Difuso

Por Hugo Uribe 

@soymaltuitero

 

 

 

 

Eres el amor de mi vida, alcanzó a decirle ella. Él sabía que ella sería la última. Era la única desde hacía ya más de veinte años. Él dejó soltar la respuesta acostumbrada, eres el amor.

 

Sabían que había llegado el final. Un desalojo de caricias los había encontrado en medio de una noche sin sueños y los había dejado a la intemperie. Sin cobijas, sin sonrisas. Sin diálogos.

 

No por primera vez se veían inmersos en medio de una turba callejera, de esas que están tan de moda últimamente. Pero ésta tenía por objetivo allanar la pasión, extraditar los besos y expropiar las fotos en blanco y negro que se habían tomado en aquel paseo a Europa en el dos mil siete. Palabras de más. Silencios atiborrados de insultos. Lágrimas evaporadas. Avisos de curvas peligrosas que no vieron durante el viaje.

 

Ya no aguantaban sus miradas fijas, aquellas que una vez usaron para jugar al desafío y terminar riendo. No soportaban sus comentarios, opiniones y transgresiones en la frontera de la cama. Habían roto todo juramento pronunciado en plena desnudez de los primeros años. Suspiros, alientos, gemidos y susurros, ya eran parte de un pasado difuso.

 

La cita a las diez menos cuarto en el parque de aquella vez, nunca sucedió. Un árbol lloroso, enredado en sí mismo, fue el único testigo de lo que no volvería a ser. 

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