SOLO HABRÁ UN CULPABLE
Por Gabriela Amorín
Hace pocos días conversaba con un amigo sobre si Venezuela puede considerarse o no un Estado fallido. Lo cierto es que para entrar dentro de esta vergonzosa categoría (haciendo una síntesis de la teoría de Max Weber y el concepto del Centro de Estudio Fund for Peace) el estado debe ser un fracaso absoluto en todas sus variables; un gobierno débil, con una legitimidad erosionada para tomar decisiones, la pérdida del control del territorio, así como del monopolio del uso legítimo de la fuerza; imposibilidad para suministrar servicios básicos… en fin, se trata de un estado que posee un gobierno débil, con poca o ninguna legitimidad, sin una autoridad unificada, con escasos o ningún servicio, altos niveles de corrupción, criminalidad, burocracia, refugiados, desplazados, con una gran depresión económica, un enorme mercado informal, sistema judicial de adorno, interferencia del poder militar en la vida política, presencia de grupos terroristas o paramilitares en el territorio y absoluta decadencia de las instituciones. A buen entendedor, pocas palabras. Ya sabrán, a qué conclusión llegamos.
Convertir a Venezuela en un Estado Fallido es parte de la estrategia de este régimen para convertirnos en seres absolutamente dependientes de ellos, sumisos, ignorantes, indefensos. Lo que por un lado resulta una nación fracasada, por otro lado se estaba traduciendo en un gobierno infinitamente poderoso, y hablo en pasado porque de eso se trata lo que quiero analizar.
El efecto Maduro ha hecho pensar, incluso a mucha gente de la oposición, que Chávez no lo había hecho tan mal; se les olvida que lo que estamos viviendo hoy no es otra cosa que la herencia de Chávez. Hugo le dejó a Nicolás un país hecho trizas, un Estado fallido pero un gobierno infinitamente poderoso y con un control absoluto en casi todos los ámbitos; Nicolás está hundiéndonos más en el fracaso como nación e incluso destruyendo el poder que Chávez había conquistado.
Para alcanzar el poder absoluto, habían conseguido, hasta la era de Chávez, el control electoral, político, mediático, económico, institucional casi absolutamente, y estaban haciendo los preparativos para culminar su “obra maestra” con la dominación absoluta de los ciudadanos, consolidando el Estado Comunal.
Control mediático
Chávez se empecinó, desde muy temprano, en ir contra los medios de comunicación, directa o indirectamente. El cierre de RCTV y, posteriormente, de varias emisoras radiales, para convertirlas en estaciones rodilla en tierra. Contra Venevisión y Televen no han tenido que atentar directamente, la presión y los intereses políticos los han puesto de rodillas sin el más mínimo esfuerzo del gobierno. Globovisión, perseguido durante años, atacado directa e indirectamente, finalmente ha perdido la batalla.
Esta hegemonía comunicacional ha perdurado hasta la era post Chávez, aunque cada vez se hace más difícil, para aquellos sectores “neutros”, mantener esa neutralidad ante los desastres de Nicolás.
Control ciudadano
Es bien sabido que las más altas esferas de la violencia en el país y los más terribles grupos armados son controlados por personeros del gobierno, y en eso sí han sido absolutamente eficientes. Han hecho una cuidadosa repartición de las cuotas de violencia para lograr el control de la población, sobre todo de aquellos que adversamos al proceso. ¿No es acaso un cuasi toque de queda lo que vivimos los venezolanos a causa del hampa? Tenemos horarios de salida, entrada, estrategias, rutas, zonas transitables, etc., ¿es casual que el alumbrado público no funcione? ¿Después de 14 años, el gobierno desconoce cuáles fuerzas policiales y/o militares están involucradas en actividades ilícitas? ¿Creen ustedes que a un régimen militar como el que hoy tenemos que soportar, con todo su poder, todos sus recursos, toda su influencia, le sería difícil derrotar a la delincuencia? Sería como quitarle un dulce a un niño, pero si lo hicieran, tendrían que atentar contra ellos mismos.
