¿Diálogo? ¡Justicia!

Justicia-cuestionada

No podemos esperar que los crímenes cometidos por el PSUV para mantenerse en el poder, queden impunes. Tantos asesinatos a sangre fría, hambre provocada, inflación inducida, atraso social y empobrecimiento cultural que hemos sufrido los venezolanos durante diecisiete años deben ser castigados y reparados; y la única forma de hacerlo es instituyendo un Poder Judicial que imparta justicia real y expedita, acompañado de un Poder Electoral que solo se avoque a sumar votos y no a “inflarlos” en pro de algún contendiente del Poder Ejecutivo; un Poder Ciudadano que escuche y cobije a toda la población sin distinción ideológica, todos de la mano del Poder Legislativo: quienes deben encargarse de mantener los derechos que la historia les ha concedido a los venezolanos.

¿Cómo se le dice a la madre que perdió a sus tres hijos a manos del hampa, que sus asesinos serán “perdonados”? ¿Acaso es esa la percepción de justicia que deseamos sembrarle a los venezolanos? No podemos tapar los errores históricos. Debemos sanar las heridas que dejaron las injusticias en lo profundo de la psiquis colectiva, para romper el paradigma de la historia: que nos ha condenado por décadas al repetirse incesantemente, dándole poder a los militares y opacando al civil.

No se desespere si durante el camino la desesperanza vuelve a presentarse. Son solo artimañas de los desesperados para evitar que usted, amigo civil, progrese en búsqueda de un mejor porvenir. Así son las bestias adoloridas, que gritan hasta el último aliento, pero solo eso. No debemos menospreciar al enemigo, pero tampoco vanagloriarlo; porque con esto, amigo civil, lo hacemos invencible. La barrera más grande del ser humano está en su mente y no en su entorno.

Tampoco podemos decirle a un hijo cuyos parientes murieron por falta de medicamentos que los genocidas quienes tuvieron la culpa de esto, gozarán de beneficios y fama histórica. ¿Y es que el mundo olvidó las atrocidades cometidas por El Führer y sus secuaces internacionales? Por supuesto que no. Estas atrocidades sentaron tal precedente que, por su grado de crueldad, fueron pormenorizadas y tratadas con especial atención. Criminales que pensaron verse librados de aquellas fechorías fueron buscados y procesados en los juicios de Núremberg, dándole a todos aquellos afectados la percepción de justicia que nadie había podido darles jamás.

No olvidemos que los crímenes de lesa humanidad cometidos en la primera y segunda guerra mundial fueron el trampolín al nacimiento de los Derechos Humanos. Esos que hoy están instituidos y protegidos por el ordenamiento jurídico internacional y que, gobernantes de países africanos totalitarios y de Venezuela, siguen violando diariamente, pensando que aún siguen a comienzos del siglo XX, en donde estos no existían y la vida humana valía menos que una bala.

Amigo civil, la justicia tarda pero siempre llega. No le diré que la justicia divina se encargará de darle lo correspondiente a cada quien porque “Dios” lo perdona todo. Somos nosotros, mortales terrestres, quienes debemos lograr que la percepción de justicia impere a lo largo y ancho de nuestros horizontes. Esto se logra convirtiéndonos en verdaderos ciudadanos que tengan como norte la rectitud de acción y pensar.

Las leyes son las mejores herramientas para instituir una nueva república. Hace falta un marco legal sólido, que sea tratado con la magnanimidad que tratan los católicos a La Biblia y los musulmanes al Corán; para que se conviertan en un dogma a seguir por la sociedad, sin necesidad de modificaciones constantes ni leyes prohibitorias que siempre terminan creando mercados negros y escasez para todos, sin distinciones. Nunca se podrán combatir delitos con prohibiciones absurdas, sino con educación a los más jóvenes y penas para los mayores.

El futuro de Venezuela está en las manos de los abogados que hoy se forman en las universidades. Estos tendrán el incólume deber de permitir que la justicia triunfe en los tribunales, alejando los demonios prepagados que hoy imperan en nuestros juzgados, y que han vestido a la dama de ojos vendados con una camisa roja. Estudiantes de derecho, cómanse las doctrinas que forman la columna vertebral del derecho y saquen sus propios puntos de vista. Háganse letrados. Aprendan derecho de obligaciones como se aprendieron la letra de aquella canción que les gusta. Den a sus defendidos el mejor abogado del país, ese que tendrá como norte la verdad y la justicia, valiéndose de todas las herramientas legales que tengan a su alcance y que, gracias al estudio incesante, las conocen muy bien.

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