Renacimiento
Por Jorge Olavarría
@voxclama
Algunos jerarcas frustrados alegan que la Asamblea Nacional que acaban de perder (y no sabemos en realidad por cuanto), es solo uno de los cinco poderes. Se equivocan. Quizá así lo creen porque durante tres quinquenios han tratado al Poder Legislativo como otra extensión del Poder Ejecutivo que demostradamente siempre estuvo más que dispuesta a complacer ciegamente y hasta a cederle sus potestades en aberraciones injustificables llamadas “habilitantes”.
Como ejercicio… el nivel democrático, liberal, pluralista de un país cualquiera, o el estado de conceptos como libertad, igualdad, justicia, o progreso social y político, no se evalúan en las calles, ni se refleja necesariamente en la prensa o los medios, y tampoco es validado por la seriedad, ecuanimidad y acceso a las instituciones del estado. Tampoco es enteramente medible por encuestas ni extrapolable con estadísticas. La democracia o la voluntad popular mayoritaria no son solo necesariamente expresadas en elecciones, libertad de presa y derechos ciudadanos. Pero si el objetivo es asesorarse del estado de estos valores, NO hay institución que permita una consulta más profunda de estos temas que en el Parlamento. En cualquier país. Por algo se le llama “la casa del pueblo”. Auténticamente, la democracia que se conceptúa en la antigua Grecia, pero aparece espontáneamente y es herencia de todas las culturas. Nace de sus asambleas de ancianos y asambleas de guerreros. Estas asambleas las encontramos en las tribus más primitivas y en los tiempos y lugares más remotos. En la Biblia vemos que el reino de Israel se divide cuando Joroban (hijo de Salomón, nieto de David) decide desatender el consejo de la asamblea de ancianos y escuchar a la asamblea de guerreros. De una Asamblea se Ancianos evoluciona el afamado Senado Romano, cuyo nombre se origina en “senil” y está dividido entre patricios y plebeyos. Para cuando se forma el Parlamento inglés, en España las “Cortes” eran mucho más representativas y democráticas aunque se asemejan en su función principal que era otorgarle recursos al monarca.
Anterior a las elecciones, una conocida y corajuda Diputada insistía que el día más importante no sería el día de la votación; el domingo 6 de diciembre. Sería el lunes. El siete. En la tempestad de incertidumbres, llegaba a esta conclusión extrapolando experiencias de elecciones pasadas en las que un sinnúmero de trampas repartidas y racionadas que les ha permitido hacer fraudes y salirse con la suya. (Y en todas las elecciones). Esta vez, el pueblo decepcionado, arruinado, devaluado, desproveído, hambreado y humillado, no permitiría otro fraude.
Pero la Diputada se equivocó por la sencilla razón que ésta no era otra elección contrapesada en la que sería fácil repetir las pericias fulleras del CNE—otra institución corrompida y consentida de régimen que les ha producido grandes beneficios al partido rojo (y ni se diga, a sus fieles rectores recompensados con quintas en Country o catapultados hacia sabrosas cúspides estadales en agradecimiento por los favores).
El día más importante no fue el siete. Fue el ocho. Esa noche, el régimen trazó las reglas de guerra y delineó el mapa de lo que habrá de suceder en este país en los próximos meses. Por casualidad o ciencia, CNN, con Patricia Janiot todavía en Venezuela, fue testigo presencial del verbo imitado del Presidente impuesto. Transmitieron sin saber cuándo cortar la cadena del balbuceante déspota bigotudo. CNN lo mostró en al ápice del dogma plagiado, revanchista, incapaz de avistar correcciones y presto a culpar a quienquiera por sus crímenes. Así, quienquiera en el mundo sintonizaba CNN-español vio una porción de los que se dilató hasta la madrugada, de hecho, del escarmiento que se ha extendido diecisiete años consecutivos. En su cadena el déspota intentó pisotear la esperanza de una transición pacífica y democrática, esperanza que resucitó por los factores que se conjuraron el domingo 6 de diciembre.
Si hay algo que el deslave electoral le permite a la UNIDAD en estos momentos es perder el miedo. Acaban de recibir el aval más contundente de la historia. Si se quedan adheridos en el pasado; en mezquindades y tirrias divisionistas entre ellos, y timideces asustadizas y acomodamientos de convivencia con el régimen, no van a poder visualizar la enorme puerta de posibilidades que se acaba de abrir.
La caída del Muro de Berlín produce alegorías válidas a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre. Allá y entonces igual que aquí y ahora, todo el mundo veía la liga estirada, a punto de reventar, todos conocían el lamentable nivel de postración y penuria, de frustración y desaliento de los años de socialismo, pero nadie se imaginaba que el final sería una implosión. Pero ese es el itinerario de los países socialistas. El marxismo, tanto ideológico como praxiológico, terminan en bancarrota, los pobladores sumidos en miserias, improductividad y todos los males inherentes a esa ideología. Los gobiernos socialistas corruptos se vuelven administradores de Estados policiacos, con sus poblaciones vigiladas y reprimidas. La vida diaria oscila entre mercados negros, sobornos, chantajes y terror. Y así, con el muro caído, allá solo quedaba recoger escombros y comenzar de nuevo. Aquí con el pueblo gritando electoralmente a toda voz los mismos llantos, solo queda darle la bienvenida a la libertad individual y prepararse para la eventual llegada de la sensatez gubernativa posible. Con diferenciaciones regionales y culturales, alguna variable del muro de Berlín les sucedió a todos los países socialistas con la excepción de Cuba y Corea del Norte cuyas sociedades siguen secuestradas y sometidas. Pero ya les llegará. El régimen en Cuba está jugando a desmontar el socialismo sin perturbar su momificada dirigencia, como lo fue con caso Chino, pero dudo que los caribeños sean tan maleables como los orientales. Veremos.
El personaje político más aludido y descobijado por la opinión pública, en este deslave político, es el Presidente saliente del Parlamento. El ex Diputado D Cabello quien anuncia que—se niega a rendirse. Entiendo. Luego de la derrota y rendición en Stalingrado, muchos escuadrones alemanes fondeados internamente decían lo mismo. Se negaban a rendirse no porque eran valientes y decididos sino porque sabían que era preferible morir peleando que entregarse a un enemigo al que le habían hecho tanto daño, con tanta saña y crueldad. Los alemanes no solo habían masacrado poblaciones siguiendo órdenes superiores, sino que las habían despojado de todo vestigio de dignidad, siguiendo los sádicos lineamientos del partido político. Así, el siniestro, siempre ofensivo, agresivo, resentido, ambicioso y fanatizado Teniente Cabello anuncia que “es solo un tropiezo”. Esa actitud también es históricamente gastada pero la realidad es que estas elecciones, no son un tropiezo. Son una sentencia inapelable. La opinión pública los acaba de crucificar. En contexto, NO hay evento en la historia de este país que se compare. Ni en amplitud ni en magnitud. Me explico.
Si la identidad común de Hispanoamérica nació en el Ayuntamiento (Cabildo, Consejo, o Municipalidad), la identidad nacional nos las dieron los congresos (Parlamentos, Diputaciones, Asambleas, o Cortes—como se les decía antiguamente). Esa identidad se hace patente en la bandera nacional cuyas siete estrellas representan a las siete provincias que voluntariamente se incorporaron a la independencia venezolana concretada por el Congreso Constituyente el 5 de julio de 1811 (Caracas, Mérida, Barcelona, Barinas, Trujillo, Cumaná y Margarita).
No hace falta destacar la escala visionaria del Congreso de Angostura instalado por Bolívar en 1819 que por poco nos condice a que nos amalgamemos como una colosal República, la Gran Colombia. Pero la unión no fue un objetivo primordial de las patrias que habían luchado y logrado la independencia. En 1828, Simón Bolívar desesperado por la discordia, convoca al Congreso Admirable, una asamblea constituyente que intenta conciliar las facciones y evitar la disolución de la Gran Colombia. Desprovistas de intelectuales, los militares victoriosos de la guerra quieren su tajada del despojo de la guerra y crean verdaderas oligarquías militares dejando el precedente de los militares políticos que como los nobles europeos en siglos pasados se canibalizan hasta la llegada del siglo XXI.
