El destino deseado y los caminos de una transición a la democracia
Por Werner Corrales Leal
@WernerCorrales
…. Sólo podemos moldear el porvenir si asumimos la realidad y exploramos diversos futuros
Desde fines de 2014 y hasta el presente, la electoral ha sido la única línea de estrategia que sigue en común toda la Oposición, y de hecho la principal y casi exclusiva actividad que despliegan muchas organizaciones políticas, en un entorno en que hay señales de menoscabo acelerado del poder del régimen para gobernar y sortear la crisis, lo cual debería inspirar urgencias que hasta ahora la mayor parte de la Oposición no ha puesto en sus prioridades. En efecto, la estrategia opositora de hecho limitada a lo electoral pareciera desentenderse de las urgencias y oportunidades que implican la disminución acelerada de la cohesión interna del gobierno, la casi total quiebra de su capacidad para resolver o siquiera estabilizar la crisis económica y el debilitamiento acelerado de sus mecanismos de control coercitivo.
Pues bien, para nuestro alivio y esperamos que para el aliento de muchos, recientemente se han observado indicios de que los líderes de ambos grupos opositores, los miembros de “La Salida” y la coalición de Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo, quienes controlan las decisiones en la MUD, parecieran comenzar a leer de la misma manera los escenarios políticos, lo que pudiese eventualmente provocar la convergencia opositora en una estrategia común, que vaya más allá de lo meramente comicial y que contribuya a una transición pacífica, constitucional e irreversible a la democracia.
¿En qué han consistido y hasta donde han llegado las diferencias de visión estratégica?
Las diferentes aproximaciones a una estrategia política para promover el cambio han venido dividiendo y enfrentando cada vez más a los grupos opositores.
Por un lado están el Secretario de la MUD y los dirigentes fundamentales de Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo, quienes hasta ahora han actuado sobre la base de un único escenario, el “Triunfo Arrollador” de la Oposición en los comicios parlamentarios, el cual supuestamente quitaría al régimen todo espacio relevante para la manipulación o el fraude y abriría las puertas para la transición a la democracia, la que comenzaría por realizar fluidamente desde la Asamblea Nacional, todas las reformas institucionales deseadas, incluso la convocatoria a un referendo revocatorio del presidente a partir de 2016. Confiando en ese recorrido, los líderes de estos partidos plantean exclusivamente prepararse para las elecciones, y rechazan las movilizaciones porque ellas podrían involucrar violencia que frustraría la trayectoria fluida hacia el cambio que ellos imaginan. Del otro lado están las organizaciones y líderes de la alianza que puso en marcha “La Salida” en 2014 y la mayoría de los partidos menores de la MUD, quienes consideran que es indispensable combinar la vía electoral con movilizaciones públicas y con el ejercicio por la Oposición de un liderazgo efectivo de la protesta ciudadana. Plantean que es necesario presionar al gobierno y al CNE y estar efectivamente preparados para enfrentar los intentos de manipulación procedimental, fraude y desconocimiento de resultados electorales.
Pero las diferencias van más allá, porque el grupo de “La Salida”, así como otros partidos y organizaciones ciudadanas han alertado que las dificultades económicas ya son definitivamente inmanejables por este gobierno y que la situación social se está acercando a una catástrofe humanitaria, lo que propiciaría una alta probabilidad de ocurrencia de otros escenarios en adición al “Triunfo Arrollador”, incluido el riesgo de vías caóticas incontrolables. Ante esa perspectiva, el 11 de febrero pasado Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado invitaron a toda la sociedad venezolana a construir un Acuerdo para lograr una transición pacífica, constitucional e irreversible a la democracia, a lo que el gobierno respondió tildando de “golpista” el llamado y haciendo preso al Alcalde Ledezma, lo que provocó que más de cien mil ciudadanos, en menos de una semana, consignaran sus firmas en apoyo al Acuerdo. Las autoridades y voceros principales de Acción Democrática y Avanzada Progresista rechazaron la propuesta usando argumentos similares a los del gobierno, mientras altos dirigentes de Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo la desdeñaron por “inconstitucional”.
En esa polarización interna transcurrieron los cinco primeros meses de 2015, hasta que la misma explotó a raíz de la convocatoria que realizara Leopoldo López desde la cárcel para una concentración popular en reclamo de los derechos de los presos políticos, la cual tendría lugar el pasado 30 de mayo. A pesar de que la convocatoria fue rechazada en un comunicado oficial de la Secretaría de la MUD, y calificada de provocación violenta por dirigentes de Avanzada Progresista, la concentración fue masiva y absolutamente pacífica en no menos de treinta ciudades del país, integrando a muchos simpatizantes de UNT, AD y PJ. Hasta Henrique Capriles respondió al llamado -marcando distancia de los líderes de “La Salida”- asistiendo a la Penitenciaría General en San Juan de los Morros y no a concentraciones donde imaginase que participarían dirigentes nacionales de Vente, Alianza al Bravo Pueblo o Voluntad Popular.
Se debilita la capacidad de gobernar del régimen
En los primeros párrafos de este artículo mencionábamos tres nuevos grupos de síntomas de la pérdida de capacidad del régimen para gobernar y sortear la crisis.
