CÉLEBRES POR LA VIOLENCIA
Por Nancy Colina
Hace muchos años una buena parte de los norteamericanos no conocía que en América del Sur existía un pequeño país llamado Venezuela, a pesar de ser nosotros los que suministrábamos la mayor parte del petróleo que consumen. Cuando un venezolano decía su nacionalidad, creían que uno estaba diciendo que era de Minnesota, un Estado ubicado en el centro-occidental del país, porque la pronunciación en inglés es muy parecida.
Ahora las cosas han cambiado. Todo el mundo nos conoce, aunque de una manera infeliz. Cuando uno menciona que es de Venezuela ya no creen que es de Minnesota. Se interesan por saber si no es exageración lo que sale en los periódicos de allá sobre la violencia extrema de nuestro país. A veces se escucha en algunos lugares los comentarios sobre la grave situación que vivimos y si se trata de una reunión entre nuestros compatriotas, tratan de evadir el tema para no amargar el buen momento. Hablar de Venezuela se ha convertido en un trago amargo para quienes no viven aquí.
Utilizando los pocos dólares que nos asigna el gobierno, que sólo alcanzan si uno viaja por pocos días o no tiene que pagar hotel, viajé a California a visitar a mis hijas y un nieto quienes viven allá. En un establecimiento comercial, cuando estoy pagando mis compras, la cajera cuando vio mi identificación, me pregunto si era verdad lo que estaba ocurriendo en Venezuela. La muchacha era una salvadoreña residenciada en los Estados Unidos. Estaba espantada por la noticia sobre los pranes en las cárceles, que ha sido publicada en algunos medios de comunicación, sin miedo a decir la verdad.
Mientras se arreglaba lo de la colocación de mis compras en las bolsas y se hacían los trámites para pagar, le respondí que la cosa estaba peor aun de lo que decía la prensa norteamericana. Es cierto lo del gobierno ilegitimo, lo de la escasez de alimentos y otros productos, lo de la violencia, lo de los problemas con las universidades, lo de las leyes insólitas que están aprobando, lo de los abusos de poder, lo de las libertades cercenadas. No había exageración en las noticias.
En una conversación con un representante de uno de los niños que estudian con mi nieto, éste me hizo referencia al caso de los pranes, cuando se enteró que yo era venezolana. En el pasillo de una escuela de niños menores de 10 años, le respondí con lo que hasta ahora conozco sobre el caso de los pranes, que se ha convertido en una triste bandera que en cierta forma nos identifica por lo absurdo de la situación, donde la violencia organizada en centros penitenciarios no tiene comparación.
Mucha gente espantada dice, ¿Pero esto es verdad?. Presos que han desplazado el poder de la policía, que dividen las instalaciones y tienen espacios donde no pueden entrar la Ley institucionalizada, que se organizan, que en algunos casos hasta han creado canchas para deportes, que tienen líderes que se encargan de la seguridad o no del penal. Cárceles donde ha habido masacres.Todo sin que un gobierno que tiene mas de 14 años gobernando al país, ponga cartas en el asunto.
La persona con quien hablaba se refirió a la famosa cárcel de Alcatráz, cercana al sitio donde estábamos, que fue cerrada hace unos 50 años porque fue considerada por la Comisión Internacional de Derechos Humanos como un sitio donde había una violación flagrante a los derechos humanos, por el hacinamiento. Un lugar donde alojaban a los personajes más violentos, donde murió el famoso Al Capone, quien al parecer gozaba de grandes privilegios a pesar de estar residenciado en una celda similar a la de los demás presidiarios, sólo que el tipo tenía un televisor.
Una historia como ésta podría ocasionar un ataque de risa a la organización de los pranes venezolanos, quienes son capaces de obtener benéficios tan grandes que un preso con niveles altos de ingresos económicos puede vivir casi como si estuviese de vacaciones, en un buen hotel con buena cama, buen colchón, televisor pantalla plana de más de 40 pulgadas, bares, discotecas, visita de mujeres, licores y buena comida, entre otras cosas buenas para un disfrute cómodo. Claro que para obtener esto debe pagar más o menos unos diez millones de bolívares mensuales, lo que en dólares preferenciales son unos 1600, casi lo que nos permite utilizar el gobierno si viajamos por más de quince días a Estados Unidos.
Los pranes son presos que se han convertido en los jefes de las cárceles. Tienen tanto poder y armas tan potentes que los representantes de la Ley les tienen miedo y no se atreven a fiscalizarlos. Ellos actúan por su cuenta, ni obedecen ni le prestan la menor atención. Todo lo contrario, muchos representantes de la Ley se han hecho cómplices, quizás para sobrevivir y al mismo tiempo aumentar sus ingresos económicos, ante salarios paupérrimos. Gente que esta presa por cualquier delito de menor proporción, que quizás hasta son menos violentos que muchos que andan sueltos, son víctimas de estos personajes que se han dividido en los buenos que tratan de mejorar la convivencia en medio del hacinamiento y los muy malos que hacen cualquier tipo de manejo para gobernar y crear más violencia.
¿Se puede olvidar fácilmente la masacre en la cárcel de Uribana, ubicada en el Estado Lara, donde fueron asesinados mas de 65 personas? Todavía no se ha establecido responsabilidad sobre un hecho donde murieron culpables e inocentes, donde como única solución los representantes de las leyes en materia criminalística dieron una solución provisional que se ha mantenido, como fue la de ubicar a más de 2000 presos en los otros 30 centros penitenciarios del país, ya de por si espantosamente congestionados, una de las razones que ha sido nido para la multiplicación de los pranes.
Mencionamos este caso al norteamericano con quien estábamos conversando, para responder con ejemplos macabros a su pregunta, porque fue un caso donde la Comisión Internacional de Derechos Humanos intervino, así como representantes de diversos países donde no escapó ni el Vaticano. Allí la violencia y el manejo de los pranes con la anuencia de la Ley llego a niveles sin límites, hasta explotar en un hecho que es considerado como una de las masacres más violenta en la filas de los crímenes masivos. Sin embargo, en ese momento el Presidente de la República no dijo nada. No presentó condolencias a los familiares de las víctimas y el caso como tantos otros forma parte la lista de abusos.
Como periodista no conozco de cerca ninguno de estos hechos, pero los colegas de los diferentes medios de comunicación del país y los representantes de la oposición en la Asamblea Nacional, tienen años denunciando las situaciones tan graves que se viven en estos establecimientos. Los líderes de Uribana institucionalizaron una especie de coliseo, donde se realizaban las luchas más sangrientas, al estilo de la antigua Roma. Así se divertían los pranes, viendo como los más violentos denominados líderes negativosse entraban a cuchilladas, al punto de que algunos fallecían.
Estos hechos se organizaban entre los días lunes y martes considerando que durante los fines de semana, los hospitales colapsan por los muertos que llegan a la morgue producto de diferentes casos violentos, que se incrementan durante estos días en el país. Todo lo que nos ha hecho famosos por ser violentos. La situación es tan increíble que los mismos presos hacían arreglos con los hospitales para que los médicos estuviesen preparados para recibir a los heridos, que muchas veces sobrepasan la veintena.
Un hecho importante es que esta cárcel fue construida para 700 presos y hasta el momento de la masacre mencionada anteriormente cohabitaban en ese lugar más de dos mil quinientos convictos, muchos de ellos esperan todavía la decisión de los tribunales de justicia que camina a paso de morrocoy y se mueve de acuerdo a las palancas y a intereses movidos por la amistad o el dinero.
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