La mejora global

Por Paola Sandoval

@PAOSandovalM

 

 

 

La tecnología que se ha venido desarrollando en los últimos veinte años ha transformado nuestro mundo en un lugar diferente. Redes sociales, cámaras fotográficas y teléfonos celulares han creado una “aldea global” que nos permite estar en una mayor comunicación con nuestro prójimo, que la que tenían nuestros antepasados. Sin embargo, hace algunos días escuchaba hablar a una mujer sobre la situación mundial anárquica que nos rodea y pude retener un comentario interesante:

– «El problema del mundo es muy sencillo pero el hombre insiste en complicarlo. Así como hay personas que comen todos los días y se arropan a leer mientras llueve y cierran la ventana sin preocupación, existen aquellos que no comen ni beben a menudo y cuando llueve se les cae la pared encima y mueren… El día en que nos demos cuenta de que lo esencial entre humanos es el que todos podamos comer y dormir bien y que el resto es lujo y vanidad, estaremos mejor…»

 

Llamó poderosamente mi atención que en una encuesta realizada en EE.UU hace algunos años, a los ciudadanos se les preguntaba qué era lo que más deseaban en su vida y debían elegir entre tres opciones: dinero, salud o fama. Un 80% eligió que deseaban ser famosos. ¿De dónde viene la gran necesidad de ostentar lo que se hace? ¿Es necesario tanto poder? ¿Es necesaria tanta fama?

 

A diario observamos personas negadas a enfrentar la realidad, que crean perfiles falsos en la web o se graban realizando actividades inútiles y que ponen en riesgos sus vidas para buscar esa fama pasajera.

 

De la misma manera, los medios tampoco ayudan: abrimos el periódico de la mañana y nos colocamos ante un montón de noticias inútiles que nos hablan de cuántos hijos tuvo fulano, cuándo se puso el implante de nalgas zutana, cuánto le costó el nuevo auto a zeta, qué dijo equis a «y» sobre su nariz, etc. Y así se desperdician miles y miles de páginas y tinta en cosas tan fugaces que de paso nos envenenan a nosotros haciéndonos creer que si colocamos una foto en nuestro facebook con nuestro nuevo implante de senos, lo estamos haciendo de maravilla y vamos rumbo a la superación personal.

 

Es interesante tomar en cuenta que las nuevas generaciones un poco más jóvenes que nosotros (13-18 años), están en su mayoría totalmente alienados a dichos artefactos, en un mundo virtual en el cual ser famoso y tener dinero es la meta, pasando por encima a cualquier valor con tal de tener unos minutos en la televisión. Como consecuencia, canalizan toda esa energía creativa juvenil en situaciones como ponerse electricidad en los pezones con las pinzas de batería para un carro y morir, entre muchas otras “creaciones”.

 

Por otro lado el bombardeo continúa con programas y productos acerca de cómo trabajar todo el día y toda la noche sin cansancio, sobre cómo hicieron que un salmón creciera el doble de lo que crece un pescado normal para comercializarlo sin importar el daño a nuestra salud, de cómo tener el cuerpo ideal de acuerdo al sistema, de cómo ser rico y poderoso, etc.

 

¿Qué es lo que pasará? ¿Vendrá el fin del mundo? ¿Qué se debería hacer para lograr la tan ansiada paz? ¿Seguiremos caminando hacia la hecatombe o hay una luz al final del túnel? ¿Qué podemos realizar como individuos para la mejora global? ¿En dónde estamos? ¿En qué consiste el verdadero sentido de la vida? ¿Es necesario tanto aparataje? ¿Cuál es la búsqueda realmente?

 

Ciertamente nos hemos olvidado de lo esencial. En palabras de la filosofía zen, estamos viviendo una «fantasía del ego» que nos dice que fregar suelos y llevar cosas de un sitio a otro es horrible, que ayudar a los demás es cuestión de marcianos y que trabajar miles de horas para tener dinero que nos sobra, fama que poco importa con la mezquindad y el egoísmo por delante es lo mejor.

 

Sin embargo, ¿De qué se trata? ¿De qué nos traslademos al campo y nos desconectemos para siempre de la civilización? ¿De que vivamos sin sueños? NO, para nada. A todos nos tocó un diseño predeterminado que nos hace tener nuestros gustos y características particulares, las cuales lejos de esconderlas debemos aprovecharlas al máximo. Pero  la meta no debe ser nunca hacer las cosas para ganar fama o dinero en exceso pasando por encima de las reglas de la armonía universal, para perjudicar a la humanidad o para hacer sentir miserables a nuestro prójimo.

 

Liberarnos de nuestros pensamientos egoístas y adoptar una actitud positiva ante la vida es la línea de partida y la línea de llegada. Ser el mejor en un área sí, pero conscientes de que otros podrían hacerlo, de que ayudar a otros a superarse también es importante, o por lo menos, no ponerles la zancadilla. 

 

Aprovechar nuestra breve estadía en este plano, disfrutar cada momento, no comer de pie porque tenemos que terminar aquel informe, cuidar nuestra salud, cuidar nuestros pensamientos, colocarnos esas prótesis de seno si es algo estrictamente necesario,  tener un carro bueno y no cinco mientras tus empleados padecen a diario por un sueldo mísero, en fin.

 

Podemos tener nuestras aspiraciones y sueños materiales, placeres y demás, pero tomando en cuenta de que somos varios en el planeta y que, si bien no somos todos iguales (ni siquiera dos personas), tenemos que comportarnos de una forma generosa, para hacer de este un mejor mundo. Mientras tanto, seguirán pasando siglos y siglos y se continuará escribiendo la historia de la humanidad en medio de hambre, guerras y caos.  

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