Una tragedia deja de serlo cuando ocurre otra peor
Editorial #300: Tume… ¿qué?
Tumeremo. Ese es el nombre del pequeño municipio de menos de 50.000 habitantes al sur del estado Bolívar. Una localidad que pocas veces encuentra un espacio en las noticias del país o en la mente de los venezolanos.
Sin embargo, apenas comenzado el mes de marzo, el municipio que fue cuna de Sofía Silva Inserri, la primera Miss Venezuela en el año 1952, fue el foco de atención internacional. Esta vez por un motivo muy diferente. Familiares desesperados denunciaban la desaparición de casi 20 mineros en esa zona minera que tiene una gran actividad en la explotación de oro.
Las autoridades gubernamentales, encabezadas por el gobernador del estado, Francisco Rangel Gómez, utilizaron el primer recurso que casi por instinto ha escogido el oficialismo ante cualquier tragedia: negarla. La autoridad llegó incluso a decir que todo era una “maniobra de la derecha” para dañar su gestión y que lo único que había ocurrido fue una “masacre virtual”.
Pero el “relato” no aguantó mucho el peso de la realidad y pocos días después, el gobierno admitió que, en efecto, había sucedido una terrible masacre que le costó la vida a 17 personas de quienes recuperaron sus cadáveres. Todo parece indicar que la tragedia fue consecuencia de las bandas ilegales que se dedican a la minería ilegal y que tienen sometido a ese sector.
No fue la primera de ellas. Sin embargo, esta vez la noticia recorrió el mundo y obligó a las autoridades a actuar rápidamente porque familiares de las víctimas protestaron en las calles de la localidad y la solidaridad de la gente de la zona se hizo notar inmediatamente.
Lo ocurrido en Tumeremo amplía una larga lista de víctimas de la violencia que ha tomado el país. El 2015, Venezuela batió su propio récord en esta materia: 27.875 fallecidos; un índice de 90 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, según reporta el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV). Esto coloca al país como uno de los más violentos de la región y a Caracas, que alcanza las 120 homicidios por cada 100.000 habitantes, como la ciudad más violenta del mundo, según un informe de la organización mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
El problema no es solo que la realidad sea la que es; sino que ya no nos sorprenda. En cualquier otro lugar cifras como éstas sacudirían a la sociedad y hechos como lo ocurrido en Tumeremo generarían una conmoción. Pero, en Venezuela, pasa de todo y no pasa nada. La tragedia es de corta duración y deja de serlo cuando ocurre una peor.
Con el transcurso de los días, Tumeremo volvió a encontrar su lugar en el olvido de la gente. Entre colas, hambre y resignación, los venezolanos pasan sus días sobreviviendo. Hasta que, quizás, una próxima tragedia nos recuerde que existe un país que se desangra y se llama Venezuela.
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