Lecciones de la cumbre para la lucha por la democracia en Venezuela

Por Werner Corrales Leal

@wernercorrales

 

 

 

¿Fue una victoria o una derrota?… ¿Fue un show?… ¿De qué nos sirve lo aprendido?

Es natural que en estos días encontremos muchos comentarios que establecen relaciones entre la crisis política venezolana y lo que sucedió en la Cumbre de Panamá, porque con razón o sin ella muchos compatriotas habían abrigado esperanzas sobre el desarrollo de esas relaciones. De hecho, ya se pueden leer y escuchar por ahí juicios sobre los resultados de la reunión, formulados por internautas y opinadores que proyectan sus expectativas, del estilo de “Yo se los dije, esto iba a ser un show”, “Se rajaron los gringos”, o bien “El negrito no le paró ni medio a Maduro”, o  “Con esos veintiséis expresidentes es que hay que hablar”.

 

Este artículo va en otra dirección. A través de él buscamos compartir lecciones aprendidas, comunicar una comprensión política  de lo que hasta ayer vimos e inferimos de la Cumbre, que nos puede ser útil para actuar en la dirección sobre la cual venimos insistiendo en esta columna. Lecciones que nos puedan ayudar a salir del presente régimen lo más pronto posible y por vías constitucionales, paso sin el cual no podremos ni siquiera iniciar la superación de la crisis.

 

¿Qué vimos y qué podemos inferir de la Cumbre, sus preparativos y otros sucesos asociados?

Para aprender lecciones de la reunión presidencial tenemos que mirar lo que hicieron los actores relevantes en la Cumbre misma, en los eventos paralelos y en los sucesos que pudieron observarse en los días y semanas previos a la reunión.

 

Lo sucedido en la Cumbre misma da poca oportunidad para aprender algo nuevo, porque las reuniones de presidentes tienen agendas pre-negociadas, y ésta en particular había sido concebida para tomar las fotos que celebrarían dos sucesos: fundamentalmente la reconciliación entre Cuba y los EEUU, y en segundo término un supuesto relanzamiento de la OEA que se iniciaría con esa reconciliación y con la inauguración del nuevo Secretario General.

 

Sin embargo, merece la pena destacar que en lo referente a la crisis venezolana la agenda se cumplió como estaba prevista: no fue objeto de debates el “injerencismo gringo en Venezuela”, para despecho de los gobiernos de Correa, Evo, Ortega y Maduro, y para desilusión de unos cuantos dirigentes opositores venezolanos que hubiesen celebrado verlo condenado. Tampoco fue sorpresa para nadie que el discurso oficial de Maduro en la Cumbre fuese de poca monta, coloreado de la procacidad que lo caracteriza y que estuviese dirigido a la galería patriotera de sus seguidores en Venezuela y en los países aliados del ALBA. Era también de esperarse que Obama se ausentase de la sala antes del turno de Venezuela, en previsión de tales groserías, y así sucedió.

 

De los eventos paralelos de la Cumbre podemos aprender mucho más. Los acontecimientos más importantes, de los cuales se extraen lecciones trascendentales para una estrategia opositora en lo internacional,  fueron evidentemente los de actores no gubernamentales que tuvieron como tema central la denuncia de la dictadura de Venezuela. Por una parte estuvieron las protestas casi permanentes de los venezolanos residentes en la capital, con pancartas y cacerolas en toda la ciudad, a quienes se sumaron jóvenes militantes de los partidos Voluntad Popular y Vente llegados de Caracas, para hacer omnipresente su rechazo ante los ojos y oídos de las delegaciones visitantes. Por la otra se desarrollaron varios foros y encuentros de la sociedad civil, entre ellos la presentación de la Declaración de Panamá, en los cuales siempre estuvieron activas Mitzi Capriles y Lilian Tintori, las esposas y voceras de Antonio Ledezma y Leopoldo López,  ambos presos, quienes junto con María Corina Machado han liderado las iniciativas de movilización pacífica más importantes que ha tenido la lucha venezolana por la democracia en los últimos años. 

