La libertad de la educación y el pensamiento único

Por Mario Guillermo Massone

@massone59

 

 

 

La educación no es esclava de ideología alguna. Educación y filosofía son, en más de una manera, una misma actividad. Un mismo acto. Si como dice J Pieper, el acto filosófico es uno de los actos verdaderamente libres que no sirve a nada ni a nadie, en el sentido que sería impensable que dependa de una ideología, cualquiera que sea, puesto que su fin es la verdad. Pues el acto de educarse, también lo es.

 

La educación no depende de ideología alguna. El acto de educarse, es un acto libre. Verdaderamente libre. Si los filósofos de la naturaleza, los primeros cosmólogos y médicos que engrandecieron nuestro conocimiento de antes de Sócrates, y que junto a él parieron el pensamiento racional, no hubieran sido libres en sus poleis para filosofar, observar, clasificar, elaborar teorías, comparar hallazgos, corregir errores, conversar y discutir entre maestros y alumnos las distintas posibilidades del ser, el mundo y sus concepciones, no creo que hubiera prosperado el conocimiento, la educación, ni la filosofía. Porque esas actividades, y otras, son parte orgánica de la libertad de cátedra y de la autonomía de la educación pública y privada (dictarse su propio gobierno, llevar su propio timón).

 

La actividad de la educación tiene, digamos, sus propias leyes de gobierno. El ekuberno, el timón de la educación, le es propio a su nave. La educación es la nave en que surcamos el mar del conocimiento. Por ello, son sus tripulantes -educadores y educandos, obreros y administradores- quienes se deben dar su propio gobierno.

 

El problema actual de la educación, tiene un enemigo que antes no existía: el pensamiento único. La ideología totalitaria del Siglo XXI. Pensamiento único, es afirmar que fuera de éste todo es falso y error. Que el pensamiento único es la única y definitiva verdad.

 

De manera que cabría preguntarnos: ¿Cuál sería el sentido de educarse, de filosofar, de pensar racionalmente dentro de una comunidad académica, cuya razón de ser es un acto libre que aprehende las distintas teorías, los más diversos y divergentes, contrarios y complementarios, si el pensamiento único tiene pretensión de totalidad? El conocimiento y la academia son enemigos de todo totalitarismo, del clásico y del actual. Y es enemigo, porque es enemigo de la libertad.

El pensamiento único o ideología totalitaria del Siglo XXI, tiene pretensiones de expandirse y abarcar la totalidad de nuestras vidas. Ello pasa por ocupar como sea a todo espacio en donde exista una comunidad educativa, una comunidad académica.

 

Si como nos dice Aristóteles, todos los seres humanos tendemos naturalmente a saber, a conocer, a desarrollar nuestras disposiciones racionales y éticas; como seres libres, y la idea de un pensamiento único es contraria a la libertad; no queda sino afirmar que la imposición de un pensamiento único es contraria a nuestra naturaleza, a nuestros derechos naturales o humanos.

 

Enfrentamos un atentado contra nuestra antropología, contra la razón y la libertad. Tenemos el deber de resistir. Resistir a la ocupación de nuestros espacios naturales, públicos y privados. A mayor resistencia, mayor debilitamiento del Totalitarismo del Siglo XXI. La mandrágora de Latinoamérica se debilita y marchita. Rendirnos es abonarla. Ahora más que nunca hemos de ser coherentes con nuestro deber resistir y prepararnos y ocuparnos de ganar espacios. La Asamblea Nacional es la próxima parada pero, en el camino, nuestro compromiso con la academia, el conocimiento, la educación, las universidades y escuelas, es vital. Nuestro progreso y reconstrucción nacional dependerán en inmensa medida de ello.

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