Premio Pedro Carujo a “La inteligenzia”

Por Tulio Álvarez

@tulioalvarez

tulioalvarez17@gmail.com

 

 

 

En el espacio del insólito universo en el que nos encontramos, todo puede pasar. Un buen ejemplo que corrobora la aseveración anterior es la noticia que acaba de aparecer en los medios del oficialismo rojo y que refiere que el Consejo Directivo de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), otorgó por unanimidad el Premio Rodolfo Walsh a la Comunicación Popular a Nicolás Maduro. Usted leyó bien, se trata de un premio relacionado con los medios de comunicación social.

 

La pregunta surge de suyo: ¿A quién, en su sano juicio, puede ocurrírsele tal idea? Por supuesto, la referencia a la sanidad mental lo dice todo; y, si a esto agregamos el alto grado de sodomización intelectual de la izquierda latinoamericana, la ocurrencia puede resultar hasta natural. Sin embargo, cabe la duda: ¿No estará detrás de este premio un humorista de la talla de Laureano Márquez, interesado en poner en riesgo el prestigio internacional de nuestros gobernantes?; o, siguiendo el guion que ellos mismos han diseñado con la asesoría cubana: ¿Será la C.I.A, animosa y activa en la desestabilización de la institución presidencial, la madre de tal estrategia?

 

Si fuera cierta alguna de las hipótesis anteriores, los perpetradores de la maniobra no habrían demostrado originalidad alguna. Eso de que una universidad reconozca en estos hugonotes “su esfuerzo para preservar la integración latinoamericana, desde la perspectiva de la comunicación vinculada al bienestar de los pueblos, así como rol en la democratización de las comunicaciones, mediante la creación de medios comunitarios”, suena a temprano siglo XX latinoamericano por decir lo menos. Es como reconocer a los Castro su sacrificio personal en la preservación de los derechos humanos o a Al Quaeda sus esfuerzos inusitados para preservar la paz mundial. Digo.

 

Bueno sería que los sindicatos de empleados y obreros universitarios, las federaciones de centros universitarios y nosotros los profesores, legítimamente agremiados en nuestras asociaciones gremiales, estatuyésemos el Premio Pedro Carujo para reconocer las políticas de inclusión educativa y alfabetización del Régimen Rojo y la firme defensa de los salarios, prestaciones sociales y negociación colectiva que ellos han protagonizado. Y que conste que tengo en alta estima al Coronel Carujo, el cual ha sido suficientemente vituperado en la historia de Venezuela por un chisme mal intencionado y no por la nimiedad de dar un Golpe de Estado contra Simón Bolívar en Bogotá.

 

Pero si algo tiene la historia es que se escribe a conveniencia. Nuestro personaje no ocupa el lugar nefasto por ese hecho desgraciado contra El Libertador sino por un supuesto dialogo que sostuvo en 1834, en el escenario de lo que se conoce como la “Revolución de las Reformas”, otro Golpe de Estado pero más ramplón en que el blanco de la agresión fue el insoportable Rector de la Universidad Central de Venezuela. Me refiero a Don José María Vargas. Esa discusión sobre quiénes son los dueños del mundo, los valientes o los justos, tiene un extraño sabor a condimento y adobo de escritor del siglo XIX en pleno romanticismo.

 

Pero lo esencial es que Carujo ha sido un símbolo y esto no se puede negar. No importa que fuera hombre culto y experto matemático. Tampoco que tuviera alguna razón legítima que esgrimir para justificar sus acciones. Él es el paradigma de lo que hoy es este Régimen y hay que honrar a los más altos exponentes de esta realidad con un reconocimiento real que los merezca. Honor a quien honor merezca, premio internacional a quien pague por ello.

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