Bipolares

Bipolares

Seguramente quienes en algún momento se hayan interesado por la situación de Venezuela desde el exterior, tras una mirada superficial a lo que por estas tierras ocurre, habrán concluido que la mayoría de los venezolanos sufre trastornos de bipolaridad.

No hay manera de entender como frente a una realidad dramática de escasez de alimentos, medicinas y seguridad, para una parte de la población el tema del día sea si se jugará beisbol en Caracas o no.

Cuando esa misma dramática situación de escasez en todos los sentidos, el discurso y las acciones de la sociedad se inclina contra los establecimientos vacíos, o la frontera, sin que medie un liderazgo que oriente y dirija la angustia hacia los auténticos responsables de la situación.

Es difícil de comprender cómo el esfuerzo político se enfila hacia la realización del referendo revocatorio presidencial, sin asumir el descontento social expresado y materializado en las interminables colas, como el principal insumo de manifestación de voluntad de cambio.

En el discurso el hambre y la ineficiencia gubernamental están presentes, pero en el acompañamiento, se prefiere la inefable fórmula de besar viejitas y cargar niñitos de tripa vacía, como decía aquella canción de Perucho Conde.

El país en paralelo está acabando con la realidad, la esconde. Aquello de que la vida sigue es solo una verdad a medias, porque mientras se cree eso, los niños de los hospitales siguen muriendo, los enfermos crónicos mueren de mengua, las estadísticas de desnutrición ascienden, y las posibilidades de futuro desaparecen.

Asumir de verdad lo que pasa en el país, no tiene nada que ver con representantes papales, ni con manipulaciones respecto a las bondades democráticas de un diálogo insensato, falso y simbólico.

Zapatero, Samper, Fernández, Torrijos y el Papa están desesperados por una foto que le dé la vuelta al mundo, y tape las colas en la frontera, las colectas para sopa en el hospital de niños, o las piñatas de basura para conseguir algo qué comer.

De esas fotos ya hay un álbum, mientras que la vida diaria está llena de otras cosas, que por no vistas, hacen pensar que aquí solo vivimos bipolares, víctimas de una dictadura militar, que jugamos a practicar las reglas democráticas.

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