Venezolano: dícese de la persona que…

Por Aranesvid López

@Araismos

 

 

 

Nos ha tocado levantar la cabeza de los libros, las revistas, computadoras y celulares, apartar la vista de los televisores, quitarnos los audífonos. Probablemente asumimos que a esta edad estaríamos todavía echados en la grama compartiendo algún concierto con la multitud, quizá en alguna plaza leyendo por horas algún autor de predilección, estrenando el escritorio nuevo, trabajando para viajar por el mundo. Creímos que nuestras vidas transitarían por donde los sueños pasaban, que las metas se irían realizando como un plan que una vez trazado es infalible.

 

Pero la vida nos sorprendió, como suele ser su estilo, y a fuerza de realidad nos forzó a que levantáramos la cabeza, pusiéramos atención, peláramos la oreja y nos enteramos que existían palabras como constitucional, justicia, respeto, poder, dignidad, libertad, entre muchas otras que se amontonaban en algún periódico, dándole forma a alguna noticia o haciendo eco en algún salón de clases, palabras que honestamente nos valían poco… porque la felicidad también tiene su cota de egoísmo.

 

Hoy día estamos empapados de esos conceptos y de muchos otros. Hablamos de economía, sociedad, política internacional, comentamos cómo se maneja el petróleo mientras le echamos azúcar al café, azúcar y café que ahora logramos conseguir tras arduo esfuerzo y paciencia, nos preocupamos por las guerras que se mantienen en otros países y tomamos hasta duelo y parte, cuestionamos el papel de los personajes que enmarcan nuestra historia, citamos artículos de la constitución como el mejor de los leguleyos, comprendemos cómo nos afecta el incremento del dólar, reclamamos derechos que asumimos serían siempre respetados. Entendimos, de la peor manera, por qué los poderes deben ser autónomos, tuvimos que ir en rescate de la constitución porque la dejamos deshojarse mientras nuestra indiferencia se ocupaba de ver televisión, comprar discos e ir al cine. En fin, nos hemos vuelto una especie de libro Integral Girasol de temas que antes ni siquiera nos importaban un poco, ni sabíamos que existían y mucho menos sabíamos que en conjunto le daban forman a un país…

 

Ahora a mí me encantaría que de igual manera nos preocupáramos y ocupáramos en averiguar, estudiar y comprender qué es ser venezolano… a ver si de esa forma conseguimos la manera de vivir juntos en una tierra que siempre ha tenido espacio para todos.

 

 

 

Texto original en www.araismos.blogspot.com y publicado como artículo de opinión en El Universal Web.

 

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