Federico García Lorca enfrenta a una bestia

Por Henyerson Angulo

@Heryens

 

 

 

El 5 de Junio de 1898, en Granada, nace el poeta español Federico García Lorca. Desde muy joven se interesa por las letras, sin embargo, estuvo más inclinado hacia la música durante su adolescencia. No fue sino después de haber iniciado estudios en la Universidad de Granada que se interesa en pleno por la literatura, cuando forma parte de El Rinconcillo.

 

Años después viaja a Madrid para vivir en las Residencias Estudiantiles, donde conoce a varios intelectuales de la época y donde se interesa más por escribir. En 1927 se forma la famosa Generación del 27, que permitió su madurez como poeta. Tres años después viajó a América, La Habana, Nueva York, Buenos Aires donde presentó obras de teatro y conoció intelectuales muy influyentes en la época. Decide volver a su tierra natal en 1934, justo cuando la situación política era crítica, la guerra civil estaba a punto de estallar.

 

Lorca, por su controversial postura ante la política partidaria, que poco se adhería al franquismo, y por ser homosexual, que tampoco el franquismo aceptaba, fue amenazado de captura y muerte, generando esto que embajadores de Colombia y México le ofrecieran el exilio. No cedió, no quiso abandonar la tierra que lo alumbró. Se trasladó a Granada en 1936 para ocultarse de la Guardia Civil Española, sin embargo, es allanada la casa donde se escondía.

 

El 18 de agosto de 1936 el franquismo fusila a Federico García Lorca.

 

La obra obra poética de García Lorca, al menos durante sus inicios, abraza al modernismo. Su poesía es un canto a la tristeza, a la soledad, a los años pasados carentes de amor.

 

El poeta pide a su amor que le escriba

 

Amor de mis entrañas, viva muerte,

en vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita,

que si vivo sin mí quiero perderte.

 

El aire es inmortal. La piedra inerte

ni conoce la sombra ni la evita.

Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.

 

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,

tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.

 

Llena pues de palabras mi locura

o déjame vivir en mi serena

noche del alma para siempre oscura.

 

El sufrimiento como símbolo rey en este poema. La necesidad que una voz tiene por ser escuchada, amada, el hambre de amor es lo que el poeta parece expresar.

 

Es el poema La cogida y la muerte una elegía que escribió Lorca por la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías, quien fallece tras ser arremetido por un toro en la plaza de Manzanares. Esta tristísima elegía es el canto de un corazón en llanto por la pérdida de un luchador. Por eso, al saber que Lorca embistió a un gobierno opresor como el de Francisco Franco, podemos leer este triste poema como un canto a sí mismo: un ser noble que se enfrenta con la Guardia de un dictador y acaba con su vida, que se enfrenta a una bestia poderosa que lo tumba y lo mata.

 

Una bestia mata al torero y otra verdadera bestia al poeta. Hoy podemos leer su llanto como nuestro por todo ser que ha caído bajo la mano de la bestia opresora, que pretende siempre hacer morir al que clama libertad.

 

La cogida y la muerte

 

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana

a las cinco de la tarde.

 

Una espuerta de cal ya prevenida

a las cinco de la tarde.

Lo demás era muerte y sólo muerte

a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones

a las cinco de la tarde.

Y el óxido sembró cristal y níquel

a las cinco de la tarde.

Ya luchan la paloma y el leopardo

a las cinco de la tarde.

Y un muslo con un asta desolada

a las cinco de la tarde.

Comenzaron los sones de bordón

a las cinco de la tarde.

Las campanas de arsénico y el humo

a las cinco de la tarde.

En las esquinas grupos de silencio

a las cinco de la tarde.

¡Y el toro solo corazón arriba!

a las cinco de la tarde.

Cuando el sudor de nieve fue llegando

a las cinco de la tarde

cuando la plaza se cubrió de yodo

a las cinco de la tarde,

la muerte puso huevos en la herida

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

A las cinco en Punto de la tarde.

 

Un ataúd con ruedas es la cama

a las cinco de la tarde.

Huesos y flautas suenan en su oído

a las cinco de la tarde.

El toro ya mugía por su frente

a las cinco de la tarde.

El cuarto se irisaba de agonía

a las cinco de la tarde.

A lo lejos ya viene la gangrena

a las cinco de la tarde.

Trompa de lirio por las verdes ingles

a las cinco de la tarde.

Las heridas quemaban como soles

a las cinco de la tarde,

y el gentío rompía las ventanas

a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!

¡Eran las cinco en todos los relojes!

¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

 

García Lorca fue un luchador desde lo que hacía: arte, pues el arte incomoda a quienes tienen poder y no está, o no debería estar, al servicio del totalitarismo y los gobiernos opresores, aunque -se sabe- haya artistas que han demostrado que no siempre ha sido así. Sin embargo, Lorca lo hizo, no apoyó al régimen de Franco porque impedía su crecimiento artístico y, aunque no cedió, cayó. Por eso hoy, con lágrimas en el rostro, se le honra por dejarnos una maravillosa obra y por resistir hasta su muerte a la bestia dictatorial.

 

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