Es mejor despedirse en Maiquetía que en el cementerio

Por Carlos Peña

@Carlos_PP88

 

 

 

“No hay mal que dure mil años, ni cuerpo que lo resista, yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista”, sin duda aquella frase de esa canción, aparte de poética y patriótica está llena de rima en cada uno de sus versos. Pero hoy, la realidad es más sonora y distante que ese tema interpretado por Carlos Baute.

 

En la Venezuela revolucionaria, sus jóvenes, o por lo menos una gran mayoría, no quieren patria. Muchos de ellos solo quieren legalizar y apostillar sus documentos con la mayor prontitud posible, para sumarse así a la cifra de un 1.500.000 de compatriotas que han optado por probar suerte en el exterior.

 

Cada vez son más reiterativos los reportajes que abordan esta problemática. Recientemente el diario El Universal, publicaba una infografía, en el que se detalla como en los últimos 15 años se ha acentuado el número de profesionales que han decido partir a países como: Estados Unidos, España, Portugal, Colombia, Francia, Canadá, Panamá, Inglaterra, Irlanda y Alemania.

 

¿Pero cómo no se iban a ir? Si hasta lo más esencial para una sociedad, como lo es la alimentación, está más cuesta arriba. Según Cendas el precio de la canasta básica se ubicó en el mes de agosto en Bs. 13.482,56 se requeriría entonces 3,2 salarios mínimos para cubrir su precio.

 

Y esto si se consiguen los alimentos. Porque la escasez de productos básicos se registra en uno de cada cuatro artículos. Irónicamente, aunque los barriles estén llenos de petróleos para exportar, no hay alimentos para abastecer los anaqueles. Se llenan las arcas del país, pero se vacía el estomago del ciudadano común. Y es que en eso nos convirtieron, o mejor dicho, en eso dejamos que nos convirtieran: en una tragicomedia.

 

Una entre tantas de las aspiraciones de cualquier joven, es obtener un vehiculo propio. Pero eso es más complicado aún, partiendo por el hecho que según informes de la Cámara Automotriz Venezolana, hasta julio del 2014 la caída de la producción acumulada se situaba en un 87,5%.

 

Si no hay que comer, mucho menos se puede comprar un carro ¿Puede haber algo aún peor? Sí, lo hay. El sueño de obtener una casa propia. La Cámara Inmobiliaria de Venezuela en distintas oportunidades ha afirmado que en la actualidad existe un déficit de 2,7 millones de viviendas, esto quiere decir, que el sector de la construcción tiene 18 trimestres seguidos en desplome.

 

Los recién graduados están contra la espada y la pared. Sin opciones, ni esperanzas, ni sueños. Los jóvenes son concientes y entienden que la economía de un país es mucho más compleja que el cobrar y dar el vuelto en una unidad de transporte. La economía es más que eso y el resolver esta crisis es más complejo de lo que se pudieran pensar.

 

Si todo esto se tratara de una carrera automovilística, quien nos conduce, sería todo un campeón, por llevarnos a lo más alto del podio, en diferentes categorías. Y es que estamos entre los primeros lugares en inseguridad, inflación, escasez y desempleo.

 

Ante tal panorama son muchos quienes han buscado opciones, que antes no eran muy solicitadas, pero cuya situación ha ido cambiando. Es así como el abanico de países que están recibiendo a nuestros mejores talentos se ha ido ampliando a lugares como: México, Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, Chile, Costa Rica y Uruguay. Ahora esas son naciones en donde el amarillo, azul y rojo, se percibe cada vez más por esas calles ajenas.

 

Pero en la acera de al frente están esos muchachos quienes prefieren quedarse en su terruño y luchar por lo suyo. Ser una suerte de héroes y realizar una especie de gesta libertadora, pero que en su camino solo se han topado con la muerte.

 

Hay otros que han sobrevivido para contarlo, pero aún así, han sido victimas de torturas, vejaciones y detenciones arbitrarias. Pero lo más difícil con lo que han tenido que luchar es contra la indeferencia de una sociedad que parece adormecida, somnífera, apática.

 

Cada joven escoge su destino: irse o quedarse. Pero cada madre y cada padre solo tiene dos opciones: decirle adiós a su hijo en Maiquetía o despedirlo en el cementerio. Cabe recordar que en la lista de los 10 países con el mayor número de homicidios, Venezuela se encuentra en el segundo lugar.

 

Por ello es que muchos optan por despedirse sobre el cromático piso del aeropuerto internacional Simón Bolívar, que tener que despedirse sobre el gramado de un frío y desolado cementerio.

 

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