EL CLIENTE NUNCA TIENE LA RAZÓN

Por Isabel Ramírez

@IsaRamirez16

 

 

 

Uno de los tantos problemas que agobian a nuestro país es el mal servicio. Todos nos vemos afectados por una mala educación que se ha venido reforzando en los últimos años. Es lamentable que tengamos que ser víctimas de atropellos y abusos de personas que están ahí para ofrecerte un servicio que estamos pagando, ya sea por parte de los empleados o los mismos dueños.

 

Salimos todos los días de nuestras casas para ser recibidos con puntapiés y mucha rudeza por cualquier persona que ofrezca un servicio, es una sorpresa y un alivio cuando nos topamos con una persona que atiende bien y te hace sentir bienvenido. Ya no hay consideración por el otro, no hay respeto. Todo esto se debe a cómo están decayendo los valores en Venezuela. En un país en el que la gente no roba por necesidad, sino porque se puede, los valores han caído vertiginosamente y pareciera que nadie hace nada al respecto.

 

Aunado a esto, está la destrucción de la economía. En un país donde es un milagro conseguir productos de primera necesidad, la competencia ya no existe. En muchos casos, los dueños de las tiendas, afectados por la economía y la regulación de los precios, no se preocupan por ofrecer un buen servicio ya que la competencia es prácticamente nula, no hay necesidad de ofrecer calidad al momento de servir porque si se tiene un producto que escasea, las personas lo van a comprar sin importar el trato recibido.

 

Por otra parte, los empleados se ven resguardados bajo la nueva Ley del trabajo, la cual especifica que ningún empleado puede ser despedido sin una causa que esté justificada en la ley y en caso de tener la causa, el empleador debe esperar a que la Inspectoría del trabajo revise y haga un procedimiento de calificación de despido y decida si la causa de despido es justificada o no. Es por esto, que a los empleados no les preocupa atender bien porque no hay ninguna clase de incentivo que los anime a hacerlo. Sencillamente no los pueden despedir por atender mal.

 

Lo peor de todo es que pareciera que nos estamos acostumbrando, todos salimos a la calle predispuestos a que el cajero del banco o que el funcionario público, que trabaja para ti (he ahí el propósito de la palabra público), te trate mal como si tu no estuvieras pagando por el servicio que se te está ofreciendo.

 

Cuando salimos del país es que nos damos cuenta de que el cliente siempre recibe un trato especial, nos damos cuenta de la consideración que tienen las personas que viven de servir a los demás y que entienden que la atención y no el producto, es el principal motivos de que una persona regrese a tu tienda o requiera de tus servicios.

 

No podemos acostumbrarnos a vivir en el país en el que el cliente nunca tiene la razón. El buen servicio debe ser una actitud y tenemos que reforzarlo mejorando los valores se han ido perdiendo en nuestra sociedad. No podemos quejarnos de que en una tienda no nos den los buenos días cuando tú al subirte en un ascensor tampoco los das. Tenemos que empezar por nosotros mismos, así poco a poco volveremos a vivir en una Venezuela amable otra vez. El cambio comienza por ti. 

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