LA LIBERTAD Y GLOBOVISIÓN
Por Francisco Alfonzo
Actualmente el tema de Globovisión da para mucho de qué hablar, o escribir. La primera reacción de muchos globovisionistas es criticar, a los nuevos dueños y a los periodistas que permanecen.
Sin embargo, somos de la opinión de que aquellos que creen en la libertad, esa que por 14 años defendió Globovisión, deben detenerse y pensar en esa libertad que tienen los nuevos dueños de la planta para usar y disponer de sus bienes, que han adquirido en propiedad, para aquello que deseen. En otras palabras, si defendemos la libertad y la propiedad, entonces ¿no debemos defender el derecho que tienen los nuevos dueños de hacer con Globovisión, su canal, lo que les dé la gana?¿quién soy yo para decirle a alguien qué hacer con sus propios bienes?
Los motivos que tengan los nuevos dueños del canal para cambiar su línea editorial y dejar de criticar y confrontar al régimen son objeto de un juicio moral que debe hacer cada quién y, en base a eso decidirán si dejan o no de ser globovisionistas. El cambio de línea editorial del canal afectará o no el negocio, el rating, la audiencia, y con ello los propietarios sufrirán las consecuencias que los usuarios decidan. Sí critico negociar la libertad de expresión a cambio de toneladas de dinero. Pero nadie es dueño de la verdad. Y puede resultar un poco hipócrita defender la libertad de unos y no la de de otros.
Quiero dejar claro que si yo fuese el nuevo dueño del canal no cambiaría la crítica y confrontación al régimen. Y si estuviese en los zapatos de uno de sus periodistas probablemente renunciaría antes de ser parte de un canal que calla voces y verdades que piden a gritos ser escuchadas. Pero ese soy yo.
Lo que sí debe ser objeto de fuertes críticas es el Gobierno Revolucionario por el cerco a la libertad de expresión y al ejercicio del periodismo que han llevado a cabo sistemáticamente desde hace 14 años, hasta el punto de asfixiarlo. Globovisión fue vendido porque no aguantó más el acoso y la persecución del régimen totalitario, el cual a través de multas, procedimientos administrativos y judiciales, acosos y ataques constantes consiguió hacer que Globovisión se tornase “inviable”. Es decir, el Gobierno logró que a los antiguos propietarios sólo le quedasen dos opciones: vender o quebrar.
El derecho humano a la libertad de expresión comprende “la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras” (artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos) y el Estado (Gobierno) está obligado a garantizar el ejercicio de ese derecho a todas las personas por igual. En el cumplimiento de ese deber de garantía el Gobierno tiene que crear condiciones favorables que permitan el desarrollo y ejercicio de ese derecho de manera libre por todos los ciudadanos para que prolifere la diversidad de expresiones, informaciones e ideas, que permitan formar y nutrir la opinión pública ciudadana.
Si el Gobierno hubiese cumplido con esa obligación constitucional e internacional actualmente Globovisión tendría vasta competencia. Serían muchos los canales de televisión dedicados exclusivamente al tema noticioso, todos con distinta línea editorial, unos más críticos al Gobierno que otros, algunos complacientes y pro oficiales. El problema principal no es lo que los nuevos dueños de Globovisión quieran hacer con su canal, el problema es que el Gobierno ahogó la única fuente de información independiente que tenían los ciudadanos y no facilitó ni permitió la existencia de condiciones para que existiesen otros.
Mucho más lamentable es la situación de Venezolana de Televisión, muy poco criticada por los venezolanos, más bien ignorada. Realidad ante la cual hay mucho más título para exigir condiciones democráticas e imparciales en la línea editorial, pues es un canal público, que funciona con recursos de todos los venezolanos. Sin embargo el manejo de esta planta de televisión está destinado a satisfacer sólo los intereses de un pequeño grupo, la élite del PSUV, no es gobernado ni administrado de manera democrática, plural y participativa, a pesar de que en las últimas elecciones quedó claramente reflejado que la opinión política del país está divida en dos grandes mitades (según los resultados oficiales del CNE altamente cuestionados). El Gobierno hace con VTV, que es nuestra, lo que le da la gana y hay pasividad absoluta de los venezolanos; pero criticamos a los nuevos dueños de Globovisión, medio privado, por hacer con su canal aquello que decidan hacer.
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