¿Cuándo y cómo se iniciará de lleno la transición? I/II
Por Werner Corrales Leal
@wernercorrales
El presente artículo es el primero de dos que intentan responder a preguntas hechas por varios compatriotas que han leído mis argumentaciones sobre una Transición en Paz e Irreversible a la Democracia: … ¿Qué circunstancias marcarían el inicio de la Transición propiamente dicha?, y… ¿Qué probabilidades muestran los diversos escenarios de hoy para que ella se inicie en un horizonte cercano?
Discuto en el primer artículo cómo es que ya parecen estar dadas varias circunstancias que hacen muy probable la salida del poder del presente régimen, pero concluyo que no es claro aún si esa salida llevaría a una mutación sin cambio profundo, lo que he llamado en otros artículos un cambio gatopardiano, o a su transición hacia un régimen sustancialmente distinto, hacia un sistema democrático. En el artículo que seguirá al presente analizo cuales condiciones adicionales tendrían que darse para generar varios escenarios distintos, incluidos los dos mencionados, y la probabilidad de ocurrencia que le asigno a cada uno de ellos.
En la primera parte del artículo de hoy introduzco de manera simplificada el marco del análisis, ya que no espero que mis lectores confíen en una evaluación de la crisis del régimen o de las probabilidades de su salida o transformación basada en el “olfato político”. En la segunda parte, utilizando el marco mencionado, intento el análisis propiamente dicho.
¿Cómo y cuándo se produce una crisis transformadora en un sistema complejo?
El régimen político de cualquier sociedad puede verse como un sistema complejo que se auto-organiza, en el cual, en condiciones “normales”, dominan las tendencias a la estabilidad de las estructuras de poder y de las funciones económicas, sociales y propiamente políticas, aunque ellas estén sujetas a fluctuaciones. Precisamente para asegurar esa estabilidad los regímenes políticos cuentan con sistemas de control social, que regulan los fenómenos que puedan dar origen a las fluctuaciones, sistemas que retroalimentan a la sociedad con estímulos sociales, económicos y políticos que ayudan a reducir las perturbaciones y recuperar los equilibrios.
Las crisis graves de un régimen comienzan cuando las fluctuaciones que se dan en las funciones y estructuras se salen de ciertos límites -de amplitud y de duración- hasta anular la capacidad de respuesta de su sistema de control o convertir a éste en un elemento perturbador que amplía en lugar de disminuir las fluctuaciones. Cuando suceden cosas como las mencionadas, los primeros efectos de inestabilidad se desbordan sobre otras funciones económicas y políticas que a su vez se alejan más del equilibrio y por lo tanto agravan las fallas en todo el sistema.
Síntomas de ello son, por ejemplo, que el sistema de control reaccione agravando la escasez de recursos que sufre el gobierno para financiar su gasto, espantando las inversiones extranjeras a través de expropiaciones y controles de precios y cambio. Lo mismo puede decirse cuando el público, molesto por la inseguridad en las calles, se encuentra frecuentemente acosado por intentos de robo, secuestro, extorsión o abusos a derechos humanos por parte de miembros de organismos del Estado pertenecientes precisamente a los sistemas de control.
En fin, para juzgar si una crisis puede llevar a un régimen a su final, tiene que evaluarse si su sistema de control social ha perdido su funcionalidad hasta llegar a atentar contra su estabilidad, y si el régimen no muestra capacidad para recuperarlo.
¿Se dan en Venezuela las condiciones necesarias y suficientes para un cambio de régimen que conduzca a una Transición a la Democracia?
Es evidente que la crisis que vive Venezuela ha roto tendencias que se daban en los procesos sociales, políticos y económicos que estaban en equilibrio, aunque fuese en equilibrio precario, los que a su vez están generando la inestabilidad creciente del régimen. Hay que preguntarse si esto ha venido dándose simultáneamente con la pérdida de eficacia del sistema de control social del Estado socialista.