Una de las cuotas de violencia se le ha dado a los privados de libertad en las cárceles, (si es que se pueden llamar así). El teatro que monta el gobierno en relación al tema de la situación carcelaria es, sin duda, merecedor de un Oscar. Otra cuota de poder la tienen los grupos paralelos, que no son más que paramilitares del partido de gobierno PSUV y que junto con la milicia, forman el brazo armado del gobierno para controlar a los ciudadanos, o por medio de la amenaza y la violencia relacionada con temas políticos, o mediante la delincuencia común u organizada. La última cuota, la oficial, le pertenece al Estado, el Ejercito y fuerzas policiales, los cuales no cumplen sus funciones propias y constitucionales… aquí sólo existe la justicia revolucionaria; ya sabrán cómo es eso.
Esa es sin duda una forma de control. Pero había una que preocupaba más a Chávez y de haberse implementado, habría sido la guinda del helado, habría conseguido el poder absoluto. El Estado Comunal no es otra cosa que una herramienta de control de la ciudadanía a través de medios “legítimos”. Si para Chávez esto representó un reto y le estaba siendo difícil implementarlo, para Maduro será una causa perdida.
Poder económico
Chávez logró acaparar para sí todo el poder económico de la Nación. Estatizo las principales compañías del país, expropió, invadió, ahuyentó la inversión extranjera, obligó a empresas a cerrar sus puertas, intensificó, como forma de gobierno, los negocios ilícitos con grupos irregulares y utilizó el petróleo como su caja chica para estructurar sus planes.
Maduro heredó todo este poder económico pero también las deudas y consecuencias de la ambición de poder, con las cuales le está costando muchísimo lidiar, al punto de haber tenido que devaluar y hacer ajustes económicos incómodos que aunados a su inestabilidad política y poca popularidad, son difíciles de justificar. Actualmente se ha visto obligado a negociar con la empresa privada para alivianar el desabastecimiento. Él sabe que está metido en camisa de once varas y que no va a poder echarle la culpa a nadie más.
Control institucional
Chávez logró arropar a todas las instituciones del país bajo el manto rojo revolucionario. El Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía, el Ejército, la Defensoría del Pueblo, Conatel, Corpoelec, PDVSA, entre otras. Era parte de su plan hacerse de todos los sectores poderosos del país para asegurar el control absoluto de todos los aspectos, evitar saboteos, construirse una justicia a su medida y reducir el rango de error. Él fortaleció su poder al tiempo que destruía al país.
Para Nicolás ha sido difícil mantener esto. Aunque todas estas instituciones siguen siendo rojas rojitas, ahora se encuentran bajo la mirada crítica y desconfiada del pueblo, y ante un país que se está cayendo a pedazos porque nunca fue importante resolver los problemas, sino acaparar el poder. Chávez logró mantener las apariencias o correr la arruga, porque sí era un líder (para bien o para mal) con una insólita capacidad para mover a las masas y persuadir a prácticamente cualquiera; todo de lo cual Nicolás carece. Además debemos recordar que la ilegitimidad de Maduro viene mucho antes de las elecciones, por una sentencia del TSJ muy cuestionada.
Finalmente el gobierno de Nicolás intenta continuar el plan de Chávez y atenta contra otra la última institución del Estado que no era absolutamente roja rojita. La Asamblea Nacional. La falta de carisma y liderazgo lleva, sin duda, al uso de la violencia y la represión, herramienta que Chávez utilizó con sumo cuidado porque sabía que esto podía poner en riesgo su legitimidad y su máscara de demócrata. Nicolás no lo logró, la máscara le queda grande. Intentan disolver el Parlamento, pero quedaron en evidencia ante los venezolanos y el mundo entero.
Control electoral
Para la Revolución, el Consejo Nacional Electoral ha sido prácticamente un apéndice. Recordemos que para mantener el poder es necesaria la legitimidad que los votos dan a quien ha sido nombrado para un cargo popular. Sin esta legitimidad difícilmente el gobierno revolucionario hubiese alcanzado tantos años. La situación electoral, aunque nunca fue muy distinta de la actual, (recordemos que el CNE de Chávez es el mismo que el actual), por alguna razón, jamás se tuvo el coraje de poner en duda, púbicamente, unos resultados. Nicolás da inicio a su gobierno con una ilegitimidad que ya venía arrastrando y que se consolida el 14 de abril con una victoria pírrica. Esto prendió las alarmas en todo el país y el mundo entero.
