La MUD desafia a Maduro
Hace una semana, la MUD le dio cabal respuesta al reto que significó que el CNE anunciara el cambio inconstitucional de las condiciones y fecha que regularán la activación y celebración del referéndum revocatorio. En mi columna de la semana pasada sostenía que al régimen, obligado por la magnitud de la amenaza electoral, no le quedó más remedio que poner sus peores verdades sobre la mesa.
Esta vez la MUD estuvo a la muy difícil altura de su circunstancia. Aceptó el reto, denunció al régimen y le subió a Maduro su parada. Esa fue la virtud excepcional de su rueda de prensa el pasado lunes. En primer lugar, porque su secretario ejecutivo asumió la responsabilidad de anunciar un radical cambio de piel de la organización, que deja ahora de ser una simple alianza electoral y se constituye en un frente político nacional cuyo único y unitario objetivo es el cambio anticipado de presidente, gobierno y régimen. En segundo lugar, por desconocer expresamente la posición adoptada por el régimen para impedir la celebración del revocatorio antes del próximo 10 de enero. Por último, porque le advirtió al régimen, a la opinión pública nacional y a la comunidad internacional, que si el chavismo persiste en su propósito de negarle a los ciudadanos su derecho a elegir, la MUD los convocaría a la desobediencia civil. Con carácter permanente.
Se trata de un salto cualitativo que comporta incluso que la MUD también parezca estar resuelta a abandonar el cómodo papel de oposición según las reglas impuestas por el régimen para pasar a ser disidencia pura y simple. Ese fue el sentido exacto que tuvo devolverle a María Corina Machado, marginada desde los tiempos de la Salida, un protagonismo que sirve para manifestarle al país que la MUD, al menos por ahora, es otra, y que si el régimen persiste en el antidemocrático propósito de impedir la restauración del orden democrático por la vía electoral, no les temblará el pulso para movilizar a la sociedad civil hasta que se cumpla el mandato popular expresado el 6-D, libre y democráticamente, de cambio político en Venezuela.
Son, sin duda, palabras mayores y constituyen un categórico desafío de la MUD a Maduro, que coloca al país y a la comunidad internacional en el centro de un huracán cuyos vientos comenzarán a soplar sobre Venezuela el próximo 12 de octubre. Una confrontación definitiva entre el régimen, resuelto a impedir por todos los medios un revocatorio que marcaría el final anticipado de su mal llamada revolución bolivariana, y una oposición al parecer resuelta a hacer valer el peso de ser mayoría abrumadora, a pesar de los empeños de algunos, ahí están la reunión de John Kerry con Maduro en Cartagena, el anuncio de que Thomas Shannon regresa esta semana a Venezuela, el regocijo de Jesús Torrealba por la anunciada participación del Vaticano en un diálogo gobierno-oposición que se suponía definitivamente muerto y el hecho de que la MUD no haya vuelto a mencionar a Timoteo Zambrano ni haya informado de sus funciones actuales en el aparato político de la alianza o de las gestiones de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Resistirá la MUD esta ofensiva por venir y el argumento de que el valor incalculable de la paz justifica a veces el sacrificio de la libertad?
Esta es la naturaleza agónica de este instante irrepetible de la historia nacional. Los fundamentos de lo que bien puede terminar siendo, o bien la confrontación definitiva entre el régimen y los ciudadanos, o una nueva postergación del desenlace que, en este caso, también significaría un final definitivo, pero de la esperanza. En el gobierno y en el PSUV se tiene la certeza de que en cualquier evento electoral el régimen saldría con las tablas en la cabeza. De ahí que haya puesto sus cartas sobre la mesa. También de ahí que sólo si los estrategas cubanos y del régimen sienten la proximidad de un peligro mayor que el de otra derrota electoral aceptarían medirse en las urnas del revocatorio y sacrificar incluso a Maduro. ¿Será esa la agenda del diálogo que tal vez venga? Habrá que ver si la oposición conserva su firmeza contra viento y marea, hasta el final del desafío. O si en mitad del proceso, para no correr el peligro de perderlo todo, tira la toalla.
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