El primer grupo de indicios, referido a la merma de cohesión interna del régimen, incluye la modificación de los equilibrios de poder entre Maduro y Cabello, los dos herederos de Chávez, vía negociaciones de los EEUU con el segundo; la activación real como “enemigos del régimen” -a nivel nacional e internacional-, de personajes que fueron muy cercanos a Chávez y conservan indudable influencia en el chavismo; y el descrédito creciente que tiene en el seno de la Fuerza Armada, pilar fundamental del gobierno, todo el tren de altos jerarcas del régimen acusados internacionalmente de corrupción masiva y de otros delitos muy graves.
En cuanto a la invalidez del régimen para detener o siquiera estabilizar la crisis económica, ya es evidente su incapacidad para reducir la inflación y ampliar la oferta de divisas -lo que tiene graves secuelas en la imposibilidad de normalizar el abastecimiento interno- porque aquella incapacidad se ha producido por una crisis de balanza de pagos que se agravará, la cual el régimen no puede objetivamente dominar.
Con referencia al debilitamiento de los mecanismos represivos del régimen, las frecuentes batallas campales que están ocurriendo entre fuerzas militares y policiales, por una parte, y por la otra Pranes, Colectivos, Mega-bandas y otros grupos delincuenciales no expresan simplemente el “desbordamiento del hampa”, sino sobre todo el debilitamiento de un sistema maligno que fue concebido, propiciado y financiado por el gobierno de Chávez para servirle de instrumento de control violento sobre los ciudadanos. Lo que estamos viendo no es aún el desmoronamiento del sistema total, en el cual la Fuerza Armada juega un rol muy importante, pero sí una acelerada pérdida de control sobre la parte paramilitar-partidista del sistema, que puede ser precursora de una eventual reacción de la institución militar ante el desafío del monopolio constitucional que ellas tienen sobre las armas del Estado.
El debilitamiento del régimen provoca señales auspiciosas de una eventual convergencia de estrategias en el seno de la Oposición
Afortunadamente hay señales recientes que permiten conjeturar una eventual convergencia futura de las estrategias de las fuerzas opositoras. Nos referimos a tres tipos de señales en que se tuerce lo que venía siendo la trayectoria de quienes rechazaban toda movilización de protesta política y se planteaban exclusivamente el escenario de “Triunfo Arrollador”. De consolidarse esa disposición a la coincidencia podríamos entrar en una fase de mayor eficacia de las acciones opositoras frente al régimen chavista.
En primer lugar, las señales de debilitamiento del régimen antes comentadas parecieran estar siendo leídas como lo que son, signos precursores de una transición, por actores políticos y analistas ubicados en todos los partidos de Oposición. Conocemos de la existencia de al menos cuatro grupos multidisciplinarios de expertos que están trabajando -bajo la coordinación de exministros de la democracia- en propuestas de políticas para la Transición, dos de ellos en partidos que hicieron parte de “La Salida”, un tercero afín a los partidos que controlan la MUD, y el cuarto compuesto por organizaciones ciudadanas que ofrecen abiertamente sus resultados a toda organización democrática.
Por otra parte, altos dirigentes de los partidos dominantes en la MUD han comenzado a escribir y a dar declaraciones en los medios de comunicación sobre La Transición, y han participado en reuniones convocadas por centros académicos -en las cuales ha participado quien escribe- para discutir condiciones, estrategias y posibles mecanismos que faciliten dicho tránsito. Esto es una clarísima desviación de la postura pública que asumió Henrique Capriles ante el concepto mismo de Transición a la Democracia, postura que acogió de hecho aquel grupo de partidos, cuando el primero negara que debiese producirse tal proceso, dando como argumento que el vocablo transición no estaba presente en la Constitución.
Por último, el tono triunfalista de quienes más pregonaban el “Triunfo Arrollador” ha dado paso a mensajes más discretos en los que la Secretaría de la MUD ya no promete el cielo como resultado de tal triunfo y en cambio destaca algunos obstáculos que pondrá el gobierno y algunas ideas, aún tímidas, sobre la manera en que ellos tendrían que ser enfrentados. Pero el reconocimiento más importante de que el “Triunfo Arrollador” no necesariamente asegura las reformas ni el inicio de La Transición, lo hemos encontrado en declaraciones atribuidas a Diego Bautista Urbaneja, quien coordina un grupo de estrategia de la MUD, en las cuales -en su estilo serio, ponderado y académico- él desgrana variadas oportunidades que tiene el régimen para neutralizar algunas de las medidas de reforma que previamente habían sido descritas como consecuencias automáticas de los logros electorales previstos.
El cúmulo de indicios mencionado me hace abrigar un discreto optimismo sobre la conducta futura de los partidos y actores políticos de la Oposición. No se ha concretado aún una apertura de ellos que considere más de un escenario para la transición y que complemente el camino electoral con el liderazgo de las protestas por la Unidad Democrática, pero con base en los mensajes recientes de líderes, voceros y analistas a quienes hemos leído o escuchado, nos atrevemos a afirmar que entienden que sólo podremos moldear el porvenir si abandonamos el triunfalismo para ejercer un análisis estratégico realista, que comienza por explorar diversos futuros, y si nos comprometemos en promover activamente la transición a la democracia.
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