Editorial #267: ¡Más populismo, por favor!
El país necesita una propuesta seria, sensata y honesta
Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. A pesar de la razón, facultad de la que ningún otro animal goza, de alguna u otra manera nos la arreglamos para volver a cometer el mismo error una y otra vez. Existen incluso quienes tropiezan más de dos veces en la misma piedra, algunas sociedades también.
Venezuela es ejemplo de esto. Una de esas piedras con la que no nos cansamos de tropezar ha sido el populismo. Este es un mal de larga data, podríamos incluso afirmar que nace de la mano de la República. Sin embargo, no hay duda de que los últimos 16 años se ha visto exacerbado con el chavismo y los resultados son evidentes.
Por eso, resulta incomprensible que el sector que se le opone también esté dispuesto a aprovecharse del desespero de la gente y utilizar una retórica populista para ganar apoyo. Cuesta mucho creer que todavía no se den cuenta del daño que nos ha hecho.
Escuchar una “propuesta económica” de un sector de la oposición que comienza ofreciendo un incremento de salario del 50%, preocupa profundamente. No solo porque económicamente es una propuesta irresponsable e insuficiente, sino también por su esencia. Ellos saben que a este país el populismo lo trajo hasta acá y ofrecen salvarlo con más de lo mismo.
Venezuela sí necesita una propuesta. Es más, necesita un plan de emergencia a corto plazo que resuelva integralmente no solamente la grave crisis económica, sino también la de otros sectores que están colapsando, como la de los servicios básicos, la seguridad ciudadana y la industria petrolera. Pero ésta debe ser una oferta seria, sensata, honesta y, seguramente, si cumple con esas condiciones, será una propuesta con medidas difíciles pero responsables, que le den gobernabilidad e irreversibilidad a un proceso de cambio.
El gran reto que tenemos como sociedad es curarnos de la enfermedad del populismo. Debemos empezar a pensar como estadistas, en la próxima generación, y no como politiqueros, en la próxima elección. Darnos cuenta de que somos individuos con derechos, pero también con responsabilidades. Entender que solamente podremos construir un país próspero con ciudadanos que trabajen, que vivan del fruto de su esfuerzo y que no dependen de las migajas del gobierno de turno. Es impostergable desarrollar una nueva relación Estado–ciudadano.
También existe la posibilidad de que estemos equivocados. Quizás, como algunos afirman cínicamente, el venezolano “es así”. Prefiere la vida fácil, el poco trabajo y mucha cerveza. Quizás, si quienes han perdido la esperanza tienen razón, el venezolano “se ha acostumbrado a las largas colas, a los estantes vacíos, a vivir de rodillas y con la mano extendida”. Si fuera así, entonces quizás hasta nos merecemos todo esto.
Entonces nos tocaría aceptarlo y no quedaría otra opción que unirnos y gritar al unísono: ¡Más populismo, por favor!
Nosotros estamos seguros de que no es así. Llegó el momento de demostrarlo y de llamar las cosas por su nombre.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
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