Game over: videojuegos y venganza

Por Mónica Duarte

@M0n1k1ta

 

 

 

En la era de la tecnología los niños no pueden escapar de los juegos en su formato electrónico. Las consolas de videojuegos se venden por todos lados y son usadas como refugios tanto para padres como para los hijos. En torno a esto se ha creado un debate que nunca acaba sobre las bondades y peligros que tienen los temas violentos en estos juegos.

 

Y este es el argumento que toma Javier Castro, director de la película Game Over, para contarnos una historia poco usual sobre la delincuencia y la vida en la Venezuela acontecida que hoy tenemos. Guayoyo en Letras conversó con él y pudo recoger más detalles de este nuevo film y la peculiar historia de Javier Castro, un director y productor que, sin duda, da mucho de qué hablar.

 

 

Guayoyo en letras: ¿Cómo comenzaste en el cine?

Javier Castro: Llegué de casualidad. Primero fue en el mundo del teatro a los 9 años, pero en la juventud mis pasos e fueron hacia otro lado no muy bueno. Luego de cumplir un proceso de rehabilitación y de cambiar mi vida, viendo muchas películas venezolanas y en especial una película colombiana llamada “Perro come Perro” decidí que quería hacer cine. Contar la historia desde la perspectiva en que yo he vivido las calles y contar más allá de las historias de delincuencia. Yo quería contar la historia de lo malo que le puede pasar al delincuente o de cómo sufre su madre.

 

G.L.: ¿Siempre te han apoyado? ¿Cómo fue ese primer momento en que dijiste que querías hacer cine?

J.C.: Cuando estaba en rehabilitación tenía unos amigos y en estos días uno me escribe y me dice “te pido disculpas” porque yo estando en rehabilitación ya decía que quería hacer cine y ellos pensaban que me había vuelto loco de verdad, que todo me había afectado. La gente de verdad no cree en ti y más cuando vienes de un mundo así, te ven peor. Pero eso me impulsó, cuando hice mi primera película y nadie me ayudó. Yo tenía que vender chocolates y tarjetas para financiarla, e incluso me hicieron un reportaje porque yo vendía turrones para comparar las cintas de la cámara. La película la hicimos, la editamos y presentamos al barrio para que la viese la comunidad y al día siguiente se la regalamos a los buhoneros, de eso ellos hicieron 24.000 copias en una semana.

 

G.L.: ¿Qué tiene de diferente Game Over a tus otras películas?

J.C.: Mis anteriores películas las escribí yo solo. Esta la escribí con Jospe Salinas, que también es productor y actor en la película. Game over fue escrita por él l principio pero mostraba sólo un lado de la moneda, y yo siempre he querido mostrar los dos lados de la moneda. Entonces, estando en el Festival de cine de Mérida de 2012 me metí en un ciber y vi muchos niños jugando. La culpa no es realmente del videojuego que es algo comercial, son los padres que no están pendientes de lo que hacen sus hijos o que les compran los juegos. Entonces, de ser una película de venganza en el barrio pasó a ser Game Over, que es la palabra más común de los videojuegos.

 

G.L.: ¿Qué buscan trasmitir con la película? ¿Es hacia los padres o hacia los muchachos que juegan?

J.C.: Ya varios gamers me han vapuleado que dicen que yo culpo a los juegos. Pero eso es solo una herramienta que se usa para llegar a un porqué, yo no los culpo. Las películas y los videojuegos son un negocio que se hacen para comercializar, depende de tus padres que te dejen ver o no esos contenidos. El delincuente no se hace en la calle, la persona se pierde a sí sola por curiosidad, por eso debe haber más vigilancia.

 

G.L.: ¿Por qué es una película de Cine Guerilla?

