Espías del siglo XXI

Por Hugo Uribe

@soymartin3000

 

 

¿Confiar? Ni en nuestra propia sombra

 

Estoy sentado frente a mi laptop, tratando de escribir un artículo que me pidieron para entregarlo en menos de quince días. Son las dos y diecisiete de la madrugada. Mi esposa salió con mi hijo por el fin de semana y regresará el domingo en la noche. La sala es alumbrada solo por la luz de la pantalla. Perfecto. A veces, cuando los truenos me lo permiten, escucho algo de música de mi lista preferida. Pero no todo está como debería. No todo está como siempre.

 

Hay algo que logra ponerme nervioso. Sigo escribiendo y al teclear el nombre del buscador de Internet, siento que algo no va como debería, algo extraño pasa al teclear, como si la máquina estuviese guardando información que solo me interesa a mí. Algo está dentro de mi laptop, escudriñando, rondando.

 

Espiando.

 

Alguien me está vigilando

Solo debes poner un poco más de atención cuando sales a la calle, en realidad incluso antes de salir de tu propia casa. Las cámaras de “vigilancia” están haciendo precisamente eso; vigilar. Pero no solamente están diseñadas para hacer la labor de vigilar y ser testigos claves en situaciones sospechosas, también están ahí para observar cuanto acontece y a cuanta gente desfile frente a sus ojos. Nos observan, nos graban, nos tienen en la mira y todos podemos ser sospechosos “de algo”, hasta que se pruebe la contrario.

 

Ser vigilado se ha vuelto ya algo tan “normal” que hasta nos parece que está bien, pensamos muy calladamente que es una buena labor eso de que las cámaras de seguridad estén en cualquier rincón “cuidándonos” y “protegiéndonos”. Habría que hacernos algunas preguntas ¿Nos sentimos realmente protegidos sabiendo que hay cámaras inmiscuyéndose en nuestra vida? ¿Hay cámaras solo donde las vemos, o están en lugares que no permitiríamos que se colocaran? ¿Somos parte de una gran operación mundial en la cual tenemos (todos) que estar vigilados pues somos “potenciales sospechosos”, como dijimos antes “de cualquier cosa”? Vamos a estar claros, a todos nos gusta estar tranquilos, vivir la cierta seguridad de que en el ambiente en donde nos desenvolvemos no nos pasará nada malo. Eso es lo normal. Ahora, ¿querer estar seguros da paso a ser parte de una sospecha perenne, esa que nos hace sentirnos incómodos al pisar un aeropuerto, con la incertidumbre de poder “parecernos” a un terrorista buscado por todas las agencias de seguridad del planeta, solo porque en cierta cámara de alguna esquina, ese día que salimos a la calle recién levantados de la cama, con un sweater con capucha, gorra y lentes oscuros, nos parecimos a “ese”?

 

Los sospechosos habituales

Un día se nos antoja decir que no, que no nos gusta que nos vigilen, que no permitimos ser el objetivo de una misión en la cual lo normal no es la seguridad sino la sospecha. Un buen (¿o mal día?) le contamos a nuestro vecino, ese que tiene toda la vida saludándonos y abrazando a nuestros hijos con tanto amor, que estamos siendo vigilados por todas partes, que nuestras conversaciones telefónicas caseras son escuchadas, que nuestras conversaciones por teléfono móvil son interceptadas cotidianamente. Que al hablar en un café o un bar, todo lo que decimos es grabado por dispositivos ocultos en el lugar. Que tenemos la certeza de que nuestras cuentas de e-mail están siendo hackeadas y en algún remoto lugar del mundo alguien sigue con lujo de detalles todo lo que decimos, las fotos que publicamos, los videos que hacemos en familia y compartimos con nuestros amigos, también vigilados.

 

Ese día que decidimos no callar más y contarle a nuestro vecino lo que sabemos que está pasando, nos hace caer en desgracia pues resulta que él es uno de los operadores de una de esas misiones secretas. ¿Lo han pensado alguna vez?

 

Vivimos observados por un gran ojo que conoce todos nuestros movimientos y no tenemos la más mínima sospecha pues son artefactos (usando una de esas palabras de aquellas viejas películas de espionaje) cotidianos que están a nuestro alcance a cualquier hora del día y metidos en nuestros hogares y lugares de trabajo. Veamos, en una reciente noticia sobre este ente ahora tan famoso por sus trabajos de seguridad, la Agencia de Seguridad Estadounidense (NSA) se nos informa que fotos de nuestros rostros están siendo almacenados a través de videoconferencias, correos electrónicos, base de datos, video conferencias y cualquier herramienta a la que tenga acceso esta agencia. Para el año 2011 ya se habían recopilado millones de imágenes de las cuales 55.000 eran de “calidad”, lo que se traduce en que eran aptas para un reconocimiento facial al compararlas con otras imágenes de personas fotografiadas. Una especia de álbum familiar a escala planetaria en pro de la seguridad y la paz mundial (….).

