Nepal no tiene descanso ante el desastre
Por Fanny Mora
@Fanny_Mora14
La tierra es impredecible, cambiante y autónoma, cada cierto tiempo decide moverse y es cuando el fenómeno de los sismos se hace presente. Se desarrolla sin importar a quien afecte ni a quien pueda perjudicar, no importan las vidas humanas, las estructuras, ciudades o patrimonios culturales. La tierra debe cumplir su ciclo de actividad y nada va a impedir que lo haga, ni siquiera las plegarias de un país arrasado por un terremoto de 7.9 grados en la escala de Richter, un país que hoy se enfrenta a las dificultades de sobrevivir y curar las heridas. Nepal se enfrenta a una desgracia que los pone a prueba ante la fuerza de la naturaleza.
El sábado 25 de Abril, los habitantes de Nepal se vieron aterrorizados ante el sismo que duró 40 segundos, un tiempo corto que pareció eterno, pero un lapso que dejó marcada a la nación con un saldo de 1.800 personas muertas y más de 5.000 heridos solo en un día. La ciudad de Katmandú fue la más afectada, al ser la ciudad más poblada, la pérdida en infraestructuras y vidas humanas ha sido pavorosa para los nepalíes. Además, el seísmo llegó a la India y China dejando un considerable número de víctimas, pero no se detuvo allí, también causó una avalancha en el Monte Everest, donde al menos 22 senderistas y guías fallecieron.
Las acciones de rescate y ayuda médica se vieron obstaculizadas por falta de recursos y por las carentes infraestructuras de hospitales, las cuales colapsaron y se vieron obligados a atender a los heridos en las calles. Afortunadamente la ayuda humanitaria no se hizo esperar y naciones del mundo como la India, China, Pakistán, Japón, Estados Unidos, Israel y varios países de Latinoamérica han prestado ayuda enviando insumos médicos, alimentos, equipos de rescate y helicópteros. En Venezuela, el Presidente Nicolás Maduro puso a disposición equipos de Protección Civil al gobierno de Nepal.
El terror no se detiene
Las replicas han continuado aterrorizando a los nepalíes y cuando ya parecía que podían tener un poco de calma, el 12 de mayo un nuevo movimiento de tierra de 7.3 grados en la escala de Richter sacudió a la ciudad de Katmandú, destruyendo más edificaciones que habían sido afectadas por el primer terremoto. Hasta el viernes 15 de mayo, el Ministerio de Interiores de Nepal anunció que el número total de muertes tras los dos sismos es de 8.460 personas y más de 20.000 heridos, de los cuales 1.700 fueron víctimas del terremoto del martes.
“Hay mucha gente en la calle. Nadie quiere volver al interior de las casas. Todo el mundo está muy nervioso. Algunos edificios que ya tenían daños se han terminado de caer en Katmandú. No queda nadie dentro de las casas, la gente teme por su vida”, declaró el periodista nepalí Narendra Raule al diario El País de España. Ante esta situación se han dispuesto refugios de lonas de plástico en lugares abiertos, alejados de edificios que puedan desmoronarse y que puedan causar más daños a las personas.
De acuerdo con cifras de la ONU, entre 500.000 y 600.000 familias han quedado sin hogar, la comida escasea y el suministro de agua se ha limitado debido a que los sistemas de saneamiento se han estropeado. Por ahora, es vital facilitar refugio, alimentos y agua potable a la población, pues en junio se acerca la temporada de lluvias y será difícil para las personas sobrevivir a la intemperie, cuando además, se acerca la temporada de los monzones (cambio estacional de la dirección del viento).
La situación para Nepal no termina de normalizarse para darle paz a sus ciudadanos, los cuales viven aterrorizados y desesperanzados ante la pérdida de sus hogares y familiares. Bimla Sest, madre de dos niños, narró al diario El País: “Morimos de miedo. No sabemos lo que va a pasar, no sabemos cómo seguir viviendo, la tierra no deja de moverse”… “Salimos corriendo en cuánto pudimos. No queremos entrar ni por la comida que estábamos haciendo cuando comenzó a temblar”.
