¿Cuánto cuesta el cambio?

El valor de las cosas necesita ser apreciado. Quienes han gerenciado a Venezuela –antes y ahora más- menospreciaron el costo de las cosas, por muy importantes que fueran: Salud, Educación, Servicios Públicos. Con ese menosprecio, jugando al populista uso del término “gratis“ lograron que la sociedad desestimara el valor de esas cosas, que en esencia distinguen el bienestar social.

Presos de las palabras. Los referentes políticos insisten en la gratuidad, pues el término brinda réditos político electorales, pero no advierten el inmenso daño que se hace, cuando se pretende hacer ver que algo muy costoso, en realidad no cuesta nada.

Empeñados como estamos, desde la crisis, a propiciar un cambio, la pretensión de erradicar el término “Gratis“ de la jerga política, podría interpretarse como un primer paso haca la conquista de valores mucho más profundos que los que se reflejan en una lista de precios.

Decir cuánto cuesta algo, expresar su valor real, demostrar el uso de cada dólar (o de cada bolívar) no le quita nada a efectividad (si es que la tienen) de los programas sociales que se proponga realizar éste o cualquier otro gobierno.

Es falso que exista educación, saludo o servicios públicos gratuitos, porque para que esos bienes esenciales de la sociedad sean de calidad, es necesario invertir muchísimo dinero en investigación, en trabajo, en salarios, en equipos, en tecnología…

Plantearse que la educación, la salud y otros servicios públicos resultan gratuitos, es persistir en la negación de la realidad, y persistir también en la mentira que tanto daño ha hecho al país, respecto al costo cero, con lo cual la masa cree que nada tiene valor.

Es evidente que ante la crisis actual, los programas sociales deben activarse de manera efectiva, pero eso no implica que cada quien que sea beneficiario omita en su razón, que ese beneficio que percibe tiene un costo, para él, y para quienes lo hacen posible.

El venezolano que surja de esta inmensa oportunidad en que se nos ha convertido la monumental crisis tiene que entender de una vez por todas, que nadie nace con una arepa bajo el brazo, que este no es un país rico, y por sobre todo, que nada, absolutamente nada, en la vida es gratis.

En ese sentido, sería bueno echar números, para precisar ¿cuánto cuesta el cambio?

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