En Venezuela, El General José Antonio Páez también sustenta su perspectiva separatista apoyado en la figura jurídica y democrática de las Asambleas realizadas en Valencia y Caracas que han decretado la separación de Venezuela y el repudio a Bolívar. Los separatistas, bien o mal, son victoriosos y a partir de ese instante la posibilidad de cohesionar ese enorme territorio que abarcaba el imperio español en Suramérica se cancela. Para cuando se da la separación de Colombia, fundada en 1819 por Bolívar 1830, en toda América solo las islas de Cuba y Puerto Rico quedan bajo el gobierno de España. Fue tan feroz la lucha por la independencia que apenas lograda, seguimos el camino y nos independizamos los unos de los otros. La Federación Centro-Americana se desfigura en cinco pequeñas repúblicas: Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador y Honduras. Quedamos separados en 22 naciones con el mismo legado cultural, idiomático, religioso que, liberado del anacronismo monárquico, produjeron la paradoja de gobiernos centralistas y despóticos aún más feroces que el que acababan de deponer. Germinan los fenómenos del golpismo, el “pronunciamiento”, la junta militar, el cacique, el guerrillero, el revolucionario, el idealista mesiánico, el autócrata colectivista, el supremacista nacionalista, el mandamás rencoroso, el dirigente paternalista, el Dictador —civil o militar. Desunidos, cada nación es blanco fácil de déspotas y demagogos domésticos y de dominación o explotación por sanguijuelas externas. En 1898 Puerto Rico fue sometido incondicionalmente a la autoridad de Estados Unidos. En 1903 Panamá es desmembrada de Colombia por los Estados Unidos y es la última república en ingresar a la familia de los estados hispánicos que obtiene una soberanía nominal a cambio de la cesión de la Zona del Canal a favor de su desmembrador. Desunidos se inicia un vaivén dramático entre los extremos de la anarquía y el despotismo. La anarquía hace deseable a la tiranía doméstica. Y esta aplasta la libertad.
Sin embargo, el concepto se mantiene vivo durante toda la era republicana, en cualquier circunstancia, sea en dictadura o democracia. Muchos parlamentos en Venezuela y en países infectados por dictaduras, fueron complacientes y cómplices pero probablemente no exista período más rastrero que los tres quinquenios desde que la Constituyente de Chávez derrumbó el concepto bicameral logrando que el corroído Congreso Nacional, bicameral y pluralista, se volviera unicameral y representativo de un solo color.
Hasta la llegada de Chávez el único presidente comunista electo (en el mundo) había sido Salvador Allende quien obtuvo el 36,6% votos en Chile, elecciones de 1970. En 1998, las elecciones “arrasadoras” que llevaron a Chávez al poder vitalicio, el militar indultado obtuvo un 56,2% (total del 6.6 MM/votos). Instalado y en plena activación de su golpe originario, en las elecciones donde se antagonizaron dos de los Comandantes golpistas originales, Chávez obtuvo el 60% contra el siempre infeliz oportunista Arias Cárdenas con un 37%. En el 2006 Chávez obtuvo un 62% contra el 37% de Manuel Rosales, quien ahora es un preso más del régimen sin que se dilucide si es político o voluntario.
En breve, ¡bravo! Lo que sucedió el 6 de diciembre cambia todo. La grandeza, aguante y lucidez que ha mostrado el pueblo venezolano contrasta brutalmente con la pequeñez, estupidez y testarudez del régimen revolucionario. Por primera vez en diecisiete años podemos cantar el himno nacional a viva voz, escuchando el significado de sus palabras, su letra, sin sentirnos hipócritas ni cobardes.
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