¿Y qué hacer ahora para culminar la faena?
Por Werner Corrales Leal
@wernercorrales
Entre fines del año 2013 y hoy, el régimen socialista ha perdido lealtades y apoyos con los cuales contaba nacional e internacionalmente, y en ese entorno de decaimiento, la Oposición ha mostrado que tiene más capacidades reales.
A raíz del grave deterioro del gobierno mencionado, y del innegable éxito que tuvo la convocatoria a las Primarias de la MUD, es pertinente razonar acerca de lo que debería hacer la Oposición para alcanzar los fines últimos que se ha planteado la sociedad democrática: desplazar al régimen chavista de manera pronta y constitucional, pacífica e irreversible. Este artículo comienza por discutir la Hoja de Ruta que ha preconizado la MUD, para concluir con la propuesta de acciones adicionales que superen las debilidades de una estrategia exclusivamente electoral. Las propuestas parten del supuesto de que la inmensa mayoría de la Oposición comparte los fines mencionados, los cuales no se agotan en ganar un número mayor de curules en la Asamblea, y ni siquiera en obtener una mayoría de diputados en ella.
La Hoja de Ruta de la MUD
El Plan u Hoja de Ruta de la MUD plantea que el triunfo opositor en las venideras elecciones legislativas será arrollador, dará como resultado más de dos tercios de diputados de Oposición en la nueva Asamblea Nacional, y será seguido de una serie de acciones de la mayoría calificada del parlamento que llevarían a desmontar todo lo construido ilegalmente por el régimen, hasta llegar a un eventual referendo revocatorio a Nicolás Maduro.
El éxito de la estrategia comenzaría por el laurel ya alcanzado en la convocatoria a primarias, seguiría con la derrota a los demonios que pretenden la abstención, pasaría por la neutralización de maniobras tramposas del gobierno y por una defensa activa y aguerrida de los votos, y requeriría del reconocimiento de la derrota por parte del régimen, que es la otra cara de “cobrar el triunfo”. Una vez consolidada la victoria propiamente electoral el éxito de la estrategia pasaría por resolver un eventual enfrentamiento entre el poder legislativo nacional y los demás poderes del Estado que secuestra hoy el chavismo. Cumplido todo lo anterior las fuerzas democráticas estarían en posibilidad de iniciar la reconstrucción del país, y de dar los pasos necesarios para asegurar la transición pacífica e irreversible hacia la democracia.
Cómo superar debilidades y crear fortalezas en una estrategia de la Oposición
Comencemos por reconocer que hay unanimidad en el seno del régimen socialista, en las organizaciones democráticas y en el público general, sobre la alta probabilidad que existe de que los votos de la MUD superen a los del PSUV en las elecciones parlamentarias. Apoyan este consenso los resultados de casi todas las encuestas y el éxito indudable que tuvo la convocatoria a las elecciones primarias del 17 de Mayo pasado. Pero todos los supuestos subsecuentes a que la Oposición obtenga mayoría de votos son menos probables a falta de la activación de otros mecanismos que la Oposición tiene a la mano. Sería muy importante ponerlos en marcha.
La hipótesis de que puede esperarse una enorme afluencia de votantes descontentos a las parlamentarias, lo que aseguraría el triunfo abrumador, pareciera basarse en el supuesto errado de que son equivalentes la voluntad efectiva de votar en los próximos comicios, por una parte, y por la otra los juicios valorativos de intelectuales opositores (“es vital sacarlos con votos”), las opiniones recogidas por una reciente encuesta de la UCAB acerca del deber ser del mecanismo electoral en la democracia (“85% piensa que el Gobierno actual llegó con votos y saldrá de la misma forma”), y la posición crítica de los ciudadanos al gobierno recogida en las diversas investigaciones de opinión (un porcentaje parecido). Creo que la participación masiva de los electores potencialmente contrarios al PSUV requiere que se derribe una apreciación extendida en buena parte de ellos, de que los opositores no los acompañan en sus justos reclamos. Para desmontar esa apreciación el liderazgo opositor tendría que estar unido y hacerse presente promoviendo y guiando la protesta, dos condiciones evidentemente ausentes.
