El mango mágico, único e irrepetible

Por Daniel González

@GonzalezGDaniel

 

 

 

 

Si antes creíamos que un mango era útil solo para preparar jalea o un delicioso sorbete, hacer jugo o simplemente comerlos así en estado natural, de seguro esa percepción cambió desde hace un par de días. Resulta que sirve además, mejor dicho sirvió, como medio para hacerle llegar al presidente de la República información sobre nuestras carencias.

 

Era día de inauguraciones y Nicolás Maduro estaba protagonizando el acto en el estado Aragua. El evento estaba relacionado con la llegada de nuevas unidades del sistema TransMaracay. Como la propaganda psuvista siempre pasa por hacer que la masa se identifique con el líder, el show debía incluir al jefe de Estado conduciendo uno de los buses y a los lados del mismo la acostumbrada corte de profesión vividores del gobierno y oficio entregador de papelitos. Todo hubiese seguido tal cual estaba previsto hasta que un mango apareció en escena, entró justo por la ventanilla donde se encontraba tan ilustre conductor y le dio un tanganazo en la cabeza.

 

El video se hizo viral y las ocurrencias en Twitter se referían al hecho como el manguicidio. Y preciso aquí me detengo un momento. ¿Cómo diantres un mango traspasa las barreras de seguridad presidenciales? Yo no sé ustedes, pero quien suscribe tuvo la sensación de que la plata en seguridad presidencial se está perdiendo. Es decir, se supone, que a pesar del bululú y el zaperoco, la seguridad del presidente está formada por una serie de anillos prácticamente infranqueables, pero resulta que alguien le dio con un mango en la cabeza al primer mandatario y nadie se atravesó para detener el golpe. Con honestidad, no es que me preocupe mucho la seguridad del presidente, partiendo del principio de que a él le importa un rábano la mía, pero lo cierto es que como pudo ser un mango también pudo ser otra cosa. Quizá por esta razón es que luego se hace referencia al mango en un programa de TV, se crea toda una fábula respecto a él y se obvia la existencia de un video donde al parecer el presidente se deshace del fruto.

 

Pero fuera como fuera, montaje o realidad, resulta que el episodio del mango prometía una segunda parte que trascendía lo viral del video con el que algunos opositores nos carcajeábamos. Cuando muchos esperábamos que al autor intelectual del “manguicidio” le abrieran una investigación y fuera sometido al escarnio público, como suelen hacerlo estos personajes, la historia dio un giro impensable. El autor intelectual y material era una mujer de 54 años que pidió un mango porque tenía hambre y se lo lanzó al presidente porque no tenía un papel donde escribirle “si puede me llama”. La señora en cuestión se hizo acreedora, pisataria o lo que sea, de un apartamento. ¿WTF? Así como lo escucha. El mango hizo magia y la mujer obtuvo con su hazaña lo que al común de los mortales nos lleva años, sudor, lágrimas y una deuda hipotecaria incluida. Bravo por ella, pero lo cierto es que si alguien se quería copiar usando mangos, naranjas, mandarinas, melones o patillas y escribiendo en ellos: si puede me llama, necesito un carro, ayúdame con la tarjeta de crédito del Venezuela, necesito Glucofage o lo que sea, se fregó. La ventanilla se cerró y me imagino que hasta la blindarán.

 

Debo confesar que por un momento me preocupó lo que podría pasar con el melocotón de los trópicos en este país. Imaginé que la Asamblea Nacional, en solidaridad con el presidente agraviado, podía dictar una ley que prohibiera al árbol dar su fruto o que se mandaran a cortar las matas cercanas a las rutas por donde conduce el hijo de Chávez, pero a los pocos días mi preocupación se derrumbó. Maduro cerraba la ventanilla “porsia” las moscas y dejaba constancia de que el mango mágico maracayero era como la calabaza de Cenicienta que se convertía en hermosa carroza, único e irrepetible.

 

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