EDITORIAL #165: EL MENSAJE DE MADIBA
Durante casi tres décadas en prisión, Nelson Mandela fue obligado a realizar trabajos forzados en una cantera de cal, encadenado junto a otros prisioneros que, debido a que eran segregados por raza, recibían pequeñas porciones de alimento por ser negros.
Esos 27 largos años de presidio tuvieron consecuencias para Mandela, o Madiba, nombre de la tribu a la que pertenece y como se lo llama cariñosamente en Sudáfrica. Entre ellas, una grave enfermedad respiratoria con la que lidia desde hace mucho y que los últimos días, a sus 94 años, lo tiene entre la vida y la muerte. Sin embargo, a pesar de las cicatrices físicas y emocionales que su lucha contra el Apartheid pudo haber dejado en él, una que jamás quedó en su alma fue la del resentimiento.
Su principal objetivo al salir de prisión fue la unión de Sudáfrica y, al ser elegido el primer presidente de ese país vía sufragio universal, trabajó incansablemente para lograrlo. Ese será su mayor legado para sus compatriotas y su mejor ejemplo para el mundo. Uno aún muy necesario, especialmente en países como el nuestro, que todavía padecen de liderazgos políticos a quienes no les importa alcanzar sus objetivos incluso si esto significa dividir a una nación.
Hoy, cuando todos estamos pendientes de su crítico estado de salud y tememos un desenlace que parece inevitable, es una oportunidad única para resaltar las enseñanzas de Mandela: guió su vida con base en sus principios y valores, nunca los negoció ni tampoco, a pesar de las difíciles coyunturas que tuvo que atravesar, dudó de ellos. Pero, sobre todo, su lucha fue justa. Combatió incansablemente contra el abuso y la tiranía, contra el desprecio de un ser humano contra otro, contra el atropello de un régimen contra los ciudadanos.
Mandela se convirtió en un ícono de la libertad, esa que no se hereda y que debe ganarse todos los días. Fue un líder que personificó la dignidad de un pueblo y que, incluso cuando atravesaba sus horas más oscuras, no se arrodilló ante el poder sin importar las consecuencias.
Solo verdaderos gigantes logran que el día de su muerte, se celebre más su vida de lo que se llora su partida. Seguramente será así el día que este símbolo de la libertad deje físicamente nuestro mundo y comience a difundirse con más fuerza que nunca -como afirmó Barack Obama en su reciente visita a Sudáfrica- el “eterno mensaje de Madiba”:
“Deja que la libertad reine.”
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
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