¿Ser servicial «de más»?
@PAOSandovalIM
En nuestra naturaleza como diseñadores está la del querer prestar un servicio superior. Algo que se caracterice por ir más allá de nuestros límites y la razón por la cual el cliente quiera volver a llamarnos para un próximo trabajo, nos recomiende a otros y se vaya feliz con su encargo.
Nuestra profesión actualmente está tendiendo a combinar más las partes humanísticas y artísticas con las partes científicas y prácticas. Tenemos Ilustradores que son Diseñadores Web, Diseñadores Gráficos que son Artistas Plásticos, Psicólogos que son Ilustradores y Comunicadores Sociales y Publicistas que se están orientando hacia el Comunity Manager y a los lineamientos básicos del diseño entre otros muchos ejemplos.
En fin, es una cantidad de formas de combinar asombrosamente la carrera que se ha venido ganando su prestigio con mucho esfuerzo durante estos años. Ya estamos concientes de que el «diseño» no tiene que ver en lo absoluto con saber manejar con mucha velocidad un programa de computación o realizar un «dibujito ahí». Va hacia otros horizontes orientados a la utilidad de los productos que se le ofrecen al cliente enmarcado en una estética y una estrategia coherente.
De esta forma, tenemos varios tipos de clientes que podríamos clasificar como se han hecho en otros artículos para poder descifrarlos y estar alerta ante sus costumbres y modos.
Existe un tipo de cliente en particular que nos ha tocado a todos alguna vez en la vida: es aquel personaje mezquino y egoísta que cree que está por encima de cualquier persona y nos trata de empequeñecer y hacernos sentir casi como esclavos. Sus tácticas psicológicas pueden ser diversas, desde comparaciones incoherentes hasta el típico «pero eso yo lo puedo hacer mejor». Dicha persona puede aparecer en varios campos de nuestra vida como por ejemplo el sentimental, el familiar o el laboral.
En este último esta persona nunca está satisfecha de nada de lo que se le ofrece, su ego la bloquea de tal forma que siente que nada de lo que se hace a su alrededor está correcto, desprecia a todos los que le tratan de hacer un bien y nunca reconocerá nada bueno. En su mente solo existe la competencia desmedida contra la humanidad y una profunda debilidad cubierta tras una capa de seguridad absoluta. De esta forma, lo peor que podemos hacer con este tipo de clientes es ser «serviciales de más».
Muchos de nosotros nos colocamos en una posición de «reto» ante este tipo de personajes haciendo cada día más y más, proponiendo más y más ideas, dando lo mejor de nosotros sin límites. Por límites me refiero a horarios, encargos extra y cobro de un monto inferior por todo el trabajo realizado.
A todos nos encanta ser tomados en cuenta, sentirnos parte de algo, sentir que nos reconocen todo lo que realizamos y sobre todo sentirnos amados por proporcionar un servicio para el cual estamos hechos. Pero esto no debe confundirse con ser solidarios de más recibiendo muy poco o en su defecto, recibiendo maltratos y malos ratos.
Si esta actitud no debería de tenerse con ningún cliente, menos con personalidades egocéntricas y mal agradecidas que sienten que lo único que está bien es lo que ellos realizan. Nuestro esfuerzo de horas en el instituto, de años de lecturas e investigación, de constantes búsquedas NO CUENTAN.
Cuidemos nuestra profesión no sólo en los detalles de nuestros artes sino en nuestra salud mental y en el trato y la relación con todos los que requieran de nuestros servicios. No nos dejemos manipular, puesto que si bien el diseño no es arte, somos personas creativas y curiosas a las cuales nos afectan las palabras y las imágenes más que cualquier otra y nuestra salud mental y emocional son mucho más importantes que en otras carreras porque estamos constantemente generando ideas innovadoras.
Si sientes que ofreces un servicio desmedido, es parte de la acertividad laboral poner un límite en las condiciones con tus clientes o jefes. UN DISEÑADOR NO ES UN ESCLAVO. Y mucho menos debe estar considerado en una escala menor a cualquier profesional.
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