 

La Declaración de Panamá, suscrita hasta hoy por veintiséis expresidentes y jefes de gobierno de España y de doce países de América Latina, es la denuncia internacional más contundente y de mayor trascendencia hecha en contra de la dictadura venezolana. Ella marca sin duda un hito en el proceso de debilitamiento del régimen.

 

Finalmente, a la Declaración y las manifestaciones de protesta mencionadas, se sumaron algunos hechos registrados por los medios que no descubren ninguna novedad ni tuvieron mayor repercusión. Se trata de unas pocas declaraciones que reiteraron los apoyos incondicionales de los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Nicaragua al de Venezuela, las declaraciones de Maduro comprometiéndose a exigir de Obama que pida “perdón por la invasión militar de 1989” y las noticias no confirmadas de un presunto show mediático del gobierno de Venezuela que habría sido abortado por la deserción y denuncia de un implicado, que consistiría en el “descubrimiento de un nuevo intento de magnicidio contra el presidente Maduro”.

 

Tres cadenas de eventos previas a la realización de la Cumbre ofrecen información adicional con base en la cual es posible ponderar el alineamiento esperable de los EEUU con los intereses de la  democracia venezolana, juzgar si las sanciones aplicadas por la administración Obama a funcionarios del gobierno chavista tendrán efectos positivos o negativos en nuestra lucha por esa democracia, y opinar sobre bases no especulativas acerca de las conductas que ha tenido hasta ahora la Oposición frente a evidencias de delitos cometidos por altos funcionarios venezolanos que son penables internacionalmente.

 

La primera cadena de eventos mencionada se inicia con investigaciones que comenzaron hace  dos o más años las Secretarías del Tesoro y de Justicia, la DEA y la Agencia de Seguridad Nacional de los EEUU, relativas a la provisión de pasaportes a terroristas y a actividades de lavado internacional de dinero proveniente de narcotráfico y corrupción, estrechamente ligadas al financiamiento al terrorismo. Esas investigaciones no están expresamente enfocadas en delincuentes venezolanos ni pertenecen a una campaña política americana para ayudar a los venezolanos a salir de su dictadura, pero altos funcionarios del gobierno chavista han aparecido sistemáticamente señalados en investigaciones estadounidenses y en actuaciones recientes de países europeos incluidos Suiza, Luxemburgo, Andorra, Italia y España que fueron a su vez desencadenadas por las primeras. Como conclusión del análisis de esta cadena puede preverse que el gobierno y el congreso de los EEUU mantendrán un vivo interés en las actuaciones de las mafias venezolanas que amenazan la seguridad de ese país, y por lo tanto tendrán un alineamiento indirecto con la recuperación de la democracia en Venezuela, aunque la Casa Blanca haya juzgado políticamente inconveniente un enfrentamiento verbal en la reciente Cumbre. Que Obama haya dicho antes de su viaje a Panamá que Venezuela no es una amenaza para los EEUU y que su gobierno desea el bienestar, la libertad y el progreso de los venezolanos no contradice la conclusión anterior.

 

La segunda cadena se relaciona con la iniciativa de suministro de hidrocarburos que el presidente Obama ha reiterado recientemente en Jamaica a los gobiernos del Caribe angloparlante, la cual ha sido positivamente acogida y hace prever un debilitamiento de los apoyos políticos que los países del Caricom vienen dando a Venezuela en la OEA. También en esta cadena los intereses americanos parecieran alinearse con el debilitamiento político del chavismo.

 

Y la tercera cadena tiene que ver con la visita de aparente apaciguamiento que hizo el Sr Shannon a Caracas faltando pocos días para la realización de la Cumbre. Se ha especulado, tal vez con razón, que en esa visita los dos gobiernos pactaron no enfrentarse en Panamá, lo cual  sería coherente con las declaraciones de Obama comentadas párrafos antes, y no contradicen la hipótesis de alineamiento indirecto de los intereses de su gobierno con la democracia venezolana, también comentados anteriormente.