En cuanto a evitar maniobras tramposas que el gobierno ha empleado en el pasado o que ya están en marcha para las venideras parlamentarias, es poco lo que los opositores pueden hacer ex-ante, salvo mantener actualizados análisis estratégicos que no tengan resultados siempre optimistas. No hay como burlar el impedimento a la cobertura de actos opositores por los medios de comunicación o cómo impedir nuevos “Dakazos” o eventos de corte similar que tienen potenciales efectos demoledores en la opinión pública. No tiene fuerza real la Oposición para evitar maniobras como la manipulación de proyecciones de población por el dúo CNE-INE, que busca reducir los números de diputados opositores aún antes de la votación. La Oposición no puede neutralizar la creación de nuevos centros de votación ubicados casi exclusivamente en las Comunas, ni puede evitar que el PSUV impida la presencia de testigos opositores en muchas mesas de votación, o impedir la coacción con el “voto asistido” y muchas otras irregularidades chavistas más que conocidas.
En adición a mantener análisis estratégicos equilibrados, solo hay dos vías para neutralizar el efecto perverso de los mecanismos tramposos del gobierno, basadas ambas en la movilización de calle. La primera es implementar durante el proceso electoral la denuncia y el reclamo activos de las irregularidades que dirige el CNE, lo que la MUD ha evitado siempre porque eso supuestamente elevaría la abstención. La segunda es la movilización para cobrar el triunfo, que tampoco ha preparado la MUD y a la cual solo hay poquísimas referencias, casi todas tangenciales en los discursos recientes de sus dirigentes.
Si vamos más allá en los pasos de la Hoja de Ruta de la MUD, hay que considerar que el resultado esperado, de una mayoría opositora en los comicios, no necesariamente implica alcanzar todos los logros perseguidos, ya que la élite chavista pudiese “jugar” diversas respuestas que la ayudasen a resolver sus conflictos internos y a la vez enfrentar su creciente ilegitimidad nacional e internacional sin arriesgar realmente el poder. Una ilustración de esas posibles respuestas es que la parte Cubano-Madurista del gobierno podría presionar para que se reconociese una mayoría simple a la Oposición y hasta permitir que asumiese la presidencia de la Asamblea porque de esa manera, con el costo mínimo de un cambio gatopardiano, “mataría varios pájaros de un tiro”. Aplacaría la crítica internacional sobre el talante no democrático del régimen, desplazaría a Diosdado Cabello de su actual posición de heredero político formal y frenaría toda iniciativa de la Oposición en el parlamento vía leyes orgánicas ya promulgadas. Hay otras opciones de juego de las diversas facciones del chavismo, y no hay que olvidar que “Los rusos también juegan”. Ante la realidad ilustrada por este escenario simplificado, la Oposición debería plantearse más de una estrategia de acción, más de un escenario de entornos, actores y resultados, porque no hay nada menos estratégico que considerar una sola opción y hacerse prisionero de los sueños de victorias clamorosas.
Por último, parece urgente plantearse qué hacer para iniciar acciones dirigidas a resolver la crisis económica; la inflación y la escasez de alimentos, medicinas y repuestos; el deterioro absoluto de los servicios de salud; la crisis en el abastecimiento de electricidad y agua y el desbordamiento del delito y la violencia. Ello es indispensable para su aplicación tan pronto se logre desplazar al régimen socialista, lo cual debería hacerse, como se ha dicho, por vías constitucionales y pacíficas, sea que estas se generen en la Hoja de Ruta actual de la MUD o en un plan modificado por las adiciones mencionadas antes.
En síntesis
Resumiendo, hay dos grandes propuestas que pueden contribuir a optimizar las probabilidades de éxito opositor en el objetivo de desplazar al régimen socialista y resolver la crisis, ambas impregnadas por la idea de asegurar la Unidad de la Oposición.
La primera es acordar estrategias comunes de acción que incluyan movilización, protesta real y elecciones. No solo hay que poner fin a las zancadillas y mensajes amenazantes y descalificadores como “La disidencia será pulverizada”, sino que es necesario conversar para acordar y poner en marcha esas estrategias comunes. En este sentido aplaudo y llamo a dar el máximo apoyo a la iniciativa que pareciera estar en marcha, de crear un gran grupo de políticos, intelectuales, dirigentes laborales, académicos y educadores, entre otros, que aúpe y promueva el acercamiento entre los liderazgos y los diversos partidos, y que promueva entre ellos que se dé atención a las áreas estratégicas que están débiles en la Hoja de Ruta de la MUD.
La segunda es que se formalice y se ponga en marcha al más corto plazo un mecanismo de cooperación entre los diversos grupos de expertos que están trabajando en medidas, estrategias y políticas para superar la crisis y para iniciar la reconstrucción del país en las dimensiones económicas, sociales y políticas. La transición a la democracia en paz y de manera irreversible requiere del concurso de las mejores mentes y propuestas, superando parcialidades y rivalidades entre liderazgos y partidos.
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