Perturbado

perturbador

Perturbado

Un tenue susurro

se apaga bajo mi dedo índice;

bañado en las tinieblas de la angustia

y mojado en las aguas del tormento.

La eterna oscuridad

lame con fuerza mis pupilas

y entra en mi alma

sin invitación.

El miedo

al fin se atreve a salir de su guarida.

Me besa en el cuello,

me deja inmóvil

y  luego abusa de mí con sus heladas garras.

Tiemblo, lloro y doy vueltas en el abismo

buscando mi rostro que se fue,

que se borró,

que se hizo uno con la oscuridad.

Mis pensamientos son aplastados

por la angustia del silencio

y mi piel sucumbe

ante las caricias del mal.

Ahora  no puedo oír nada

porque el diablo

se ha comido mis oídos.

Juan Carlos León
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