Control Internacional
Son bien sabidos los negocios de la Revolución con el mundo para conseguir el apoyo internacional. Chávez mostraba al mundo, no sólo su chequera, sino una fachada de un demócrata muy difícil de destruir, porque visto desde afuera, todo parecía perfectamente en orden. Chávez obtuvo lo que parecían grandes victorias electorales, celebraba decenas de elecciones, hablaba de inclusión, participación, hizo misiones para el pueblo, era admirado por millones de venezolanos… resultaba muy difícil para la comunidad internacional deslegitimarlo.
Nicolás Maduro, antes de ser presidente “electo”, ya era ilegítimo. Las mentiras lo hicieron ilegítimo, la sentencia fraudulenta del TSJ lo hizo ilegítimo, su nombramiento como presidente encargado y su postulación como candidato, lo hicieron ilegítimo y, finalmente el 14 de abril, las elecciones fraudulentas, luego su proclamación y juramentación, terminaron de arroparlo de una absoluta e indudable ilegitimidad que cada día que transcurre, cada arbitrariedad que comete, sólo logran hundirlo más y más. Esto es, sin duda, difícil de sostener para la comunidad internacional sin dañar su imagen dentro de su propio país, razón por la cual hemos visto pronunciamientos, (aunque muy sutiles) de sectores extramuros que nunca se habían visto. Los pueblos no verán con buenos ojos que sus gobiernos apoyen y respalden gobiernos ilegítimos y totalitarios.
Control político
Lograda la casi absoluta dominación de las instituciones, del poder electoral y de la opinión internacional, ganarle una batalla política a Chávez era casi imposible. En apariencia, era legítimo y gozaba, además, de una mayoría abrumadora a la cual era muy difícil enfrentar. Por otro lado, conseguía aglutinar a todos los miembros de su partido y seguidores de una forma casi religiosa tras una lealtad absoluta.
En el caso de Nicolás, la batalla política la perdió el 14 de abril. Hoy en día, ponemos en duda quiénes lo apoyan internacionalmente. Las instituciones han dejado ver sus costuras y ni siquiera a la gente de su propio partido y su gabinete de gobierno, logra aglutinar. El respeto y la lealtad que le tenían a Chávez, no existe con Maduro. Las divisiones internas son evidentes e inminentes. Venezuela perdió esa sensación de que la mayoría estaba con la Revolución.
El régimen, (el de Chávez), siempre persiguió la dominación de absolutamente todos los sectores del país. Atacaron a los medios de comunicación hasta lograr la hegemonía comunicacional. Atacaron a las empresas privadas hasta hacerse de todos los recursos del país y prácticamente todos los sectores productivos. La corrupción y los intereses han invadido las instituciones de la república, hasta volverlas a todas rojas rojitas sin esperanza alguna.
Sólo habrá un culpable
Hace años en Venezuela se vive una crisis social, económica y política. Hace años la vida de los ciudadanos se ha transformado en supervivencia y los contratos sociales han ido a parar a la basura, para dar paso a la ley del más apto. Chávez no garantizaba la estabilidad del país, sólo garantizaba la permanecía y el poder de la Revolución. Nicolás tampoco garantiza la estabilidad del país, pero ni siquiera asegura la estabilidad del propio gobierno revolucionario. Nos ha sumido en una crisis política aún más crítica, al borde de un estallido social que, aunado la terrible situación económica y social, son una bomba de tiempo.
Chávez lograba lidiar con grandes problemas del país porque gozaba de legitimidad, apoyo, poder, popularidad y, sobretodo, de liderazgo. Sus excesos siempre eran justificados y apoyados por una “mayoría” difícil de negar.
Maduro recibe una herencia llena de deudas y dificultades, apta sólo para un personaje con el carisma de Chávez. Nicolás carece de legitimidad, de apoyo, de popularidad, de poder, pero sobretodo carece de liderazgo. Nicolás recibió una herencia muy incómoda. Va a terminar de destruir al país y al mismo tiempo la Revolución… lo peor del caso es que en las páginas de la historia sólo habrá un culpable.
- Lo que hay que saber sobre la declaración de ley marcial en Corea del Sur - 4 diciembre, 2024
- Bitcoin, imparable, al borde de los USD 100.000: a cuánto puede llegar su precio en medio del “efecto Trump” - 24 noviembre, 2024
- El extraño caso del hombre que estuvo desaparecido 30 años, reapareció con la misma ropa y no recuerda qué le pasó - 2 septiembre, 2024