Dos gobiernos para Venezuela

Por Ricardo Del Bufalo

@RDelBufalo

 

 

 

Recientemente vimos el diálogo de sordos entre dirigentes de la oposición y del oficialismo. Ambos bloques políticos reclamaban reconocimiento al otro, al mismo tiempo que no lo reconocía. Parecían dos grupos de campamento adolescente: Los Azulitos vs. Los Rojitos, cada uno con grito de guerra, banderín y ganas no tanto de ganar sino de hacer al otro perder.

 

El ministro de quien sabe cuántos ministerios y vicepresidente de quién sabe cuántas áreas, Rafael Ramírez, resumió en una frase la frustración de aquella reunión y el meollo del asunto que nos atañe: «pareciera que estuviésemos hablando de dos países distintos». ¿Alguien en su sano juicio pudiera estar en contra de esta opinión?

 

Nadie puede negar que existen dos Venezuelas. Una que quiere vivir en ciudades cosmopolitas y otra que quiere vivir en comunas. Una que se identifica con valores modernos y otra que prefiere el modo de vida indígena. Una que habla de patria y otra que habla de país.

 

Sin embargo, no es verdad que no tenemos nada en común. Hay una cosa capaz de unir las dos Venezuelas: el revanchismo. La Venezuela gobernante excluye a la Venezuela opositora porque ésta última excluyó a la primera cuando gobernaba. El sentimiento revanchista ha sido el motor de todos los gobiernos de la era republicana, cada uno ha querido joder al anterior.

 

Con este dato podemos encontrar una solución a la crisis política que estamos atravesando. A través del revanchismo podemos comprendernos mutuamente. En primer lugar, tenemos que generar empatía en el otro. Como yo soy opositor, haré un ejercicio de imaginación que consistirá en ofrecerle al oficialista la perspectiva del país desde mi lugar, para que entienda cómo me siento.

 

Oficialista:

 

Imagina que la MUD le monte un gobierno paralelo a Nicolás Maduro y nombre a Henrique Capriles «protector de Venezuela». Imagina que los medios de comunicación del Estado, financiados con el dinero público, digan Capriles Supremo y Eterno. Imagina que la Rectora del CNE se ponga un brazalete que diga «el que se cansa, pierde».

 

Imagina que con el dinero de tus impuestos pagues las camionetas que movilizan opositores en las elecciones. Imagina que el Presidente de la República diga «el que no es caprilista, no es venezolano». Imagina que tu gobierno pierda el poder por incumplir promesas y que el gobierno siguiente diga que tus representantes nunca volverán a gobernar el país.

 

Lo más seguro es que ya hayas sentido esto. Y por eso me lo haces sentir a mí ahora. Quieres que sufra lo que tú sufriste.

 

Por esta razón, ahora que te pusiste en mis zapatos, te ofrezco la solución: dos gobiernos. Las dos Venezuelas pueden convivir en el mismo territorio, pero con dos Estados distintos. Ambas pueden gozar del petróleo, pero pueden invertirlo como mejor les parezca. En 900 mil km cuadrados hay espacio para metrópolis de 10 millones de habitantes y también para 30 mil comunas.

 

De esta manera, el revanchismo dejará de ser el motor de los gobiernos venezolanos. Cada mitad de la población será gobernada por sus representantes, para no tener que excluir a nadie más nunca. Un Estado tendrá su bandera de ocho estrellas y el otro su bandera de siete. Uno se llamará República Bolivariana y otro sencillamente República. Una patria y un país caben en una Venezuela.

 

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