Munch en Caracas

El-grito-litografía

Gritos como este se escuchan diariamente en nuestra insegura Caracas

¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? el cinismo implícito en su tono jovial, sonrisa torcida, una mano que cae sobre el hombro de manera casual: sensación de Deja Vú. el reconocimiento y la transformación… todo eso en un segundo.

_ Dame el Teléfono o te reviento… sisea entre dientes el ladronzuelo de composición exague. 50 años en promedio, barba y cabello ralos veteados de blanco. Toda una Figura camaleónica esgrimiendo la intimidación como única arma.

La viva estampa de “El grito” sobre una acera caraqueña: un recoveco cercano al puente de las Fuerzas Armadas. El cuadro se plasma perfectamente por estas calles. En esta ocasión su protagonista es un hombre joven, pero podría tratarse de cualquiera; una mujer o un anciano, incluso tú amigo lector….

El incauto en cuestión está paralizado, el rostro moreno de su atacante es recurrente por esos predios, aquella escena se mimetiza con una experiencia idéntica: la misma hora y el mismo sitio un día de agosto… niega la existencia del celular sin mucha convicción, mientras el otro lo mira con sorna, como regocijándose en el hecho de haberlo encontrado de nuevo.

Cuento hasta 5… ¡Abre el bolso! y !Esos bolsillos! DAME BILLETE… ¿Cuanto tienes? ¡Vete! ¿No me vas a dar la mano? se sucede una tras otra el aluvión de ordenes… la pregunta corresponde a un artífice necesario, y a la máxima expresión del descaro.

El Metro de Caracas en hora pico es digno de contemplarse, la divina comedia se funde con la tragedia griega. Eran las 12 del mediodía estación Sabana Grande cuando los usuarios se encontraron frente a una imagen dantesca y desafortunadamente típica; el clásico caso del arrebatón y de la víctima envalentonada que se abalanza sobre el perpetrador del robo. El resto puede evocarse fácilmente:

Manos y sangre, la ley del talión y su primitivo modelo de justicia: ojo por ojo y diente por diente mientras el coro clama en el fondo; “Ese no es el ladrón”. “Son un grupo grande de mujeres las que están robando”, “Ese hombre está borracho” “Pobre muchacho llamen a la policía”

¿Qué paso Realmente?

Solo Dios sabe…

Cae la tarde cuando un atribulado munch llega a su casa.

Caracas se ha convertido en la cuna del descalabro social” lo piensa en voz alta mientras abre el morral y extrae su teléfono celular que conservaba luego de que a fuerza de negarlo obstinadamente. Aquél que (por segunda vez) quería robarlo sin pistola se resignó a dejarlo ir entre lastima resignación y burla.

Observa distraído la pantalla y se dispone a responder algunos mensajes:

Definitivamente estos grupos de whatsapp son cosa del diablo”

¡Vaya jueves de perros!

Kevin Melean
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