Soberanía

Por Gabriel Reyes 

@greyesg

 

 

 

Si apelamos al estudio etimológico del término como forma de comprender su alcance y significado, encontraremos que «Soberanía» es una palabra compuesta de super, anus, e ía. Del latín, «super» se entiende como algo que está «sobre» o es «superior», el sufijo «anus» implica procedencia. El sufijo «ía» completa el sentido de lo que se pudiera entender como «la procedencia de la autoridad»

 

En Política, la soberanía se entiende como el ejercicio de la autoridad en un territorio específico, y de allí se desprenden asociaciones con ámbitos más precisos, y se habla de «soberanía alimenticia», «soberanía económica», etc.

 

En Venezuela, la lucha que se gestó durante buena parte del siglo XIX, con reminiscencias en el siglo XX, procuró consolidar ese proceso de soberanía territorial que desde el nacimiento de la República cargó consigo con el fantasma del Esequibo. Y hago esta aclaratoria porque muchos «eruditos» explican la zona de reclamación y el diferendo limítrofe como algo de data reciente, y bastaría leer un poco para conocer el origen cronológico de tal disputa.

 

Si durante los últimos 16 años, Venezuela actuó como benefactor de estados insulares y desvalidos agrupados en lo que llaman Caricom era porque los criterios de representatividad en los organismos multinacionales de interés, a saber, OEA y ONU, permitían y permiten barbarismos desproporcionales como la paridad del voto de Brasil con el de Dominica, por ejemplo.

 

Venezuela, en su apogeo de ingresos petroleros, con un superávit que despilfarró como quiso, entre dádivas, malas inversiones y una cleptocracia voraz, tomó la iniciativa en Acuerdos, Pactos y otras fórmulas clientelares para regalar crudo a cambio de apoyo internacional a un régimen hegemónico y autoritario.

 

Transcurridas las «vacas gordas» y vilmente dilapidadas, hoy Caricom reniega de la deuda económica y moral que tiene con Venezuela para apoyar a Guyana en su agresión desmedida de hacerse con lo que no es suyo mediante estrategias de fina Geopolítica que el gobierno venezolano no explica al Soberano de forma correcta.

 

No fue el presidente de reciente nombramiento de Guyana quien autorizó a Exxon a explorar y explotar recursos en aguas territoriales venezolanas. Lo hizo quien le entregó, cercano amigo del difunto presidente Chávez y de los Castro, con quien se establecieron los nexos que condujeron al contubernio petro diplomático antes descrito.

 

No es la Exxon , empresa «imperial» la que, a motu propio, invade nuestro territorio. Es un consorcio, entre Exxon y la empresa nacional china de petróleo, quienes con un interés importante, participa de esta agresión a los intereses nacionales.

 

Y ¿cuál es nuestra respuesta a esta violación de la soberanía nacional? Una alocución de verbo contradictorio, medidas diplomáticas de carácter administrativo y una nueva movilización nacional para recoger firmas que rechacen este abuso guyanés.

 

¿Cuál es el objetivo de esas firmas? En un año electoral es un refrescamiento estadístico del voto duro, una forma demagógica de amalgamar sentimientos patrioteros que no conducen a nada más que a ruido y más entropía de la que ya tenemos en el país.

 

Venezuela y más concretamente, los venezolanos necesitan resolver problemas urgentes desatendidos por quienes tienen el poder de solucionarlos, y esta falta de materialización de tantas promesas incumplidas ha socavado las fundaciones del templo que Hugo Chávez levantó para hacerle culto a una colcha de retazos denominado «Socialismo del siglo XXI» y que su mercenario autor, ahora desprovisto del jugoso contrato, se ha encargado de satanizar y proferir apocalípticos desenlaces para su propio mamotreto.

 

La economía está destruida, desde el punto de vista productivo y desde el punto de vista monetario. El gobierno no es capaz de valorar su propia divisa. El Banco Central de Venezuela es una entelequia que no puede decirle al venezolano cuánto vale el dinero que ellos mismos imprimen desaforadamente. De eso se encarga un vituperado rincón del ciberespacio, cartelera digital que entre fórmulas y especulaciones mueve todos los días las esperanzas del venezolano hacia fronteras de pobreza inimaginables.

 

Esto también es Soberanía, y no la tenemos. Perdimos nuestra soberanía económica el día que decidimos importar lo que comemos, nuestras medicinas y demás insumos, el día que pensamos que podíamos cambiar petróleo por caraotas y con eso alimentar al pueblo. Pero ahora perdimos nuestra soberanía cuando no podemos controlar el valor de nuestra moneda, cuando cada mañana somos más pobres y los voceros del alto gobierno esconden la cabeza como el avestruz hablando de las «canaimitas».

 

Bandas armadas dejan su estela de sangre y violencia a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional con impudicia y sin que el Estado a través de sus atomizadas instituciones pueda recuperar la Paz Social que necesitan nuestros ciudadanos. Esto también es Soberanía, y en esta materia, también estamos reprobados.

 

El barco va sin rumbo, el timón parece llevado por las corrientes que surca en mares desconocidos. Y esta falta de dirección de un país es precisamente porque en Venezuela no hay Soberanía.

 

Amanecerá y veremos…

 

(Visited 197 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras