Alcedo Mora, cuando la honestidad es peligrosa

Por Henyerson Angulo

@Heryens

 

 

 

Alcedo Mora Márquez, activista político-social de la ciudad de Mérida, fue visto por última vez el 27 de febrero de 2015. Ese mismo día -fecha importante en cuanto a las reivindicaciones de los sectores más vulnerables de nuestro país- reportó por mensajes de texto que estaría atendiendo asuntos laborales en la comunidad de Jají, en el municipio Campo Elías del estado Mérida. También advirtió en otro mensaje de texto lo siguiente: “Camaradas. Alerta. Tengo requisitorio de orden de captura por el SEBIN, se me quiere involucrar en unos recuperos, la cosa es complicada, es parte donde se me quiere cobrar por unas denuncias de corrupción a PDVSA que (he) venido haciendo y me quieren montar una olla. Hay que estar pendiente. Atte. Alcedo Mora. Batería”.

 

La denuncia de Mora, que puso en juego los cargos de algunos funcionarios del gobierno, es la principal clave para investigar su desaparición. Esto ha despertado la preocupación de muchos por pensar que podría tratarse de un caso de desaparición forzada, la cual estaría dándose en el marco de una ascendiente violación de derechos humanos; recordemos que desde el pasado año se han fortalecido los mecanismos represivos promovidos por el Estado.

 

Es importante echar una mirada al pasado venezolano a partir de esta preocupante desaparición. Durante los gobiernos puntofijistas fueron conocidos varios casos de desaparición forzada, uno de los peores crímenes de violaciones de derechos humanos que tienen su germen en los regímenes dictatoriales y militares del siglo XX, como la Operación Cóndor en Sudamérica o la Operación Charlie, la cual desarrolló una marcada cicatriz en el pueblo centroamericano. El caso de Alberto Lovera, Jesús Alberto Márquez Finol y el conocido y muy lamentado caso de Víctor Soto Rojas, quienes, por razones políticas, fueron sometidos a la desaparición, y, meses o años después, fueron hallados torturados y asesinados. En 2013 el diputado de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Soto Rojas, advirtió que nunca más habrá torturados ni desaparecidos polìticos en Venezuela. Pues tanto este caso como los ya conocidos casos de tortura carcelaria, y las injustas detenciones arbitrarias de trabajadores de Sidor y Ferrominera del Orinoco, y entre otros encarcelamientos, parecen revertir las palabras de este parlamentario. En esta desaparición no sólo está en juego la vida de Alcedo Mora, sino que también la de los hermanos Esneider y Eliecer Vergel, quienes se encuentran desaparecidos con él desde la misma fecha.

 

Los medios oficiales hasta ahora no han hecho eco de las denuncias de los familiares y allegados de este comprometido activista popular, pues parecen ocupados en el candidato Mister Venezuela a las elecciones parlamentarias, en los videos musicales de Daniella Cabello con el reguetonero Omar Acedo, y en sus análisis psiquiátricos sobre una supuesta manipulación a través de las famosas viñetas llamadas “memes”. Hasta ahora la presidencia de la República ni ha manifestado ninguna preocupación. El silencio de la cúpula gobernante sobre el caso no sólo es preocupante, sino que los pone como cómplices y sospechosos, así como también son sospechosas las palabras del secretario general del estado Mérida, Luis Martínez Rico, quien le dijo a uno de los hijos de Mora lo siguiente: «Eso le pasó a su papá por estar hablando tanta pistolada».

 

En solidaridad con la familia Mora, tanto el gobierno del Estado Mérida como el Gobierno Nacional y otras instancias de poder a lo largo y ancho del territorio venezolano, deben manifestarse por este preocupante caso, pues representa un retroceso más en materia de derechos humanos en el país.

 

Sus familiares sólo piden que se haga justicia, que aparezcan. Hoy somos más los que gritamos: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

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