En otra dimensión
Por Alfredo Yánez Mondragón
@incisos
Solo faltan dos meses para que los venezolanos lleguemos a un día de definiciones. Las apuestas son variadas; y muchos no apuestan a ganador, sino a determinar quién (así, en lo individual) saldrá perdiendo.
El país se plantea en la dimensión de los costos, de los fracasos, de las pérdidas. Por eso nuestras conversaciones giran entorno a la inflación, al desabastecimiento, a la inseguridad. Todo lo que nos pasa se narra en negativo… tanto así que quien dice gobernar se alegra porque no recibió ni una mentada de madre.
La mayoría de los venezolanos tiene claro que esta fórmula de vida no es la ganadora. Que el desgaste es mucho y que los esfuerzos que cada quien hace (así, en lo individual) no valen la pena. Por eso, la desesperada opción del exilio forzado, por eso, la válvula de escape del intento en otro lugar; donde los esfuerzos individuales tienen sentido.
Los venezolanos, adoctrinados por las representaciones sociales que el telemercadeo nos ofrece (extendido el concepto a las redes sociales) creemos que la sola fecha del 6D lo cambiará todo; así como creímos que el 15 de agosto de 2004 lo haría, o el 11 de abril de 2011, o el 13 de abril de 2013. Dejamos el destino del país al azar de una fecha; y no a la conciencia personal (así, en lo individual).
La preocupación de hoy se reduce a la supervivencia. Algunos, en esa extraña forma de sufrir; comienzan a desesperarse por el precio del pan de jamón o de las hallacas, y encuentran el sinsentido mayor en la desregularización del uso de los uniformes escolares.
En otras palabras; perdimos -junto con la capacidad de asombro- la dimensión del problema; o para decirlo en términos de oportunidad; perdimos la dimensión de la solución posible.
El mundo tecnológico se mueve alrededor del Internet de las cosas, las comunicaciones fluyen por infinidad de dispositivos, la energía se transforma y ya no depende solo de los combustibles fósiles; pero igual nosotros seguimos aferrados a un rentismo populista que lo somete todo a la voluntad de un voto; necesario pero no transformador.
El liderazgo perdió la dimensión, porque también se ancló; y solo sabe hacerle el juego -no digo que con mala intención- a quienes decidieron empotrarse en un estilo de miseria.
Nos toca entonces a nosotros; revisar lo que queremos; para que todo eso que venimos haciendo de manera personal (así, en lo individual) trascienda y comience a tener incidencia colectiva.
Quienes estamos anclados en este sistema; de paradigmas fracasados y superados, somo nosotros mismos; y tenemos la obligación de deslastrarnos de esas anclas; de iniciar el tránsito hacia otra dimensión; una real y no lejana.
Lo que vaya a ocurrir dentro de dos meses; es una mínima parte de todo lo que nos tenemos que plantear como país.
Poner todos los huevos en la canasta del 6D puede tornarse peligroso; porque después del 6D, vendrá el 7D y el 15D y todos los otros días de la vida… que requieren preparación, estrategia, visión y acción.
Ojalá que esta sea la última vez en nuestra historia en la que pretendamos que la vida se reduce a un día; ojalá que esta vez nos sirva realmente de lección para terminar de aprender que la vida implica decisiones continuas, dinámicas, enlazadas, pensadas, equilibradas, consensuadas; en definitiva; ojalá que seamos capaces de ver la vida de Venezuela (así, en lo colectivo) desde otra dimensión.
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