 

Conclusiones… Algunas lecciones a aprender

Las conclusiones más importantes a la que nos lleva el análisis hecho de la Cumbre son tres, algunas de las cuales se asocian al hecho ya innegable y muy lamentable de que Venezuela será por un largo tiempo escenario de confrontaciones de las democracias con el narcotráfico y con aliados del terrorismo.

 

La primera es que es muy relevante para los intereses de la democracia que la Oposición mantenga actualizada una estrategia internacional que le siga ganando apoyos de la sociedad civil, de gobiernos democráticos del mundo, de organizaciones comprometidas con el rechazo del terrorismo y del tráfico de armas y drogas, y de figuras de enorme prestigio como expresidentes, científicos, escritores, etc. Esta conclusión se hace especialmente evidente y eficaz hoy en día porque el gobierno de Maduro fue expuesto al mundo como uno violador de derechos humanos a raíz de las protestas de varios meses realizadas en 2014, y porque cada día son más conocidas las acusaciones internacionales de alineamiento de jerarcas del gobierno con intereses del narcotráfico y el terrorismo, cosa que no sucedía hace año y medio.

 

La segunda es que la Oposición haría bien en invertir esfuerzos en una cooperación activa apoyando esa estrategia, que elimine “zancadillas” como algunas que fueron conocidas en el pasado reciente, cuando los tres expresidentes visitaron a Caracas. Aparentemente uno de ellos habría sido objeto de “consejos” por parte de una figura de la MUD para que no aceptase una invitación que supuestamente contribuiría a la división de la Oposición. 

 

Una muestra especial de generosidad y voluntad unitaria es la dada por Mitzi y Lilian en Panamá. A pesar de todo lo que ha sido actuado contra los liderazgos y los proyectos de los dos prisioneros por algunos dirigentes y partidos importantes de la MUD, estas dos mujeres no dudaron en asumir la vocería de la Mesa en Panamá y en compartir con ésta los créditos políticos de la acción más exitosa de estas jornadas, la declaración de veintiséis expresidentes ibero americanos, iniciativa que había nacido en ocasión de la visita que hicieron a Venezuela los expresidentes Pastrana de Colombia, Piñera de Chile y Calderón de México, invitados por la diputada María Corina Machado, iniciativa que ellos y el expresidente Aznar hicieron crecer.

 

La tercera conclusión es que la Oposición debería evaluar mejor si corresponde prestarse a las campañas “anti-injerencistas” del gobierno con el argumento de evitar que el chavismo se cohesione ante ataques externos. Hay evidencias de que las sanciones de la Administración Obama contra los siete funcionarios chavistas han tenido dos efectos  políticos en Venezuela. El primero ha sido el montaje de la conocida campaña mediática patriotera del régimen, la cual supuestamente habría elevado en 7% la aceptación del gobierno en su público, efecto que puede ser muy volátil ante el evidente empeoramiento de la escasez, la inflación, el desempleo y la pobreza, y ante la descomposición interna que enfrenta seriamente a los liderazgos de al menos dos facciones chavistas. El segundo ha sido una cadena de deserciones de funcionarios militares y/o de inteligencia del gobierno, quienes según noticias extra oficiales habrían aportado más información que supuestamente incrimina a muy altos jerarcas del chavismo, tratando de reducir las eventuales persecuciones y penas a que estarían sometidos por organismos y tribunales internacionales. 

 

Y relacionado con lo anterior, los políticos de la Oposición  deberían mejorar la calidad de sus mensajes referidos a lo internacional, no cayendo en la tentación de lanzarse con  comentarios y artículos que banalizan  la situación y degradan la imagen de quienes tienen que plantear las clases de alianzas comentadas antes, como “¿Cuánto nos costó la movilización de los enchufados a Panamá?”, “Latinoamérica no le interesa a los gringos”, “Su injerencismo no es el camino, y por eso siempre le pedimos a Roberta que no actuaran contra funcionarios del gobierno” o “Le dijimos a Shannon que la única vía de la Oposición es la elección parlamentaria, y que cualquier otra cosa es radicalismo irresponsable”.

 

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