J.C.: Porque no teníamos dinero y a veces en los sistemas que existen dentro del cine venezolano y las instituciones que brindan apoyo hay mucho papeleo. Y como nosotros queremos contar la historia, tenemos la locación, a los panas en el barrio y el teatro, entonces decidimos darle de una vez. El concepto del cine guerrilla es otra manera de hacer cine no convencional donde se soporta únicamente en formato digital. Todos colaboran, nuestros amigos, la gente que nos presta las locaciones también colabora con la comida, los actores cargan cables, todo porque les nace, porque lo ven como arte y no como un trabajo.

 

G.L.: ¿En el futuro te gustaría tener un financiamiento mayor o quiere seguir con esta forma de trabajo?

J.C.: Me gustaría hacer cine guerrilla con financiamiento. También el cine guerrilla ha sido malinterpretado, porque se comienza con las locaciones que se tienen a la mano, que suelen ser de barrio y sólo se hacen entonces historias de delincuencia. Pero el cine guerrilla no es eso sino otra manera de producir. En el equipo nos gusta porque involucra mucho a la gente.

 

G.L.: ¿Qué es lo que más disfrutas de hacer cine?

J.C.: Todo, dirigir, formar lio, mandar. Esas 12 horas parado y trabajando. Hacer cine te mantiene vivo, cuando yo termino un rodaje quiero maquinar algo nuevo porque es una constante en mi vida.

 

G.L.: ¿Cómo aprendiste a hacer cine, a manejar las cámaras?

J.C.: Yo veía películas desde los 5 años, me gustaba contar las historias de lo que veía. Luego, cuando me interesé en hacer cine, hice un taller en el CNAC. Después, seguí metiéndome en internet y buscando, viendo una o dos películas diarias, para hacer cine hay que ver cine. Por ejemplo, me gustan mucho las películas de Tarantino por sus enfoques y las españolas. Luego, al finalizar Game Over el CNAC me ayuda con la postproducción y me da una beca para estudiar cinematografía afuera, pero desde que vine no he hecho otra película.

 

G.L.: ¿Qué les recomendarías a aquellos que quieren dedicarse al cine?

J.C.: Para hacer cine hay que tener una historia y ganas de contarla. Y no tener limitaciones en cuanto a que si no se tiene algo creer que no se puede hacer. Es querer, uno lo que busca un sí, fastidiar y tener paciencia hasta que te lo den. Y ver el cine como arte, no hay que pretender vivir del cine hay que vivir para el cine.

 

G.L.: ¿Qué cambiarías de la forma de hacer cine en Venezuela?

J.C.: La manera de ver los proyectos. Ver más allá de los cineastas de la vieja escuela, hay gente nueva con ganas de hacer e inventar. Yo siempre digo si la vida no es perfecta por qué el cine tiene que serlo. Todos los días hay algo nuevo que inventar y una historia nueva que contar.

 

G.L.: ¿con quién te gustaría trabajar?

J.C.: Siempre he querido actuar fuera de mis películas, recientemente me llamaron para hacerlo en La gran pelea y El show de Willy, dos nuevas películas. Y eso me gustó mucho, estaría dispuesto a trabajar para el director que me llame.

 

G.L.: ¿Cómo describirías a la película en una palabra?

J.C.: Venganza.

 

Café con…

G.L.: ¿Qué endulza tu café?

J.C.: Que cada día me despierte sano y vivo.

 

G.L.: ¿Qué lo amarga?

J.C.: La incompetencia.

 

G.L.: Un momento del día para un café.

J.C.: En la mañana a penas de despierto.

 

G.L.: Un lugar para un café.

J.C.: En la calle, un cafecito de termo, no me gustan los cafés de máquina.

 

G.L.: Una canción para acompañar a un café.

J.C.: Una de Julio Jaramillo, porque me recuerda a mi abuela.

 

G.L.: Una película

J.C.: Libertador.

 

G.L.: Si pudieses compartir un café con alguien ¿con quién sería?

J.C.: Con Tarantino y un traductor para entenderlo.

 

G.L.: ¿Cómo sería Game Over como un café?

J.C.: Sería un café cerrero, que viene del cerro, amargo.

 

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Guayoyo en Letras