APOLOGÍA DE LAS GROSERÍAS

Por Marie Lépinoux

 

groserias2Las groserías han sido, a lo largo de la historia, el vocabulario predilecto de los rústicos y toda aquella persona descortés, de poca cultura y vocabulario. La palabra grosería proviene de la palabra “grueso”, que está relacionado etimológicamente con grossus. Así, uno de los sinónimos que tiene dicha palabra en nuestra lengua es vulgaridad, que es relativo a la voz “vulgo”, vulgaritas en latín, que denota al pueblo llano, siendo sinónimo, a su vez, de corriente o popular.

 

En el inglés, la palabra grosería se dice curse, curse word, profanity o swear word. Asimismo, la locución verbal “decir una grosería” es to swear. Otra acepción de este verbo inglés sería jurar o prometer. En francés, se dice grossièrté, vulgarité o gros mot. Al igual que en el castellano, las primeras palabras están relacionadas etimológicamente con grossus y vulgaritas. La última expresión francesa, que también se relaciona con grossus, quiere decir, literalmente “una palabra gruesa”, “una palabra tosca”.

 

Además del origen etimológico de dichas palabras inglesas, es probable que se deba a la religión protestante, donde decir una vulgaridad era algo profano, pues dicha palabra encubre una maldición. Por lo tanto, las vulgaridades, específicamente para los protestantes, no es algo agradable a Dios. En cambio, en el español y francés la palabra grosería más bien refiere a la forma en la que se expresan las personas de clase baja y los que no tienen un vocabulario rico. Esto quiere decir que, para nosotros, el que una persona acostumbre a decir groserías, es señal evidente de que carece de educación. Sin embargo, no considero que esto sea necesariamente así. Es probable que ustedes conozcan personas que son cultas y digan groserías. Así como, tal vez, puedan conocer quienes poseen un nivel básico de educación y no dicen groserías.

 

Las groserías aluden a un significado que se corresponde con un concepto o una realidad. Esto es lo que sucede con todas las palabras que existen en un lenguaje. De esta forma, la palabra puta, que es la palabra abyecta, es el sinónimo de prostituta o, si se quiere, su eufemismo “mujer de la vida fácil”. Lo mismo ocurre con las palabras mierda, coger, mear, etc. Así, podemos ver que todas las groserías tienen su correspondiente noble dentro de nuestro lenguaje, cuyo uso es preferible para aquellas personas que tienen cierta cultura y cierto nivel socio económico.

 

Ahora bien, ¿por qué las groserías subsisten en un alto nivel cultural y educativo? ¿Se deberá a que las malas maneras persisten en los altos círculos sociales y culturales? ¿O podría deberse a que las groserías logran significar más propiamente un tipo de realidad que una palabra noble? Esto no debería de extrañarnos. En el lenguaje académico aún se utiliza la palabra griega logos en lugar de razón o discurso. Así pues, aquellos que conocen completamente el significado de dicha palabra, la necesitan para poder significar todo lo que la palabra razón o discurso en español no logran conceptualizar.

 

groserias1Es por ello que no es lo mismo decir “un par de motorizados me cayeron a coñazos después de que me robaron el BlackBerry”; que decir “un par de motorizados me golpearon después de que me robaron el BlackBerry”. Como pueden darse cuenta, la palabra usada en la segunda oración le quita intensidad. En cambio, la primera se siente más dolorosa y violenta que la primera. De la misma forma, no es lo mismo decir “una puta me quitó a mi novio”, que decir algo como “una chica promiscua me quitó a mi novio”. Es evidente que el odio señalado hacia la persona que le quitó el novio a esta mujer, no es el mismo que demuestra la segunda oración.

 

Sigamos con los ejemplos. No significa lo mismo decir “la política venezolana es una mierda”, que decir “la política venezolana es un excremento”. La segunda oración no muestra lo infame que es la política venezolana, en cambio, la primera lo enfatiza y hasta nos ofrece una rica imágen. Tampoco es igual decir “ese hijo de puta me robó plata”, que decir “esa mala persona me robó plata”. Así, el que robó plata en la primera oración, es más miserable que el que se presenta en la segunda versión. Y, para finalizar de ejemplificar el punto, no significa lo mismo decir “un mamagüevo me chocó el carro”, que decir “un estúpido me chocó el carro”. Como podemos ver, la persona que chocó el carro en la primera oración, entendemos que es más bobo y estúpido que el de la segunda oración.

 

En los ejemplos que se expusieron, existe una falta de sentido y significado en las segundas oraciones. De esta forma, podría decirse que las vulgaridades, en algunas ocasiones, tienen un sentido más adecuado que las palabras recatadas. Y ni hablar del lenguaje obsceno que se emplea en la cama. Supongo que la mayoría de los hombres que leerán este texto, estarán de acuerdo conmigo cuando afirmo que no es lo mismo que su compañera o compañero de aventuras eróticas les diga “me encanta lamer tu pene”, en lugar de decir “me encanta lamer tu verga”. Pero ese ya es otro tema.

 

Como traté de mostrar con los ejemplos anteriores, en ciertas ocasiones las groserías tienen un significado más rico y más fuerte, que cualquiera de las palabras nobles que suelen reemplazar a las vulgares. Esto es porque las groserías encubren una realidad, que las palabras educadas no pueden conceptualizar tan descarnadamente. Quizás, justo por ello, no terminan de cuadrar con ciertos círculos sociales. Porque es mejor decir una palabrota oportunamente, que cualquier eufemismo.

 

@MarieLepinoux

 

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