NECESIDAD DE GANAR

Por Valentina Issa

@valen_issa

 

 

 

Reflexiones sobre el sueño mundialista

 

Se acabó para nosotros –por ahora (en tono completamente propio y sin connotaciones ajenas)- el sueño mundialista. Ese que venimos cocinando internamente desde el 2002 junto a la noción del fútbol en casa, de fútbol en el Caribe, de más que beisbol, mujeres bellas y novelas.

 

Ha sido interesante el camino hasta acá. Los hinchas de siempre, los que siempre creyeron en el sueño, han estado firmes y criticones de los nuevos parejeros que nos sumamos más tarde a la compradera de camisas Vinotinto. Otros nos empezamos a emocionar cuando le vimos el queso a la tostada en la copa América 2011, pues tuvimos una probada del gustazo que es ver al equipo de uno, de los suyos, metiendo gol en una plataforma relativamente notoria y visible. Los siempre escépticos siguieron llamando a Venezuela “la cenicienta”, pero hechos los locos se encontraron a sí mismos sin darse cuenta, y más de una vez, gritando “GOOOOOOL” en algún partido de la Vino.

 

Los comentarios ácidos y cuestionadores de los otros países de América Latina no se hicieron esperar, como tampoco lo hicieron los nuestros defendiendo a la selección y mandándolos bien largo al carrizo. Cuando los chilenos hicieron una cuña de televisión insinuando que “lo nuestro” eran las telenovelas y no el fútbol, les dimos una lección: les ganamos el siguiente juego y les mostramos que podemos hacer las dos cosas bien, ¿Por qué no? ¿Por qué no podemos ser el país de las mejores telenovelas (que bastante han facturado en América del Sur y España), de las mujeres más bellas, de las estrellas mundiales del beisbol, Y TAMBIÉN de buen fútbol?

 

Pero lo que quiero destacar en estas líneas es que la Vinotinto no llegó nada más para sembrar en nosotros el sueño de estar en un mundial de fútbol y poder llenar el álbum con las barajitas de Arango, Miku, el Mestrico, Salo, Renny Vegas o Vizca; la Vinotinto llegó para hacer en los últimos 2 o 3 años el milagro que más nadie ha sido capaz de hacer: unir las emociones y las expectativas de todos los Venezolanos independientemente de su ubicación geográfica, postura de vida, estrato social o ideología. Aquí nos agarramos de los pelos todos los días sobre la política y sus personajes, y es evidente que estamos divididos en cuanto a lo que aspiramos como nación y en cuanto a lo que consideramos calidad de vida. Unos pueden convivir con las muertes de 50 venezolanos diarias a manos del hampa y con inflación galopante y asfixiante porque creen “tener patria”, y con eso les basta, mientras que otros buscamos la manera de sobrevivir en medio de tanto caos, y de no sucumbir emocionalmente ante el retroceso y la mediocridad del discurso político. Pero lo cierto es que cuando la Vino juega los corazones de todos nosotros palpitan juntos. Y cuando gana, vibramos y celebramos al unísono. Cuando pierde, pasamos tristeza y rabia juntos, y todos coincidimos en muchas oportunidades en canalizar esa rabia contra el DT César Farías.

 

Na’ guará ‘e peso que le hemos puesto sobre los hombros a la selección nacional. Y ellos lo han asumido calladitos, sin quejarse, y conscientes de ese rol que no buscaron pero que les tocó asumir. Es por eso que en la rueda de prensa del viernes después del juego con Paraguay, César Farías dijo con aplastante y conmovedora pesadumbre que “teníamos necesidad de ganar”. Venezuela tiene necesidad de ganar, pero no para el objetivo específico de llegar al mundial de fútbol, sino para que todos tengamos espacios en los cuales coincidir como hermanos en la victoria o en la derrota, pero en consenso. Consensos es lo que pedimos a gritos. Estamos carentes de espacios compartidos de identidad nacional donde todos estemos juntos del lado de la patria que nos vio nacer. Espacios que no están en el anti-imperialismo vencido y oxidado que hoy sólo compran unos pocos.

 

No ha faltado quien ha querido capitalizar políticamente a la Vino y utilizarla, pero ella, digna, no se ha dejado (hasta el momento). La Vino SÍ es de todos, y a todos nos toca darle un abrazo, apoyarla, aplaudir sus esfuerzos por crecer y fortalecerse en los últimos, y acompañarla en su nuevo camino hacia el mundial de 2018. Se lo debemos, es lo mínimo que podemos hacer.

 

Por lo logrado en los últimos años, unir aunque sea por 90 minutos a todos los venezolanos (que ya es decir bastante), ¡Gracias, Vinotinto!

 

No deja de emocionarme nunca la cuña de Adidas® sobre nuestra pasión Vinotinto, aquí les comparto el link para que no se nos olvide:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 http://www.youtube.com/watch?v=k-39gLY_v0w

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