Big Bang criollo
Por Tulio Álvarez
@tulioalvarez
tulioalvarez17@gmail.com
Ahora que se volvió a poner de moda el Fondo Monetario Internacional (FMI) conviene revisar lo que sucede en Venezuela desde una óptica externa. Y aprovecharé la información que recibo de los delegados al Congreso Continental de Teología, realizándose en Belo Horizonte, para tomar nota de cómo nos ven nuestros pares latinoamericanos. Además, el hecho de realizarse en Brasil, me puede ambientar en un país cuyos dos últimos gobernantes han establecido profundos nexos, no digamos relaciones cómplices en materia de corrupción, con los líderes rojos del proceso de destrucción nacional aquí.
Lo primero que llama la atención es que como sucedió en Argentina con Claudio Uberti, ex director del OCCOVI (Órgano de Control de Concesiones Viales), enlace entre los Kirchner y Chávez en “materia de negociados”, quien cumpliera el mismo rol con Lula y Dilma en Brasil, me refiero al Ministro Dirceu, se encuentra actualmente preso por la corrupción desatada en Petrobras y “sus servicios de enlace” en los negocios con Venezuela.
Tampoco es casual que los magnates y empresarios de dos de las principales empresas de Brasil y Latinoamérica, me refiero a las dirigidas por Marcelo Odebrecht y Otávio Marques de Azevedo, sean objeto de una investigación inédita dentro y fuera de la frontera de Brasil. La Policía Federal y la fiscalía brasileña transformaron una investigación rutinaria de lavado de dinero y tráfico de divisas en la más grande investigación sobre corrupción en la historia de Brasil y de América Latina. Y Venezuela es el foco más luminoso en este proceso porque los rojos entregaron a estas empresas todas las obras públicas de relevancia, sin licitación.
Meditémoslo bien. Si estos mafiosos ejecutaron un robo directo a Petrobras calculado en 4 mil millones de dólares, sin contar las pérdidas indirectas que podrían ser mayores, en un país caracterizado por una seria separación de poderes y una sólida administración de Justicia; ¿qué no habrán hecho en esta tierra de nadie? Este es un país sin institucionalidad. La palabra es saqueo.
El resultado está a la vista. Mientras el crecimiento del Producto interno bruto para América Latina se ubicó en un 1,7 %, para el año 2014, en el mismo periodo cayó un 4% en Venezuela; pero la tragedia mayor es que va en -10% en 2015. La inflación aquí, en cifras oficiales, monto al 62,2 % en el año 2014; está en 159,1 % en lo que va de un 2015 que no ha culminado; y se prevé en 204,1 % para el 2016, si tenemos mucha suerte. El ingreso per capita es ostensiblemente menor que el de México, República Dominicana, Ecuador, Perú y Colombia; y eso que tenemos petróleo porque sin ese recurso estaríamos por debajo de Haití.
Como correctivo a este desastre nacional, se enjuició al empresario que dirige una de las pocas empresas productivas, precisamente la principal red de distribución de alimentos del país, por “conspirar contra el Gobierno” y por liderar una guerra económica contra Venezuela. Y yo le digo a él que un venezolano que no esté activado en este mismo instante en resistir y hacer frente a su régimen de destrucción, simplemente, debe ser calificado como un traidor a la patria porque si ustedes siguen no quedará nada que defender.
Resulta más que jocoso que sigan con el temita de la guerra económica. Imaginémonos que las tropas de Stalin entraran en Venezuela como lo hicieron en Berlín en abril de 1945. En tal caso, ¿que tendrían que destruir? ¿La economía? ¿Cuál? De eso ya se encargaron ellos. De manera que, si nos cayera un bombardeo similar al que sufrió Londres en la 2ª Guerra Mundial o el que le retribuyeron los aliados en ese mismo escenario, se perdería el dinero de las bombas.
La apreciación de la prensa y los medios de comunicación brasileños está en esta línea. Me provocó mucha sorna que la gente aquí me diga que va por el mismo camino de Venezuela. Y yo les contesté que es muy difícil que un país como Brasil se acerque a un escenario similar al nuestro. Ellos tienen instituciones y a pesar de todos los tinglados de corrupción que, como en Venezuela, se basan en un maridaje anti-natura entre comunistas que se hacen pasar por socialistas y negociantes que aquí se identifican como boliburgueses y bolichicos, allá existe un Poder Judicial y la institución del Impeachment que puede destituir a Dilma como sucedió anteriormente con Collor de Melo.
Por lo pronto, el Big Bang criollo se producirá destruyendo la forma tradicional de hacer política. Una nueva realidad tendrá que surgir para que evolucione otra nación. El riesgo es que los que han sido responsables de este proceso, los militares, no sigan la dirección del reconocimiento de la voluntad de los venezolanos y trate de perpetuarse en el Poder. En tal caso, sufrirán más allá de la perdida de sus prebendas.
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