La corrupción venezolana y la moral acostumbrada
Por José Zapata
@jousezapata
La ONG Transparencia Internacional publica al final de cada año del índice de corrupción gubernamental de cada país. Este año ha informado, de nuevo, que Venezuela ocupa uno de los peores lugares en el mundo. Y, de nuevo, y conjunto con centenares de voces de ONG’s e Instituciones de la ONU que instan al gobierno venezolano a realizar cambios necesarios y ajustar sus políticas para ir hacia un camino más democrático, quienes nos gobiernas han hecho caso omiso.
El informe presentó a Venezuela como el país más corrupto de Latinoamérica; más aún, en una puntación que va del 0 (altamente corrupto) al 100 (altamente transparente), Venezuela obtuvo un puntaje de 19 puntos, lo cual la posicionó en el lugar 161 de las 175 naciones analizadas.
Ahora bien, la corrupción se puede entender de dos maneras (al menos de manera general): la corrupción política es aquella en donde una persona se aprovecha del cargo que ocupa para conseguir beneficios personales o para sus allegados, y la corrupción administrativa es el vicio que consiste en la utilización de factores y medios de la empresa a la que se trabaja (o, en este caso, cargo público) para conseguir riquezas ilícitas.
Vale decir que los medios que se consumen en la corrupción los paga la sociedad, pues perjudican de manera directa en el funcionamiento de servicios públicos. Además, la corrupción debilita el plexo social, pues crea desconfianza entre los ciudadanos, entre ciudadanos y gestores, entre la sociedad y el funcionario público. Más aún, si se convierte en una práctica constante, no cabrá más remedio que la frase de “si no puedes con ellos, úneteles”. Es decir, la única forma de no ser tragado vivo por el sistema es ser corrupto uno mismo.
Mientras tanto, Contralora General de la República, con su cargo vencido desde el día domingo 30 de noviembre, rechazó (de manera “categórica”, como les encanta rechazar las cosas) el informe de la ONG Transparency International. Gonzáles ha dicho que la organización no tiene moral alguna para calificar a ningún país.
Claro está que los altos mandatarios del Poder Moral debían de formalizar el procedimiento para elegir un comité, integrado por la sociedad civil, que se encargaría de preseleccionar a los nuevos altos líderes de la Contraloría, la Defensoría y la Fiscalía. Pero esto no sucedió, y se “activó” la excepción contemplada por el artículo 279 de la Constitución de Venezuela, que reza que en caso de que no se elija dicho comité, sería la Asamblea Nacional, por referéndum, la que elegiría a los nuevos mandatarios. Cabe destacar que esta regla extraordinaria dicta bien que se debió haber activado si, 60 días antes de expirar el cargo de la Contraloría, La Defensoría y la Fiscalía, no se había elegido el comité aún.
“Esta organización no tiene reconocimiento por parte de ninguna institución auditora del mundo ni está respaldada por la credibilidad y aceptación de los ciudadanos. Sus informes se producen sin ninguna validación ni respaldo documental, carentes de todo rigor técnico y metodológico (…)”, señaló la Contralora.
Por su parte, la ONG Transparencia Internacional, radicada en Europa, explicó que este informe se realiza a través de un estudio de la aplicación de las leyes de cada país y la aplicación de sus Instituciones. Asimismo explicaron que en los países con alta corrupción existe “cierta naturalidad” frente al fenómeno. La palanca y el soborno se convierten en una herramienta cotidiana.
Chile y Uruguay son los países latinos que encabezan la ista, con 72 puntos cada uno. Del otro lado del mundo, los países con más puntaje son: Dinamarca (92), Nueva Zelanda (91) y Finlandia (89). Y finalmente, los países con más altos índices de corrupción, según la ONG, son Corea del Norte y Somalia, con 8 puntos.
El Índice de Corrupción Gubernamental es un referente a nivel mundial y debería ser tomado en cuenta. Lástima que seamos un país tan acostumbrados a la corrupción que noticias como esta pasen desapercibidas cada año.