 

Así en Internet, como en la tierra

En el cyber espacio, como se le solía llamar (sabemos que en tiempos de Internet, todo pasa tan rápido que las frases mueren a los minutos de crearse) a ese mundo paralelo en el que vivimos, hay cientos de vías posibles para descubrir quiénes somos y de manera voluntaria, imaginamos lo feliz que hace a los de la NSA nuestro voluntariado.

 

Hagamos una lista de esos lugares y herramientas en donde nuestra privacidad es vulnerada:

  • Comencemos por la más fácil de todas, los aeropuertos, ese scanner que nos desnuda casi literalmente frente a cientos de otras personas, pero sobre todo, frente a la mirada inquisitoria de un guardia que de solo mirarnos a los ojos, ya estamos casi seguros de ser sospechosos.
  • El ya parte imprescindible de nuestra vida, Facebook. Y esta red es la más interesante de todas pues nosotros mismos le damos toda la información que se nos antoja sin que nadie nos la pida: fotos personales, de amigos, de familia. Lugares que visitamos, restaurantes, dónde vacacionamos. La música y películas que nos gustan, tendencias políticas y religiosas. Dónde estudiamos, quiénes son nuestros mejores amigos. Qué estamos haciendo en ese preciso instante. Inclusive, y esto es lo más loco de la situación, llegamos a decir a todas voces qué es lo que estamos pensando en ese momento. Hay muchas, muchísimas personas que tienen su vida personal tan reservada para ellas y la cuidan como si fuese lo más valioso que puede existir y, ¡Oh milagro! al entrar a esta red social se ven en la imperiosa necesidad de decir todo lo que les pasa. La soledad (y sí, quizá un poco de ego) ha llevado a la gente a usar como psicoanalista a las redes sociales, sin saber que al mismo tiempo están dejando miles de datos personales que pueden, o no, ser usados para cualquier otro motivo indispensable en una investigación de esas “Top Secret”.
  • Los teléfonos celulares. Son un apéndice del cuerpo humano, la parte que a Dios se le olvidó crear. Podemos salir desnudos a la calle en un apuro, pero jamás sin el celular. Y ese pequeño aparato se ha convertido en el más grande y mejor archivo de datos que cualquier agencia de seguridad puede obtener. Si, hemos dicho obtener, pues sabemos la facilidad que tienen para acceder a estos aparatos. Sin embargo no dejamos de meterles información personal de altísimo valor, no solo para nosotros.
  • Los correos electrónicos, son herramientas de trabajo a través de los cuales se envía información confidencial la cual solo debería ser vista por emisor y receptor. En teoría.

 

En fin, al parecer somos nosotros mismos quienes estamos dando la libertad a quienes quieren espiarnos, para que observen lo que quieran, cuando quieran.

Pero no es así, al menos hay quienes piensan que no debería serlo.

 

Snowden…Edward Snowden

Aquella frase inmortalizada por el agente “encubierto” más famoso de la historia, Bond…James Bond, es parte de la cultura popular de buena parte del planeta y cabe perfectamente para este joven, ahora casi tan famoso como el 007.

 

La verdad es que a estas alturas no sabemos cómo denominar a este joven: consultor tecnológico, informante, o espía, al parecer de todos esos calificativos, el de espía es que le va mejor. Al menos para el gobierno de los Estados Unidos. Lo cierto del caso, de este caso, es que Edward Snowden ha pasado a ser blanco de las más estrambóticas teorías tanto de su anterior empleo, como de su paradero. El apellido Snowden le ha dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales y los periódicos gracias a su incontinencia verbal o, como podría llamarse de una manera más acorde con estos tiempos, necesidad de mantener la privacidad, privada.

 

La vida de Snowden, antiguo empleado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) cambió radicalmente el día que decidió hacer público a por medio de los periódicos The Guardian y The Washington Post, unos documentos clasificados como Top Secret (alto secreto), los cuales trataban sobre los programas de vigilancia masiva implementados por la NSA. A partir de ese momento, Snowden ha comenzado una travesía en búsqueda de asilo, que lo ha llevado a requerirlo a 21 países entre ellos Cuba, España, Venezuela y Rusia.

 

Pero ¿qué fue lo que hizo Snowden para comenzar una vida casi de película, en donde nadie sabe exactamente en qué lugar se encuentra, cómo se mueve, quiénes lo ayudan en esta huida del gobierno del país más poderoso del mundo? ¿Es Snowden un espía ciertamente, o alguien que defiende los derechos de privacidad de millones de personas? Veamos.

 

La filtración del PRISM (Programa de vigilancia electrónica utilizado por la NSA) a diarios de Estados Unidos y el Reino Unido, con el cual el gobierno de este país pudo haber espiado a más de 35 líderes mundiales, fue el comienzo del fin de la vida que llevaba este joven. Estos documentos filtrados por Snowden dejan ver que PRISM es utilizado como fuente primordial para todo lo relacionado con análisis e inteligencia por la NSA, lo que hace capaz a esta agencia de acceder a chats de voz, correos electrónicos, videos, fotografías, direcciones IP, notificaciones de inicio de sesión en computadoras, detalles sobre perfiles en redes sociales, etc. Como se puede observar, las redes sociales no se salvan de este informe denunciado por Snowden en donde Facebook también se ve implicada, así como Microsoft, Google y Apple, aunque sus representantes se hayan encargado de negarlo.

