Memoria de una bandada de pajaros

Por María Victoria Chirinos R.

@mvictoriachr

 

 

 

Sabía que estaba alojado en el inconsciente algún recuerdo. Venía alguna evocación a mi infancia. Sabía que había sido sustituido por el tiempo y por sus artefactos de transporte.

 

Recuerdo que de niños, a eso de las 5:30 de la tarde, veíamos pasar bandadas de pájaros sincronizando su aleteo. Contaba papá que estaban de vuelta a sus casas, que surcaban el cielo mientras en su volatería se asociaban para dormir.

 

En época de vacaciones, junto al abuelo nos sentábamos debajo de la mata de mamón a escurrir el calor y a esperar el festín de los pájaros que parecieran alborotarse al estar cerca de él.

 

Sabía que esos recuerdos habían sido sustituidos. Sabía que habían cambiado. Sabía que no los había borrado.

 

Hoy, de regreso a casa estuve frente a ellas (como a diario). Voraces, feroces y atormentadas.

La bandada de pájaros, en efecto, había mutado en un artefacto de dos ruedas, más agresivas y menos civilizadas que las aves.

 

Sabía que las mandadas se las habían devorados las motocicletas.

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