerando todo esto ¿No es inclusive más aterrador continuar por este camino? ¿Dónde quedó el país que en algún momento fue la única democracia de América Latina, el país que atraía olas interminables de inmigrantes europeos y suramericanos, el país donde era inimaginable emigrar dadas las oportunidades que existían localmente?

Ese país es poco visible hoy en día. Lo más preocupante llega al preguntarnos ¿Estamos buscando llegar a ser ese país?

 

No nos des pescado, enséñanos a pescar

El aspecto esperanzador de los paradigmas y de las creencias es que son maleables, es decir, que se pueden transformar con el tiempo. Hace 100 años Venezuela era un país inmensamente pobre, no había – ni estaba cerca de llegar – un sistema democrático, ni republicano – los poderes no estaban divididos realmente -, la red eléctrica y las carreteras eran precarias, el analfabetismo y las enfermedades tropicales eran moneda de curso corriente, y un largo etcétera. La situación hoy en día, aunque seguimos lejos del desarrollo pleno, es mucho mejor.

 

Para poder transformar los paradigmas de hoy es necesario que se involucre la dirigencia, y por ello no nos referimos (solamente) a los políticos: deben sumar esfuerzos los empresarios, los sindicalistas, los gremios, las academias y universidades, los líderes estudiantiles, las iglesias, las congregaciones de inmigrantes… En fin, el todo de la sociedad. Más aún, debemos tener claro que aquel cambio de paradigmas – que no necesariamente «transformación moral y de valores» ni «creación del hombre nuevo» – será una tarea larga y difícil, llena de frustraciones, y posiblemente salpicada de rebeliones populares y muchos otros tipos de resistencia al cambio. Requiere de valentía, de visión a largo plazo, y sobre todo de esfuerzo, constancia y sacrificio.

 

Ya decía aquel proverbio que si le das un pescado a un hombre comerá un día, mientras que si lo enseñas a pescar comerá el resto de su vida. Pareciera que nuestra dirigencia se empeña en darnos pescado, y cuándo se acaba (por ejemplo, baja el petróleo) nos enseña a pasar hambre – ya que ser rico es malo… Nadie se ocupa de enseñarnos a pescar.

 

 

Twitter: @AlexGameroG

 

Referencias:

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