¿EN QUÉ MOMENTO NOS CAMBIAMOS?

Por Melitza Alexandra

@MelitzAlexandra

 

 

 

Parada en una cola -muy lenta- veo delante de mí una señora rodeada de cuatro niños que al parecer eran de su autoría. Pensé que eso era lo único que podía llamar mi atención, hasta que llega el segundo contribuyente a tal asunto (su marido, o algo así). Estaban ahí casi rozándome, dos padres, cuatro hijos, a estos últimos se les veía dichosos de entrar a ver una película en estreno. Todo parecía muy normal, hasta que la hora de la película estaba llegando y la cola no avanzaba lo necesario. Noto que los dos adultos conversan y a los pocos minutos se va el sujeto con los cuatro niños a la sala, DEJANDO A LA MUJER EN LA COLA DE LAS COTUFAS, casi lo grito por la indignación. Me imaginaba al tipo sentado en las butacas mientras la Sra. esperaba su turno “de pie” para ordenar -que llego muchos minutos después-. Solo sentí rabia, preocupación, duda, y esa pregunta rondándome en la cabeza, ¿En qué momento nos cambiamos?

 

¿Cuándo fue que empezamos a pagar todas las cuentas, hacer las colas, a hacer sus deberes, a abrirnos sola las puertas, a agarrar nuestras sillas en los restaurantes? ¿En qué momento cambiamos los papeles y ahora tenemos que lidiar con el trabajo pesado, o vamos paradas en el bus? ¿En qué momento los hombres ahora se encargan de los niños y las mujeres de todo lo demás?

 

Aquí no se trata de liberación femenina, machismo o feminismo descontrolado, se trata de preguntarse qué fue de esa bonita costumbre de ser caballeroso, de cortejar a las damas que no hemos dejado de ser. Sé que también nosotras hemos contribuido a que ellos ya no sientan el mismo respeto por nuestro gremio, pero esto es algo que hay que rescatar.

Hombres, deberían saber lo rico que se siente que nos carguen esas bolsas -esas pesadas bolsas-, que se ocupen de hacer esos trabajitos fuertes en la casa, que nos saquen a comer, nos den el asiento en el bus, nos ayuden a destapar frascos, nos cedan el paso, y sobre todo que nos conquisten.

 

Mujer, puedes ser independiente, fuerte, hacer trabajos pesados, sin perder tu femineidad. Deja al hombre ser hombre.

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