 

Snowden alega que hizo esto pues sentía la imperiosa necesidad de proteger su privacidad, “no puedo, en conciencia, permitir al gobierno de EE.UU. destruir la privacidad, la libertad en Internet y las libertades básicas de personas de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto.”, comentó Snowden en una entrevista. “No hice nada malo. Soy un convencido de que deben ser los ciudadanos quienes decidan sobre el poder que le otorgan al estado y no un burócrata de turno”, dijo Snowden en un video hecho en un hotel de Hong Kong donde estuvo refugiado por un tiempo.

 

Turismo extremo

Desde el lejano oriente, hasta las cálidas tierras caribeñas de Sur América, Snowden ha tenido que sortear los más variados obstáculos dignos de una producción hollywoodense. Snowden dijo en una oportunidad “tener pre disposición a buscar asilo en un país que comparta sus valores” dejando ver que su mejor opción sería Islandia. Ese mismo día, una organización islandesa pro derechos de libertad de expresión emitió un comunicado ofreciendo servicios de asesoría legal. Casi al mismo tiempo, la embajadora d Islandia en China, Kristin Aranadottir, se pronunció objetando el asilo pues para hacerlo Snowden debería estar en suelo islandés.

 

Snowden continuó su periplo y llegó a Hong Kong en donde se alojó en un hotel y según periodistas de la cadena de noticias CNN, Snowden se estaba quedando sin dinero pues su tarjeta ya estaba en números rojos. El mismo día, Snowden se marchó del hotel, mientras un funcionario del gobierno chino le aconsejaba retirarse del territorio o enfrentar la extradición a Estados Unidos.

 

Snowden toma sus maletas, al parecer las únicas pertenencias que posee, además, por supuesto de todo lo que lleva en su agenda privada oculta en su cerebro, y marcha con destino a Rusia en una avión de la línea Aeroflot. Al llegar a Rusia, pide asilo a Ecuador. Al enterarse el gobierno de los Estados Unidos de esto, le invalida el pasaporte al joven. En junio de 2013, el presidente ruso Vladimir Putin confirma que Snowden se encuentra en la zona de tránsito del aeropuerto Sheremétyero de la ciudad moscovita y recalca que no extraditará a Snowden debido a que no existe un tratado bilateral para este fin.

 

Entre los países que Snowden ha pedido asilo político se encuentran: Brasil, Cuba, China, Alemania, Francia, Finlandia, La India, Bolivia, Austria, Países Bajos, Nicaragua, Reino de Noruega, Polonia, España, Suiza y Venezuela. El pasado lunes 23 de junio, Edward Snowden cumplió un año estando en Rusia pero continúa con paradero desconocido. Lo último que se conoció es que Snowden está tramitando la extensión de su estadía en ese país.

 

Y siguen las filtraciones

El pasado 18 de junio, un portal alemán de noticias publicó 53 documentos confidenciales que el ex contratista de la CIA les había entregado. Los informes, según el portal Spiegel Online, se basa en textos y facsímiles en los cuales se “forman en cierto sentido, el expediente de Alemania”. Entre los datos que se registran en estos documentos están colaboraciones entre los servicios de inteligencia BND y BfV, junto a la NSA estadounidense. Uno de esos documentos pertenecientes a la NSA con fecha de mayo de 2009, confirma que esa agencia compiló más de 300 reportes sobre la Canciller alemana Angela Merkel. Estos documentos pueden ser bajados en la página del portal de noticias (http://tinyurl.com/n3esxpl).

 

No todo es malo para el ex agente

¿Héroe? ¿Traidor? Queda a nuestro juicio y principios, lo cierto es que hay mucha gente que lo considera un héroe, como la Fundación alemana Humanistische y es por eso que hace unas semanas le otorgó el premio Fritz Bauer (nombre del juez alemán Fritz Bauer iniciador de “juicios en Auschwitz y responsable de las condenas de varios militares nazis participantes en diversos crímenes contra la humanidad) por sus revelaciones sobre la NSA, alegando que “Snowden demostró un coraje cívico excepcional, revelando las prácticas de vigilancia que violan los derechos humanos básicos”

 

Esta historia continuará…

Atrás quedaron los tiempos de hacernos creer que los espías vestían trajes de marca, estaban con las chicas más guapas, tomaban Martini en hoteles exclusivos y se transportaban en autos con diseños característicos elaborados solo para ellos con artilugios especiales para salir de cualquier apuro.

Hollywood se encargó de crear entre su público, cierta empatía hacia estos personajes solitarios, temerarios, desconfiados y, sobre todo, con un súper atractivo para las mujeres. En otras palabras, alguien que, aunque no lo quisiera, llamaría profundamente la atención de todos. Nada más lejos de la realidad.

 

Como en las buenas películas de espías, siempre nos quedamos con ver más aventuras de estos extraños personajes y el caso de Snowden, estamos casi seguros, no ha terminado; por el contrario, vendrán más entregas llenas de suspenso e intriga.

 

Esperamos que nuestro “héroe” o “villano” continúe sus aventuras y nos traiga un desenlace sorpresivo.

 

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