En regímenes totalitarios y proto-totalitarios como es el venezolano de hoy, los sistemas de control social persiguen la dominación, la sumisión permanente de los individuos a través de la coerción y el amedrentamiento. Por eso, el sistema de control del Socialismo del Siglo XXI está constituido por un conjunto amplio de redes a través de las cuales se ejerce la hegemonía comunicacional para sembrar odios entre clases sociales y evitar la consolidación de amplios grupos opositores; se ideologiza, se hace partidista y se compra con prebendas a miembros de la Fuerza Armada para emplearla en la coerción a la disidencia política; se niega el acceso de la ciudadanía a elecciones justas y transparentes y se manipula a las comunidades con sistemas supuestamente participativos que las convierten en apéndices subordinados del partido gobernante; se mantiene a los pobres en dependencia permanente a través de “Misiones” que los proveen y en contrapartida condicionan políticamente a sus beneficiarios con la amenaza de exclusión de los no afectos; se somete a los empresarios a través de la disposición de divisas y los controles económicos de todo tipo; se compra voluntades y se extorsiona para someter a los gobiernos locales y regionales, y se acalla las disidencias ejerciendo violencia contra quienes protestan a través de grupos paramilitares indiferenciables del hampa, financiados directamente por el Estado.
Sin menospreciar los logros ideológicos que ha tenido el chavismo en amplios grupos de jóvenes y en buena parte de los Colectivos que integraban en sus mejores tiempos las redes paramilitares del régimen, su sistema de control social dependía fundamentalmente de la capacidad del gobierno para financiar sus diversos mecanismos, de la coordinación de buena parte de esas redes por altos funcionarios de los sectores de Inteligencia de la FAN, y del liderazgo carismático del fallecido líder máximo de la revolución.
El dinero que fluía a través de las Misiones, CADIVI, los medios de comunicación, la compra de automóviles para militares, etc., mantenía el apoyo político de comunidades populares y las lealtades y sujeción disciplinada de varios componentes del sistema, mientras el financiamiento de Colectivos, las prebendas a Pranes y el tráfico de drogas y de armas hacían funcionar a la parte más tenebrosa del mismo, por demás indiferenciable del hampa.
Esas lealtades y apoyos políticos han dado paso a protestas muy frecuentes y airadas en comunidades populares como consecuencia del desabastecimiento y la represión que ejerce sobre ellas el gobierno; la disciplina y el acatamiento de Colectivos y bandas de Pranes han desaparecido dando origen a frecuentes enfrentamientos y “Operaciones de Limpieza”, y muchos oficiales de la FAN han huido y están colaborando con investigaciones anti-drogas y anti-terrorismo fuera de Venezuela. Todo esto está asociado a la caída de la capacidad de financiamiento del Estado; a las denuncias y la apertura de juicios internacionales a altos funcionarios militares que están o estuvieron ligados al sistema; y evidentemente a la desaparición de Chávez y el déficit de carisma y legitimidad que es percibido en Maduro.
En fin, puede afirmarse que esa malla amplia y densa que constituye el sistema de control social para la dominación que montó el Socialismo del Siglo XXI se ha debilitado gravemente, ha perdido en gran medida su capacidad de coordinación y está reaccionando ante la crisis agravando objetivamente los problemas del régimen.
Todo lo anterior describe una crisis en la cual se completan las condiciones necesarias para un cambio de este régimen, pero condiciones que pueden llevar a la destrucción y el caos dentro del Estado, a una mutación sin cambio profundo del régimen, o a su transición hacia un régimen sustancialmente distinto.
Para que la crisis de un régimen político sea potencialmente transformadora, es decir, para que dé inicio a la transición hacia un Estado sustancialmente diferente, libre de los vicios y distorsiones que causaron la crisis, es necesario que se cumplan simultáneamente dos condiciones: que se haya debilitado de manera relevante la capacidad de respuesta de su sistema de control social, lo que pareciera haberse producido en Venezuela; y que exista una acción eficaz por parte de actores que buscan la transformación, sean internos a él o pertenecientes a otros grupos de la sociedad, lo cual no se observa con claridad. En otras palabras, esta crisis va a tener un desenlace de cambio, pero para que ese desenlace lleve a una Transición en Paz e Irreversible a la Democracia es necesario actuar estratégicamente en favor de ese tipo de cambio. El próximo artículo trata de los diversos escenarios y su probabilidad de ocurrencia.
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