El pasado sábado 16 de mayo una nueva replica de 5.7 grados en la escala de Richter sacudió las tierras de Nepal, creando más tensión para los ciudadanos y autoridades en poder retomar la calma y el orden ante el desastre que han dejado los terremotos. Mientras tanto, el Gobierno Nepalí comunicó la compensación de 15.000 rupias nepalíes (alrededor de 150 dólares) a las familias afectadas por la tragedia, sin embargo, no las proveerá de techos de zinc, como se había conocido anteriormente.
¿Un desastre previsto?
Un equipo de investigación de la Comisión de Energías Alternativas y Energía Atómica de Francia, anticipó semanas antes, que iba a suceder un gran terremoto en el lugar exacto donde ocurrió el primer sismo de 7.9 grados de magnitud. Gracias a un estudio que realizaron en la zona, descubrieron que existe un patrón de repetición desde hace 700 años en la falla, debido a que se acumula tensión en ella.
Al este de Katmandú, los investigadores revelaron que en el año 1255 la falla había temblado de forma notable y luego en 1934, suceso que dejo 18.000 muertes y devastó la ciudad. El hallazgo demostró que los temblores transferían tensión a otro segmento de la falla, y luego de 89 años de tensión acumulada, se liberó de forma abrupta en 1934. Ahora la historia se repite y la tensión almacenada después de ese terremoto se liberó 81 años después, el 25 de abril. Pero los expertos sugieren que quizás ese sismo no fue suficiente para liberar la tensión, así que eso explicaría por qué siguen las replicas en la zona.
Consecuencias de la tragedia al patrimonio cultural y al Himalaya
El desastre experimentado por los nepalís también dejó consecuencias en su patrimonio cultural, según la UNESCO 90% de su patrimonio ha sufrido graves daños. Los más emblemáticos han sido la Torre Dharahara que atraía turistas por sus 200 escalones en una escalera de espiral; pero que fue reducida a escombros tras el primer terremoto. La plaza Durbar también fue afectada y con ella, el Museo de Patan, el Palacio de Basantapur, los Templos Hari Shanker y Uma Maheswar.
El gobierno de Nepal espera poder reconstruir estos monumentos en un futuro pronto, mientras continúan la vigilancia ante nuevos desplomes y el cuidado de robos de las reliquias que han sobrevivido.
El Observatorio de la Tierra de la NASA confirmó que después del primer sismo el Himalaya se desplazó cerca de seis metros de un área de 90 por 30 kilómetros ubicada entre Nepal, India y Eurasia. Igualmente constaron que tal fue la magnitud del sismo que la tierra se levantó y se hundió en varias zonas de la cordillera.
¿Qué le deja la catástrofe de Nepal al mundo?
Sin duda el drama que hoy vive Nepal es una enseñanza a la humanidad de que no se puede luchar contra la naturaleza y que se debe ser precavido ante las acciones de ésta. La nación se vio presa del desastre ante la poca preparación de infraestructuras antisísmicas a pesar de que conocen que están situados en una falla sísmica importante, las políticas de Estado tampoco han estado preparadas para este tipo de situación y si antes de este desastre, Nepal se encontraba entre uno de los países más pobres, es muy posible que la situación de pobreza aumente en la población.
Catástrofes como estas apelan a la ayuda humanitaria y es cuando las naciones del mundo deben responder. En este momento no hay un enemigo ni culpable, solo hay personas atemorizadas que han perdido todo, intentan sobrevivir y recuperarse de esta terrible situación en la que se encuentran, darles una ayuda para que puedan lograrlo es una muestra de bondad ante la vida humana.
Hoy Nepal sufre y lucha por seguir adelante, el mundo observa y debe aprender a prepararse, aun cuando el desastre no haya sido avisado. Venezuela es uno de esos países que debe observar con cautela y aprender la lección, cuestionarse si está preparada para afrontar un desastre natural, tanto en sus infraestructuras, educación sísmica y políticas ante situaciones de catástrofes. No debe esperar a que su falla sísmica decida liberar tensión y traiga terribles consecuencias al país; pues la tierra se mueve, nadie va detenerla y seguirá su curso como si nada hubiera pasado.
