La Grecia de Pound o su aporte a su proyecto
Por Miguel Chillida
Octavio Paz señala en su libro Poesía y fin de siglo, la importancia que tuvo la inclusión del arte de otros continentes en el mundo occidental. Ese proceso comienza para el escritor mexicano en el siglo XVI con el descubrimiento de América, pero su gran culminación es en el siglo XX. A Picasso, por ejemplo, le interesará el arte africano. En el siglo XX hubo un profundo cuestionamiento de la realidad, condicionado por los descubrimientos científicos y psicológicos. Estos influenciaron a los artistas que pensaban su tiempo histórico, y de ese modo sus obras se vieron tocadas por las percepciones alteradas de la realidad, como Michaux, la relatividad del mundo, las profundidades de la psique. La acogida que el arte occidental le da al de otras culturas, no es sino la capacidad de asumir distintas “visiones de la realidad”. También dice Paz que “las traducciones de poesía china de Pound contribuyeron poderosamente a estos cambios” (43). Pound no sólo hizo traducciones de la poesía china, sino que su propia obra poética se vio influenciada por esta. Como Ignacio Iribarren observa, con esas traducciones comienza “la etapa china de Pound” (85).
Los Cantos de Pisa están llenos de esa influencia, pero no sólo eso, sino que la cultura asiática convive en ese libro con la occidental, lugares concretos, ideas políticas y económicas, personajes históricos, así como personas anónimas en la historia, sucesos, la antigua Grecia. Eugenio Montale lo dijo así:
“Imaginad que se pudieran radiografiar los pensamientos de un condenado a muerte, diez minutos antes de su ejecución, y que ese condenado tenga la envergadura de Ezra Pound: un poema que es la recapitulación explosiva de la historia del mundo (de un mundo), sin ninguna ligazón ni relación de tiempo o espacio.
Quiero decir que estamos ya muy lejos de todo lo que se llama “arte”, en el lenguaje ordinario. Un millar de personajes, citas en todas las lenguas, caracteres chinos, pasajes musicales, alusiones a todo lo que ha alimentado el pensamiento moderno, en los últimos cincuenta años, bien sea en el campo de la historia, de la filosofía, de la medicina, de la economía, de las artes, sin olvidarse de la leyenda y de la prehistoria. Sólo falta Freud, felizmente, pero en todo lo demás, el catálogo está completo” (162).
En relación a eso que veía Montale, con esa inminente condena a muerte, a la silla eléctrica, a la guillotina o a la horca, y también en relación a la denuncia de la usura (un condenado a muerte que grita las culpas de sus ejecutores antes de cumplirse la condena), en el canto “LXXVIII” hay unos versos en que dice: “Acabó con el comercio de esclavos, hizo florecer el desierto / y amenazó a los cerdos prestamistas / Sitalkas, doble Sitalkas / “no el sacerdote sino la víctima” / dijo Allen Upward / sabíamos que algo andaba mal, cuando él (Pellegrini) / dijo: el dinero está ahí / Conocimiento perdido con Justiniano, y con Tito y Antonio / (“la ley rige el mar” es decir lex Rhodi) / que el estado tenga provecho de la desgracia privada / ¡No! O la historia de la propiedad / a Rostovseff (¿es Rostovseff?) / nada peor que un gravamen fijo / promedio de varios años / Mencius III, I. T´ang Wan Kung / Capítulo 3 y verso 7 / Se bienvenido, Oh cricket mi grillo, pero no debes / cantar después del toque de queda” (77).
Por supuesto, a primera vista es difícil dar un sentido a lo que está diciendo, para descifrarlo habría que dedicarse a investigar un poco. Pero parece que al hablar sobre un episodio de la economía occidental está citando unos versos chinos, sobre los que tal vez Occidente pudiera sacar algo. Quién sabe. Y si acaso hay un grillo en esos versos, no sería bienvenido en la hostilidad occidental y estaría reprimido por algún toque de queda. Las lecciones de su canto serían silenciadas.
