Arte + política + empoderamiento= alternativa ciudadana
El concepto de arte desde sus inicios estuvo fuertemente vinculado al concepto de estética, lo que a su vez lo unió a la idea de belleza, que es –desde el Renacimiento- propósito de las artes visuales. El llamado arte formalista (pintura y escultura) rendía culto al adorno, es decir, al objeto por encima de la idea. Sin embargo, a partir del siglo XX estas concepciones del arte tradicional se empiezan a resquebrajar y se transita de un arte que da importancia a la apariencia y al objeto de producción, a un arte donde prima la concepción.
El arte conceptual florece en los años de 1960. Aunque comprende una infinita variedad de actividades artísticas, puede decirse que todas las obras tienen un común denominador: se empieza a valorar el hecho de la co-autoría entre artista-público.
A partir de entonces, vemos cómo las manifestaciones artísticas se empiezan a alejar de los museos y salen a los espacios públicos, lo que plantea en sí un tipo de arte mucho más vinculado a las reivindicaciones sociales.
Arte y política
Las fronteras entre la actividad artística y las actividades colectivas empiezan poco a poco a desdibujarse, ganando así la relación entre arte y política mucha más fuerza.
Este proceso de democratización del arte se da además junto a ciertas condiciones globales, como el desencanto con las formas políticas, o lo que es igual, el cuestionamiento hacia los tipos de democracia representativa y participativa: pues ambas se quedan cortas a la hora de resolver las problemáticas sociales. Lo que supone entonces el comienzo de un arte de protesta, es decir, un arte-activista.
Entendiendo así el arte activista o artivismo como un arte de participación, en el que no sólo se involucra al público en la obra sino que además se le involucra a la vida pública, para la transformación y/o cambio social.
Artista como agente de empoderamiento
Es así como el rol del artista se amplía y pasa a ser –además- un animador sociocultural, que aporta herramientas de trabajo a las comunidades o grupos para que estos mismos procesos puedan ser continuados y se refuerce el poder ciudadano.
Básicamente, los artistas se convierten en ciudadanos activistas, catalizadores del cambio y reivindicadores de los espacios públicos, como espacios de participación.
¿Una alternativa a la participación política?
Mucho se habla de las características democratizadoras que trae consigo el artivismo, por ser un arte público que involucra a distintos actores sociales. Puede expresarse que este tipo de manifestaciones artísticas representan en sí una alternativa a la política tradicional debido a que incita el trabajo colectivo en pro de una transformación desde la autogestión y/o autorepresentación.
El artivismo resignifica el concepto de lo que entendemos por participación política y le agrega un nuevo sentido: la importancia del arte en la sensibilización de los sujetos para la construcción del empoderamiento ciudadano. De allí, surge una especial importancia al concepto de esfera pública como lugar de encuentro del artivista y la comunidad.
Al hablar de una alternativa de participación, no se habla de una alternativa legitimadora de la institución política, sino más bien de una alternativa en el seno de la sociedad civil, donde se fomente una política de solidaridad y comunidad, y –sobre todo- donde desde cada movimiento artístico se construya la ciudad en la que se quiere vivir.
Democratización de los espacios públicos
En este sentido puede observarse el interés del artivismo por el rescate y la democratización de los espacios públicos. Espacios que son olvidados dentro de la ciudad porque vivimos acostumbrados a encerrarnos en espacios privados, cuando la verdad estos lugares nos pertenecen. Otro aspecto importante es el del contacto con los otros, considerando al otro como un igual, con nuestras mismas necesidades y problemas, y no como una persona ajena a nosotros.
El hecho de hacer vida en los lugares públicos es una manera de reivindicar o rescatar los espacios que hoy en día ha ganado por ejemplo la delincuencia o que se han deteriorado por mala gestión. Volvemos así con este movimiento a una dinámica más tradicional de congregación como lo son las plazas, para así dejar de lado el hábito por actividades modernas como ver TV o conectarse a Internet que nos han alejado poco a poco de la conexión directa con el otro.
Uno de los elementos centrales del artivismo es la realización de actividades insurgentes que atenten contra el estatus quo y que resignifican la concepción del espacio público que está establecida, el objetivo de estas acciones es impregnar las luchas de una carga fuertemente contestaría, además llamar la atención de la sociedad con un contenido bastante simbólico, fortaleciendo el pensamiento crítico y creativo de los ciudadanos.
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