Los Cantos de Pisa no sólo hacen referencia a textos chinos, también Pound transcribe la grafía china, así como escribe en griego, francés, latín, reproduce partituras. El canto “LXXVII” está plagado de esas cosas. En ese canto están lo siguientes versos, en los que puede ver en las nubes de Pisa tranquilidad oriental: “Las nubes de Pisa son sin duda varias / y tan espléndidas como cualesquiera haya visto desde entonces / en las cartas de Scudder del Schuylkill / a la vera de cuya corriente recuerdo a un fulano / sentado en una choza sin hacer nada / sin pescar, no más mirando el agua, / un hombre que frisaría en los cuarenticinco / nada importa sino la calidad del cariño” (61). Y también en su poema “Ts´ai Chi´h”: Los pétalos ruedan en la fuente, // pétalos de rosa, anaranjados, / Su ocres se adhieren a las piedras” (80), (versos que tienen una correspondencia con la realidad trascendida de Williams, aunque este vea el futuro de Occidente en América en vez de en China).En estos poemas está la “autonegación” de la anterior sensibilidad “y, simultáneamente, una metamorfosis”, como explica Paz (44).
No todos los poemas de la etapa china tienen que ver con alusiones a lugares concretos, sino también con la voz del pueblo asiático, como es el caso de “Carta de la mujer del mercader del río”. La mujer es la hablante del poema, y habla a su esposo, a quien conoció siendo niña y que hace cinco meses se había ido “hacia el lejano Ku-to-yen”. Ella seguía esperando y diciéndole así: “El musgo crece ahora en el portón, / ¡Demasiado tupido para arrancarlo! / Las hojas caen prematuras este ventoso otoño; / Las mariposas apareadas amarillean ya en agosto / Sobre la hierba del jardín del oeste; / Me hacen daño. Envejezco. / Si regresas a través de las gargantas del Kiang, / Házmelo saber, por favor, anticipadamente, / e iré a encontrarte, // En Cho-fu-sa // Rihaku” (100-101).
Pero para Pound, no sólo era cuestión de que el arte oriental penetrara la cultura occidental; de hecho, esta inmersión de la poesía china en la de Pound, atendía a un planteamiento estético. En su ensayo “Para un método”, ya nos había dado su definición de literatura, la cual, claro, se filtraba hasta sus días por el prisma de su historia, en paralelo y junto a la de la cultura en general. La definición es la siguiente: “La gran literatura no es más que lengua cargada de significado en el más alto grado posible” (98). Por eso entendemos su crítica a muchos de los escritores canónicos de Occidente. Lo expresó en su ensayo “Renacimiento”, publicado en un libro de ensayos que Eliot ordenó y editó. “Los primeros defectos de la erudición griega resultaron nocivos. Se empleaba demasiado palabrerío. La decadencia de ese movimiento se pone de manifiesto en Tasso, en Ariosto y en Milton.
El despertar romántico data desde la producción de Osián. El siglo pasado volvió a descubrir la edad media: no sería de extrañar que el siglo actual revelase una nueva Grecia en China” (156). Claro, por eso su interés, y el de Eliot y el de Williams, en el Imagismo, aunque este esté buscando revelar un realidad trascendente. Para Pound lo que hay que decir abarca muchas otras áreas de la existencia, como lo constatan sus Cantos de Pisa, cargado a tal punto de sentido y erudición que para los no-erudito puedan resultarnos incomprensibles. Entonces, en base a ese planteamiento de Pound, nos dice que en su paleta de “colores” (autores) “no incluimos a Virgilio y en especial descartamos La Eneida, donde no existe una historia que valga la pena relatar, ningún sello de personalidad. Su héroe no es más que un badulaque que podría haber sido colaborador de New Statesman. Virgilio emplea puro palabrerío” (156). Y es allí donde nos detenemos, porque, claro, la Grecia del siglo XX es China justo por eso: carga al máximo de sentido la lengua de la poesía.
Vemos entonces cómo de este tema de la etapa china de Pound, y de sus traducciones, también se encuentra su propio acercamiento a la literatura contemporánea. Ese panorama, mucho más extenso -pasando por Flaubert, Goethe, El poema del mío Cid, Dante, etc.-, Pound termina por ponerlo ante su patria, notando el problema de los estudios universitarios de las “literaturas comparadas”: “Las escuelas norteamericanas han perpetrado el mismo delito con sus cursos de “Literatura americana”. Lo mismo les valdría dictar cursos sobre “Química americana”, haciendo caso omiso a los descubrimientos europeos. No es éste mi concepto de patriotismo” (159). Parece, entonces, que el enramado pensamiento de Ezra Pound es como la serpiente que se muerde la cola, en el mejor sentido de la expresión.
- Lo que hay que saber sobre la declaración de ley marcial en Corea del Sur - 4 diciembre, 2024
- Bitcoin, imparable: a cuánto puede llegar su precio en medio del “efecto Trump” - 24 noviembre, 2024
- El extraño caso del hombre que estuvo desaparecido 30 años, reapareció con la misma ropa y no recuerda qué le pasó - 2 septiembre, 2024